EL RECUERDO DE LOS HÉROES.
Al terminar un camino se empieza otro.
Viví una época
extraordinaria.
Aunque lo he mencionado en
muchas ocasiones pasadas, me parece primordial referir no sólo esta inspiración
por las caricaturas cómo mi primer móvil hacia la creación literaria, sino cuál
fue mi proceso perceptivo en ese entonces que me conllevó a crear los primeros
párrafos de una historia inolvidable.
Me gustaría decir que 1994 fue
una época de importantes cambios en mí país, o por lo menos, en mi localidad,
pero siendo uno un bebé regordete bajo los atentos mimos de una madre amorosa y
sobreprotectora no me enteraba de mucho en el mundo exterior. A corta edad hubo
pocas cosas que me llamaran, aunque eso cambió radicalmente cuando me vine
enterando de algo llamado “escuela”, siendo regurgitado del universo conocido,
del seno maternal, para adentrarme en un campo de rarezas indescriptibles que
llegué a conocer como compañeros escolares. El constante bullying que recibí
debido a mis gustos, mi exagerada sensibilidad, la sobreprotección de mi madre,
y mi compulsivo deseo de ser aceptado me marcaron mucho en esa época, lo que
dio inicio a los primeros viajes por los mundos imposibles, siendo que si no
podía obtener el cariño deseado en las personas del mundo conocido, me
adentraría en otros campos del entendimiento, donde no temería por rechazo
alguno.
En aquellos días, sin el más
mínimo interés por la salida de amigos o las fiestas de cumpleaños, pasé largas
tardes dentro de una habitación maravillosa, donde ya haya sido iluminado por
el potente atardecer o la tranquila luz lunar, me vi frente a un televisor degustando
mis series preferidas. En esos tiempos mis ídolos fueron varios, y cada uno de
ellos tenía la característica común de enfrentarse al mal sin ningún temor;
envidiaba tal talento porque no poseía la fortaleza moral de oponerme a la
gente que no me agradaba. Los mimos de mi madre fueron un bálsamo para mí, aparte
de rezar el rosario o las salidas sabatinas para ver una nueva película,
también incluyeron ratos de lectura, donde ella debía leerme debido a mi
renuencia en aquel tiempo. Crecí con varias historias particulares, como Matilda, Sangre de Campeón, El águila que
quería ser águila, El caballero de la armadura oxidada, narraciones de
superación bastante agradables, sencillas, incluso simplonas para muchos, pero
en aquel tiempo para mí fueron lo máximo. En unos primeros instantes, supieron
darme respuesta a varias de mis preguntas.
Mientras el resto de mis
compañeros se fascinaban con celulares baratos, modas mezquinas sobre juegos,
salidas callejeras, y otras actividades, en mi fuero interno, ubicado ya sea en
el pupitre más solitario del salón o en la zona más abandonada de un parque,
comenzaba los primeros movimientos, las primeras preguntas acerca de cómo
plasmar toda mi emoción a la realidad. Primero intenté con el dibujo, pero era
claro que no tenía el don; mi madre, tan dulce, intentó llevarme a varias
clases como el Tae Kwon Do o la natación, pero nada de eso fue de mi total
agrado.
Al pensar más en aquel entonces
el cómo expresarme, poco a poco se desenterraron recuerdos sobre momentos
realmente duros en mi infancia. El abandono de un padre indiferente, temporadas
de enfermedad donde no asistía a la escuela, clases particulares para ponerme
al corriente, y una intensa soledad por el rechazo de otros niños de mi época.
De aquellos momentos singulares tengo apenas unas vagas visiones de lo
sucedido, por lo que hace mucho tiempo deduje la insignificancia de tales actos
en mi pensar. La vida sencillamente no esperaba a nadie, y conforme a ello,
brotó en mí la primera idea sobre manifestar las ideas que se formaban en mi
mente. Fue precisamente mi renuencia a leer lo que me hizo elegir mi auténtico
arte. Mis primeros escritos fueron apenas bocetos paródicos de mi potencial,
siendo que versaban sobre situaciones donde personajes de mis caricaturas favoritas
se relacionaban románticamente. Aquello fue evolucionando poco a poco, palabra
a palabra, hasta que durante las primeras vacaciones para la transición de
primaria a secundaria, tuve la idea de crear la historia de un mundo dentro de
este mundo.
Para dirigir el eje principal de
aquella primera creación, fue importante el visualizar un ídolo destacable, un
personaje de entre todos los que ocupaban mi pensamiento como el mejor y único,
cuyas aventuras servirían para dar esquema a la magnitud de lo que quería
hacer. Y el elegido, por supuesto, fue el gran guerrero y tenaz saiyajin, Son
Goku.
Dragon Ball tuvo una influencia bastante grande en mi primera
historia, y en todos los preceptos ocupados durante el proceso de mi gran
epopeya, pero la selección como mi ideal supremo de aquel entonces fue algo
mucho más interesante, siendo que como tal, no conocía toda la historia del
personaje en sí.
Recuerdo vagamente cómo pude ver
algunas aventuras del pequeño saiyajin, pero eran apariciones bastante
esporádicas al no seguir la caricatura con precisión. Agreguémosle el problema
de que a esa edad, no tenía la más mínima concepción de lo que era una serie y
lo que era una película, confundiéndome bastante al ver cómo Goku primero se
encontraba con Bulma, y la siguiente vez que me encontraba con esos personajes,
ahora se enfrentaban a Lucifer. Desconocía casi por completo el universo de la
obra, adentrándome a las aventuras por vez primera en la saga de los Saiyajin,
cuando Dragon Ball Z era transmitido
por el canal Cartoon Network. En ese entonces fue bastante
interesante, porque si en algo se destacó el canal mencionado, en conjunto con Nickelodeon, Disney, y la transición de Fox
Kids a Jetix, fue en regalarnos
una época dorada de superhéroes, donde nacieron personajes emblemáticos cuya
fama permanece hasta nuestros días. La aparición de caricaturas como Danny
Phantom, Avatar: La leyenda de Aang, El Tigre, Ben 10, Juniper Lee, Kim
Possible, Jake Long: El dragón occidental, Jenny la robot adolescente, Duelo
Xiaolin, Dave el Bárbaro, Dragon Booster, en conjunto a algunos otros
ánimes que comenzaron a transmitirse como Zatch Bell, Naruto, Yu-gi-oh, Yu-gi-oh GX, Pokemon,
One Piece, fue lo que generó una explosión masiva de ideas dentro de mí
para escribir mi primera historia. Estoy hablando de un tiempo donde Los
Guerreros Z fueron contemporáneos de La Liga de la Justicia y Los Jóvenes
Titanes, además de algunas esporádicas apariciones de los X-men,
Hulk el hombre increíble, y Spiderman, por lo que para mí era muy común
comparar poderes. Y claro, no descartemos otras series como Mansión
Foster para amigos imaginarios, El campamento de Lazlo, Las sombrías aventuras
de Billy y Mandy, Ed Edd y Eddy, Mi compañero de clase es un mono, Coraje el
Perro Cobarde, Invasor Zim, Phineas y Ferb, incluyendo algunas comedias
en carne y hueso con El manual de supervivencia escolar de Ned, Skimo,
Zoey 101, Drake y Josh, Kenan y Kel, en fin, muchísimas más. Y haciendo
una conglomeración de todo lo que me proyectaban todas y cada una de esas
historias, me embarqué en mi primer viaje sin retorno por los terrenos de la
escritura.
Pero en esos momentos no me
conformaba que fuera una simple travesía por todos los mundos, ya que tenía el
deseo de concebirlo como una experiencia entrañable en mi vida, y por eso
decidí hacer mi primera encarnación literaria, siendo yo mismo el protagonista
de la gran aventura. Resuelto quién sería mi héroe, empecé a bosquejar quienes
serían los mejores villanos para mi cruzada, por lo que la saga inicial, el
mundo de caricaturas, consistía en cómo aquel mundo había caído en control de
unos poderosos seres llamados los comodines infinitos, cuyo líder, el cruel
Okigledon, derrotaba a los héroes sin piedad, quienes aún guardaban en sus
corazones el lejano deseo de que el salvador profetizado llegara para hacer
frente a tan terribles enemigos.
La historia la inicié entrado en
secundaria, por lo que el propio protagonista tenía mi edad y mis actitudes, y
también mis anhelos sobre una aventura más allá de mi mundo. Ante tales
ensoñaciones, no recibo precisamente la visita del sabio anciano como un Luke
Skywalker, un Harry Potter, o un Frodo, sino la llegada de un muchacho llamado
Miguel, quien proviene del mundo de caricatura, dándome la oportunidad de vivir
mi sueño, y por ende, salvarlos a todos.
Pero para combatir tal maldad no
podría recurrir a mis habilidades naturales, las cuales consistían en entregar
la tarea a tiempo y ver televisión, por lo que Miguel me brindó los dones de
los héroes, transfiriendo algunos poderes de mis personajes favoritos de Dragon
Ball Z a mi espíritu, permitiéndome ser poderoso en aquel otro mundo.
Años después, al haber adquirido
mayor criterio sobre la significación en la narrativa, me encontré con cosas
muy interesantes cuando analicé mi obra, y una de ellas fue la aparición de los
tres obstáculos. Cuando llegué al mundo de caricatura, Miguel me dijo que
tendría que pasar por tres pruebas antes de proseguir con un entrenamiento, y
aquellos tres estados los he podido definir como una prueba no a la fortaleza
del héroe, sino a su propia inocencia. Comprendamos que el personaje central se
desarrollaba entre mundos donde las caricaturas coexistían pacíficamente, y
aquellos primeros obstáculos no medían poder, sino la pureza del individuo. En
esos tiempos, cuando bosquejé aquellas pruebas, manejé la temática del incesto
y la homosexualidad sin siquiera cuestionármelo, en situaciones que quizá
muchos tacharían como “fuera de límite”. Y si, aunque el personaje principal no
tomó la mejor decisión para ayudar a los individuos involucrados, fue su
percepción clara lo que le permitió involucrarse de forma más directa con los
misterios de ese mundo, permitiéndole retomar más experiencia antes de luchar.
Lo más resaltable, o rescatable
en todo caso, sobre la presente saga, no fueron tanto sus peleas contra los
malhechores que asolaban aquel mundo, sino diversas situaciones que se
presentaban a momentos, donde una posición inocente abría muchas oportunidades
de éxito en la aventura. Una de las que más me viene a la mente fue durante un
combate sostenido contra uno de los comodines en el mundo de Danny Phantom, y
cómo el héroe descubre que no existe una maldad en el enemigo, y decide
extenderle su mano para formar una amistad. Por desgracia, otro de los
comodines descubre tal situación, matando al que intentó unirse al héroe.
Otra pieza importante era la
evidente superioridad en la figura de Son Goku frente a otros personajes. Casi
todo el final de la historia consiste en un torneo donde los mayores héroes de
aquel mundo luchaban a mi lado contra los comodines, siendo derrotado uno,
luego el otro, y así sucesivamente hasta que el Saiyajin se enfrenta a
Okigledon, pero al final es vencido por éste, lo cual me deja desolado. La sola
idea de alguien derrotando a Goku, en ese tiempo, para mí, era tan insólita que
incluso lo cambié después cuando lo pasé todo a un archivo digital, pero
originalmente aquella era la situación, lo cual seguiré manteniendo para
futuros análisis. Creyéndolo invencible, pero viéndolo derrotado, hizo entrar
en conflicto a mi personaje, y me gustó muchísimo en términos de narrativa. Todo
se reducía al combate definitivo entre el poderoso salvador y el máximo
opresor, al cual logra vencer para luego retornar a su mundo de forma triunfal.
Pasó un tiempo al haber
terminado esa historia, sin ninguna intención de continuar, pero entonces
varias encrucijadas aparecerían ante mí, lo que me empezaría a formular la siguiente
parte de mi gran movimiento. Seguía en la secundaria evidentemente, pero muchas
cosas habían cambiado. Las banalidades acostumbradas se mantenían, pero todo
ello empeoró cuando hubo un incremento en el consumo de drogas, la violencia, y
el secuestro, no sólo en los adultos, sino en la vida juvenil. Fue una época de
muchas rupturas, de bastantes decepciones al ver cómo muchos de mis antiguos
amigos abandonaban cosas que les gustaban, abriéndose paso por senderos más
obscuros de la vida.
Muchas situaciones me motivaron
a seguir con mi historia, donde la mayor parte de la trama se daría en el mundo
real, mi mundo, provocando que el héroe salvador abandonara su inocencia para
abrir su alma a nuevas emociones que me inundaban en ese momento. No por nada
la saga comienza con una oda a la extinción de los valores en el mundo,
describiendo en muchas maneras la rabia, la indiferencia y el rencor que
inundaban al personaje desde que regresó del mundo de caricaturas. La
complejidad de la trama, si es que la había, no era mayor a la habitual en la
anterior parte, pero si hubo una definición emocional más marcada en el personaje
protagónico, al mostrarse en situaciones de furia desenfrenada, y donde tuvo
que enfrentarse a varios aspectos de su pasado. Obviamente, no dejé de lado la
ficción, agregándole un elemento singular, si es que podía nombrarse así: el
súper-demonio.
Debo afirmar con cierta pena,
pero sin lugar a dudas con gran cariño, que si en la primera saga vimos algo de
diversidad en cuando a las figuras que me inspiraron para crear un mundo, la
segunda saga es un plagio jurado a las constantes luchas vistas en Dragon Ball
Z. Gracias a un relámpago proveniente de un misterioso lugar en el universo, me
son otorgados asombrosos poderes, los cuales en la mayoría del tiempo son
despertados por medio de la ira. Se adhieren nuevos personajes a la historia,
como son la inclusión de algunos amigos de la infancia, obteniendo poderes
similares a los míos, con los que comenzamos a entrenar clandestinamente para
frenar el ataque masivo de una horda de demonios en las calles de Cuautitlán
centro.
Se incluye al gran enemigo
Lucigon, el rey demonio de los infiernos, quien al luchar con el personaje
protagónico, se hace una obvia parodia a la batalla de Freezer, siendo que la
transformación de Súper-Demonio en un humano, es similar a la del
Súper-Saiyajin, pero con pelo blanco. Y cuando este demonio retorna de la
muerte, también lo hace Miguel con nuevos poderes en referencia a Trunks del
futuro. Aparecen más enemigos, y uno destacable en ésta y próximas historias,
es mi medio-hermano Carlos, quien decide sostener un gran combate contra mí en
alusión a la primera lucha entre Goku y Vegeta, y eso es algo muy cierto si se
presta atención a la descripción de la batalla (claro, si uno logra superar el
horroroso encuentro de la tan descarada omisión de reglas ortográficas).
Se agrega una breve lucha contra
unos seres conocidos como Meca-Arcángeles, los cuales vendrían siendo
equivalentes a los androides de la conocida historia. También contemplamos el
regreso de Okigledon, esta vez en el mundo real, haciendo homenaje a Cell, para
concluir en el combate definitivo de ambos hermanos, Carlos y Max, contra dicho
enemigo. Sólo hasta finales de la segunda saga podemos ver un necesario cambio
de contexto.
Se introduce el mítico reino de
Sabirnan, como también la existencia de un mítico inframundo X, que
supuestamente es donde provienen los poderes del súper-demonio. En definitiva
ahí pude notar que fue la saga con mayores incongruencias en cuanto al origen
de mis nuevos poderes.
Durante la primera batalla
contra Lucigon, el rey demonio reconoció los poderes infernales que poseía el
héroe, por lo que en ese momento se creía que el Súper-demonio era alguna
mítica creación del infierno. Los Meca-Arcángeles, por su lado, mencionaron que
la generación de actuales guerreros no eran los primeros en portar tal poder,
dando a entender que hubo muchos otros antes que los presentes protagonistas.
Claro, a esas alturas de la historia no era capaz de recordar tales detalles,
mientras hubiera salvado a todos. Y cabe destacar que el final de dicha
historia, donde el héroe tiene que volver al mundo de caricatura por unos
momentos, al saber que ha sido asolada por un nuevo villano, utiliza sus nuevos
poderes para dar liberación a ese mundo, pero se rehúsa a eliminar al malvado,
decidiendo que no volvería a caer en el enfado para ser el héroe que siempre
deseó. Una resolución digna para ese entonces, en los que logré resolver varios
de los conflictos en la vida diaria. Una gran sonrisa volvía a surcar por mi
rostro. Así mis aventuras por diferentes mundos se interrumpieron
momentáneamente, hasta que decidí volver a la carga con una tercera entrega,
mucho más voluminosa que la anterior.
Planteando el inicio de la nueva
leyenda en un futuro post-apocalíptico, donde la humanidad y el universo
conocido fueron conquistados por una misteriosa flota alienígena, cuyo control
sobre el cosmos conocido parecía absoluto. Dios, al notar cómo una fuerza
antigua y poderosa movía los hilos desde la obscuridad, decidió acudir al
antiguo héroe que hace mucho defendió al mundo de terribles amenazas. El
Súper-Demonio resucitó, encontrando su mundo devastado por aquella fuerza
imparable, a lo que junto a un selecto grupo de aliados, se escondieron en el
mundo de caricatura para reunir las tropas suficientes en una guerra que
estallaría próximamente en el mundo real. Fue una saga bastante ambiciosa, no
sólo por los incontables personajes que se agregaron en cada capítulo o la
extensión propia de las aventuras, sino el seguir manteniendo una paulatina
transformación en cada uno de los protagónicos de la obra hasta su punto
máximo. En esta gran aventura me encontraba yo, junto a mi medio-hermano Carlos
de la saga anterior, una chica llamada Sandra quien adquirió los poderes del
súper-demonio, un guerrero llamado Ryko quien fue antiguo adversario en la
primera saga, y se integró un nuevo héroe conocido como Andrew, el
súper-demonio definitivo, equivalente del terrible Broly en mi gran creación.
Y aunque hubo batallas
increíbles y situaciones destacables, resalté mucho el conflicto en mi
personaje sobre esta falta de objetivo que le invadía en ocasiones. Aunque en
momentos se mostraba decidido, esta impulsividad al tomar decisiones, contrastada
por la falta de responsabilidades, le creaba muchos problemas con sus
compañeros, llegando a separarse en cierta parte de la historia. El héroe
principal tenía mucho el conflicto sobre preservar la vida de toda la
existencia o solamente la de sus seres más amados.
El enemigo de esta ocasión era
conocido como Renkaiser, líder del ejército alienígena, y antiguo dios de la
muerte, cuyo plan era eliminar a todo humano en los universos, siendo que éstos
eran el seguro del Dios Superior para mantener unida la realidad. Sin ellos,
Renkaiser podría tener el poder suficiente para rehacer la existencia a su
imagen y semejanza. Cabe decir, como un dato interesante, aunque la figura de
Goku seguía preponderando por sobre otros héroes que ayudaron en la batalla
final, fuera mi personaje en última instancia quien se enfrentara por primera
vez a un dios, cuando años después el Saiyajin también se enfrentaría a
deidades.
Para derrotar a tan terrible
enemigo, luego de una primera batalla, los antiguos dioses, los cuales poseían
nombres Lovecraftianos, me acogieron en su dimensión, revelándose todos como
hermanos y hermanas del mismo Renkaiser, contando su historia en los principios
del tiempo y la manera de poder derrotarlo. Aquellas entidades, luego de una
exhaustiva charla sobre los poderes de la divinidad, me pidieron que me
preguntara porqué de entre todos los seres en los universos, yo había llegado
hasta ese punto. De esa forma me fue revelado que la fe humana es un arma
poderosa, capaz de impulsar el espíritu más allá de cualquier límite, y con
aquella virtud, me dieron el conocimiento no sólo para expulsar la última forma
de Súper-demonio, sino de invocar un poder conocido como la Kindraikan, capaz
de aniquilar deidades antiguas, presentes y futuras.
Luego de una feroz batalla
contra el dios, logré manifestar el último poder, eliminando a Renkaiser de la
existencia conocida, otorgando la liberación, una vez más, a todos los mundos.
Así concluyeron las aventuras
del Súper-demonio durante varios meses. Por mucho tiempo planeé la continuación
con una cuarta saga, donde los elegidos milenarios se unirían para enfrentar la
resurrección de una antigua fuerza destructora, conocida como Apok, quien era
capaz de traer el fin de los universos. Comencé un borrador escrito a pluma,
pero nunca terminé de completar el proyecto al parecerme algo tedioso, sin
mencionar que en esos momentos iba a culminar con la secundaria, y me alistaba
para la preparatoria, lo cual consideraba que era un cambio bastante fuerte en
mi vida.
Entré en una nueva época, la
cual me gusta definir, con cierto pesar, “edad sombría”, donde abandoné el
proyecto del Súper-demonio, y decidí adentrarme en nuevas creaciones. Para esos
días ya estaba familiarizado con el concepto de los Fanfiction, historias subidas a la red sobre diversas series,
películas, caricaturas y ánimes. También fue un tiempo donde me adentré a los
terrenos del cómic, topándome por primera vez con historias como Army
of Darkness, Fall of Cthulhu, y por supuesto, Spawn.
La diversa mezcla de héroes,
junto a antihéroes, y villanos tan perversos, me hizo crear maravillas como Batalla
de Horrores, Herencia Diabólica, Trilogía Z, Odiolos, al igual que
diversas encarnaciones de mí mismo, ahora con los problemas diarios de la
preparatoria en El elegido de la Ira, El Necroquibista y Batallas contra tus demonios.
¿Por qué bautizo esta época de
tan radicales creaciones como “edad sombría”? Por algo muy sencillo: no
conservo nada de aquel entonces. Lo sé, permitámonos cinco segundos de
silencio. Así es, en un arranque de enojo irracional, creyendo todas mis
creaciones hasta esas fechas como mediocres y banales, las eliminé sin
compasión alguna, iniciando en ese preciso momento con una renovación total de Herencia
Diabólica, la cual también se perdió, esa vez por razones que aún no
comprendo en su totalidad.
Durante mi estancia en la
preparatoria, escribí algunos cuentos, uno que otro ensayo, pero ningún
proyecto sólido que sea digno de mencionar, exceptuando aquellos catalogados
como “errores”, pero que sirvieron de impulso para una nueva faceta de
escritura en mi vida. Volví a mis orígenes, aún conservando mi primera
historia, y aunque no conservaba ningún archivo de la edad sombría, me quedaban
los recuerdos, con lo que comencé a bosquejar nuevos proyectos, pero esta vez,
en calidad de novelas profesionales.
Los inconclusos proyectos
titulados Yo Demonio y Los
demonios de uno mismo, fueron el inicio de una nueva edad, donde
comencé a adentrarme en un tema muy extenso: la obscuridad del alma humana. Con
mis pasadas experiencias en los héroes, y nuevos encuentros en cómics,
películas, y sin lugar a dudas, varias enseñanzas de Teatro, comencé a trazar
montones de ideas. Puedo decir, sin equivocarme, que fue en ese entonces donde
tuve uno de los momentos de mayor partición en mi vida, porque a pesar de tener
la visión de lo que quería planear, mi técnica y conocimiento eran aún bastante
limitados como para permitirme la creación misma de nuevos universos. Fue un
día en que cerré puertas, puse candado, y a las sombras todo. Pero jamás olvidé
mi objetivo, esperando el momento por cumplirse.
La transición de preparatoria a
universidad también fue bastante influyente en mi arte literario, siendo que me
gusta recordar esos momentos de mi vida como una gran faceta de experimentación
sobre diversos escritos. Fue un tiempo donde dejé de lado las historias
extensas, y me concentré en cuentos, incluso poesía, resaltando creaciones como
La
belleza del terror, El Guardián, Ella, Anochecer, y Decisión: un final feliz. Ante
nuevas circunstancias mi prosa sintió nuevos cambios, permitiéndome un lenguaje
más fluido, descriptivo, y consciente de lo que quería proyectar.
Con nuevos poderes a mi alcance,
me lancé a los territorios desconocidos del ensayo, de los cuales realicé todo
un compendio de los mismos, cuya gran colección titulé como Apasionario.
En el mismo, también coloqué mucho material de diversa índole, como
trabajos escolares, novelas pasadas, dibujos infantiles, y sobre todo, montones
y montes de cartas amorosas que contaban historias posibles sin final alguno.
Cada escrito era una nueva experiencia, que para bien o para mal, me fortalecía
enormemente, permitiéndome hacer un acercamiento directo a mis proyectos
personales, rompiendo candados antiguos y liberando aquellas ideas con mis
habilidades alcanzadas.
Sin embargo, no me era
suficiente desperdigar nuevas creaciones una tras otra, por lo que me propuse a
encontrar una unión entre las mismas, todas siguiendo un mismo fin, un solo
estandarte el cual crearía y llevaría con orgullo a todo sitio en este loco
mundo. Sabía que con los ensayos había obtenido grandes progresos,
permitiéndome vislumbrar en el horizonte como una nueva era se alzaba ante mí.
“El universo está cambiando”, en aquellas palabras consistía la
premisa que estaba teniendo lugar en todas mis creaciones, inspirándome lo
suficiente no sólo para seguir con mis antiguos proyectos, sino mejorarlos, y
dejar que las posibilidades volaran frente a mis ojos. Nunca me encontré
conforme, aún con historias donde los personajes y conceptos no fueran
totalmente míos, sabiendo que no podía permitirme el rasgar la superficie de mi
creación, sino adentrarme a ella, proyectando un mensaje complejo, existencial,
pero a la vez sencillo e inherente a cualquier ser humano.
Sofía, la Linterna Verde, fue
el inicio de ese gran movimiento, contándonos la historia de una muchacha que
recibía un anillo de voluntad, que no sólo le permitía aventurarse a los
infinitos senderos del cosmos, sino a los escabrosos misterios de su interior. Seguidamente
creé Pokemon
Gods ó la aterradora concepción de un milagro, en la cual dibujo la
historia de Jonathan, un investigador que siempre trabajó con teorías de la evolución
humana, y ante la oportunidad de ejercer el experimento de su vida, empieza a
lidiar con las consecuencias de un nuevo mundo, el cómo un milagro también
puede significar una gran tragedia. Aunque ambas historias cumplan todas las
características de un Fanfiction, nunca me conformé con entregar cualquier
Fanfiction, sino mis Fanfiction, donde
no sólo planteo situaciones insólitas, y expongo temas de controversia humana,
sino que soy capaz de llevar a los personajes hasta el límite, desarrollando
así una narrativa inolvidable para cualquier público. Utilicé los conceptos de Linterna Verde para entregar una historia no sólo de anillos y luchas por el
espacio, sino la travesía de una muchacha por los misterios de su interior, y
cómo ve su vida afectada ante las nuevas posibilidades que se le presentan. Y
obviamente no utilicé Pokemon “al
pie de la letra”, mostrándoles una historia que nadie podría imaginar, siendo
que de entrada conocemos a un personaje que critica la superficialidad de su
mundo, y concibe milagros a través de la convicción en sus ideales.
El presente blog Guardián Eterno, sus dos versiones me
han permitido dar a conocer mis historias, mi perspectiva ante el mundo,
proyectando un mensaje conciso a toda persona que desee leerme, como también me
ha hecho mejorar mi técnica paso a paso.
Pero debo decir que la historia
de la cual me siento más orgulloso es una escrita hace tiempo titulada Sexonario:
El que encontró la infinidad en uno mismo.
“[…] ¿Qué es Sexonario? Para mí, durante mucho tiempo, representó una
historia sin terminar, y que con todo el odio e ira de mi corazón, deseaba
ponerle fin. Pero después, descubrí, que tal título representaba un momento de
mi vida en el cual me adentré a una caverna obscura sin posible retorno […]Esta
historia, representa un testimonio histórico y simbólico en mi vida, funge como
el inicio de toda la amalgama de proyectos enlazados que escribiré a futuro, y
sobre todo, enaltece aquella promesa de niño, “ama lo posible y lo imposible
aún más”, enseñándome a mí, y a todo el mundo, que al terminar un camino se
empieza otro, encontrando así, la infinidad en uno mismo […]”.
Tal como la introducción de
dicha historia afirma, más allá de lo sugerente del nombre, escogí este título
porque representa un momento de mi vida donde el arte que esgrimo corrió el
peligro de perderse y transformarse en otra cosa alejada a lo que yo quería.
Como en muchas ocasiones pasadas, aquí también encarno al personaje
protagónico, esta vez en una búsqueda rigurosa por el poder definitivo en el
mundo real que todos conocemos y concebimos día a día. Este personaje inicia
viviendo una danza entre el vicio carnal y los anhelos de justicia, los
pensares de odio y condena en contraste con esta decadencia espiritual en las
personas que conforman el mundo entero, hasta que poco a poco se descubre lo
que realmente busca: un escape de la realidad conocida. Narrando esta pérdida
de fe como símbolo de mi sentir en aquellos tiempos, unos días donde me alejé
de familia, amigos, amores, y demás, este personaje, yo mismo en todo caso, me
encuentro con la llave hacia otro mundo, un libro mágico que me da las
instrucciones de lo que aparentemente resulta una prueba para conseguir el
poder máximo, aquello que me permitiera escapar de la propia humanidad que me
asfixiaba.
Ahí inicia mi viaje a otro
mundo, un universo de naturaleza infinita donde se cae desde un cielo templado
a un gigantesco océano. La creación de ese mundo mágico, alterno al conocido,
responde sencillamente a tres temores principales que siempre me han marcado en
mi vida: el mar, las arañas, y las alturas. Precisamente el océano donde
aterrizo está atestado de gigantescas serpientes marinas que devoran cualquier
cosa que entre en su territorio, y siendo primerizo en ese mundo, me terminan
asesinando los primeros guardianes de ese umbral. Pero cuál es la sorpresa
cuando me veo nuevamente en ese mundo, aterrizando en el mismo océano una y
otra vez.
Una vez que la prueba es
iniciada, no puede detenerse hasta determinado momento, que es donde el alma
del pobre elegido, al no haber superado aquel obstáculo termina perdida en un reino
entre nuestro mundo y el otro. Obviamente, por lógica al ser regurgitados a un
nuevo mundo sin previo aviso, provoca que seas dañado, sólo para hacerte
entender que no te encuentras más en un mundo conocido. Y obviamente, la
actitud que tomé al querer sobrevivir tras otra muerte en aquella tierra
mágica, es precisamente lo que hace la diferencia entre todos los seres que
visitan aquel mundo en búsqueda del poder.
Tras varios intentos, logré
llegar a una pequeña isla cercana, la cual estaba atestada de arañas gigantes,
que en incontables ocasiones lograron someterme para luego devorarme con
lentitud. El trauma de los recuerdos tras cada muerte permanecía en cada resurrección,
donde sin importar que lograra sobrevivir en la isla, no llegaba a comprender
del todo lo que debía estar haciendo. Pero mi confusión llegó a su fin cuando
llegó a mí una maestra que me enseñaría.
La reina de las arañas, madre de
las creaturas en aquella isla, un ser antropomórfico mitad inferior araña y
mitad superior mujer de piel obscura, cuando algunos de sus hijos me atraparon,
ella me observó con atención, examinando cada rasgo de mi ser, hasta que
finalmente decidió hablarme. La llegada y pronta lucha en ese mundo simboliza
al humano contra las incontables fuerzas de la naturaleza, hasta que poco a
poco van coexistiendo en una especie de simbiosis a lo largo de su vida; el
primer encuentro con la reina araña significa esta comunión. Ella finalmente me
explica que como yo, muchos otros seres vinieron antes, seres humanos, en
búsqueda del poder. Aquello me había decepcionado, por lo que pregunté porque
no me mataba para terminar el suplicio, pero aquel ser se negó al afirmar que
encontraba algo diferente en mí, lo que le impedía devorarme. A sus órdenes,
sus hijos me soltaron, y entonces le pedí que me llevara a un lugar donde nadie
más había llegado antes. De esa forma, me llevó hacia la cima de la montaña,
donde residían creaturas conocidas como Los
voladores, aves con cabezas humanas, que degustaban de capturar otras
creaturas, elevarlas hasta lo alto, y dejarlas caer en el océano, como una
especie de ritual cíclico de la naturaleza: lo que salía del mar debía volver a
él. Una vez llegados a la cima, nos dimos cuenta que el cielo se había nublado,
cosa que nunca antes había sucedido; cuando le pregunté a la reina araña acerca
de si eso se debía a mí, algunos voladores se percataron de nuestra presencia,
decididos a atacar. Aquí es donde existe un momento emblemático dentro del
misticismo de la obra, al querer defender a la reina de aquel monstruo,
atrayéndolo a mi dirección permitiéndole a la araña escapar nuevamente a su
nido. La necesidad o búsqueda de poder se ve opacada por este deseo de protección
y justicia. Un diluvio se abre paso en el cielo, mientras yo soy rodeado por
los voladores, hasta que de pronto, un gran ejército de arañas, comandados por
su reina, atacan a las creaturas tratando de ayudarme. En medio del caos, en
agradecimiento, intenté llegar a ella, pero por desgracia uno de los seres
voladores me atrapa elevándome por los cielos en tormenta. Mi sola llegada
había sumido ese mundo en un completo caos, y mientras el ser volador me
soltaba hacia un océano embravecido, un relámpago me dio de lleno,
transportándome a otra esfera de realidad.
Ahí, entre las sombras, una voz
me habló. Desperté a su llamado, y me pide acercarme para ver mejor no sólo mi
apariencia, sino mi espíritu. Y efectivamente, me dice que existe algo distinto
en mí. Aquel misterioso personaje no es otro que el mismo Lucifer, pero alejada
de toda concepción maligna, sino como un ente trascendido hace tiempo, que al
ver mis recientes hazañas, y mis recientes anhelos, me hace la siguiente
pregunta: ¿qué deseas?, ¿gloria?, ¿poder?, ¿o conocimiento?
La elección parecía sencilla, siendo
que aún recordaba el porqué había iniciado mi viaje en primer lugar, pero los
recientes eventos sólo dejaban en mi mente los últimos instantes en aquel
mundo, dejándome un único deseo: el poder salvar a la reina. Entonces elijo el
conocimiento, el cual me es brindado en todos los niveles.
Los diferentes procesos para
escribir esta historia fueron bastante interesantes, siendo que la creación de
muchos momentos emblemáticos al proyectar la idea central no se incluyeron
finalmente, como por ejemplo las aventuras que viví en aquel otro mundo,
sintiendo que me extendía de más en aquellos detalles, al igual que muchos
otras partes de la historia que cambiaban constantemente de ubicación. Es una
historia que permitió un milagro, pero que me tomó cruzar con bastantes
verdades para llegar a él. Por lo demás, todo siguió su camino, como el
conocimiento que me permitió acceder al poder oculto del interior, esta
habilidad de influir en el entorno, el poder de transmutar el universo
conocido, y alcanzar las fuerzas divinas anidadas en los terrenos de la
imaginación. Con el enorme poder que me volvía prácticamente un Dios en toda
regla, inició uno de los momentos más importantes dentro de la historia, como de
mi vida en general.
Ante la obtención de poderes,
los diversos personajes que he trabajado en tanto tiempo se lanzan
inmediatamente a la aventura para bien o para mal, pero en esta ocasión no fue
así, sintiéndose un cambio tangible en cuanto este personaje reflexiona qué
debería hacer con el poder. Sabiendo lo corruptible que podría ser esgrimir
aquellas habilidades, decide hacerse preguntas sobre si debería utilizar
aquellas nuevas fuerzas para consumar venganzas personales, pero finalmente
decide dejar de lado cualquier mundano rencor en pro de los caminos
extraordinarios que le aguardaban. Claro, no se trataba de eliminar el odio en
sí mismo, pero si darse cuenta de lo tonto que sería desperdiciar sus nuevos
conocimientos en una patética cruzada de venganza.
Cuando terminé de escribir tales
pasajes, aún sabiendo lo que quería proyectar, no pude evitar sentir un gran
asombro, porque tal decisión permitió un uso del lenguaje completamente
diferente, dándole a este personaje un conflicto mucho más significativo y
entrañable a cualquier ser humano. Las reflexiones que me dirigieron a tal
creación, me permitieron librarme de aquella sombra que significó Sexonario
durante mucho tiempo en mi vida, más que nada por la habilidad de transformar
algo que significó una pérdida, en un encuentro prodigioso. En esos instantes
pude sentir cómo muchos de los héroes de la época extraordinaria suspiraban con
cierto alivio y emoción; fue ese el momento donde la era de las posibilidades
me abría sus puertas.
Evidentemente la historia nunca
estuvo destinada a darse a conocer ni a ningún tipo de publicación conocida,
pero al notar la destacable transformación que implicó para mi tal historia,
decidí escribir una segunda parte titulada El Viajero: travesías por la infinidad, donde
este mismo personaje, esta misma encarnación, al haber conseguido tan grande
poder, ahora se dedicaba a viajar por diferentes mundos para conocer sus
adquiridas habilidades, y poder presenciar el gran cambio que estaba por venir
en toda la existencia. Un tema recurrente en esa historia es la frialdad de lo
divino y la armonía de la sencillez, siendo que este personaje no se formó
siendo un Dios, él fue humano alguna vez, por lo que aún teniendo conocimientos
que concebían diferentes niveles de la realidad, seguía poseyendo impresiones
mundanas, y un corazón bastante cálido, lo que movía muchas veces a tener
problemas con otras deidades que decidían permanecer neutrales ante varios
desastres que padecían muchos universos. Es un proyecto de muchas jornadas, de
muchas aventuras, que aún sigue escribiéndose, pero aún obteniendo resultados
sublimes para con mi arte, su propósito, y mi vida en sí.
Como han podido apreciar, los que han tenido las fuerzas
divinas suficientes para seguir leyendo hasta esta última parte, mi don para
poder escribir ha pasado por muchas etapas, por muchos caminos difíciles, con
orígenes quizá para algunos inesperados. ¿Por qué decido volver a estos temas
una y otra vez? Bueno…porque es muy sencillo olvidarlo, y posiblemente todo
esto no me serviría de nada, si en todo caso, no siguiera encontrando cosas
nuevas cuando regreso a viejos escritos. Aquello es la magia del escritor. El
día en que deje de asombrarme por todo lo que he hecho, tajantemente dejaré de
escribir, y están ustedes de testigos ante estas palabras.
1
Héroe
y
Monstruo.
“No
hay que reprimir impulsos en tiempos dementes”.
. . .
¡Soy
inocente! ¡La cárcel no me asusta! Vuestras leyes son siniestras, e incluso
detrás de estas paredes, continuaré oponiéndome a ellas.
Marquis de Sade.
ACTO ÚNICO.
Monólogo sobre los colores de la destrucción.
¿Cómo llegué a aquí?
Me rodea una obscura noche, y en
ella, veo mis manos sin realmente ver mis manos, veo el mundo sin realmente ver
el mundo, y veo mi rostro sin realmente ver mi rostro.
Yo, un ser que pasea su mirada
por frías calles iluminadas por luces amarillentas, distinguiendo toda la
hermosura del universo en tan sólo un segundo, a cada paso, sigiloso, ignorado,
llevándome a un camino de nuevos descubrimientos. Pero no es la obscuridad, ni
la luz, ni el relámpago lo que me describe realmente… ¿qué podría describirme? Quizá
una pregunta, aquí en medio de las melodías que conforman la realidad, de esta
maravillosa rapsodia que es la existencia. ¿Estoy divagando? No, ¿y si lo
fuera?, ¿qué?, ¡quiero divagar!, quiero recordar cómo empezó todo; si, lo he
recordado millones de veces, rememorando todos los momentos de planeación hasta
consumación, reviviendo hasta el más leve sentir, que me llevó a lo que soy
ahora: un ser con más preguntas que respuestas, ¡qué dicha!
El sonido de la llovizna y los
vientos a mi alrededor, me permiten volver a saber en mí el delicioso placer de
mi percepción, el poderoso razonamiento de las sensaciones que me abordan como
un océano ante la más leve gota, y el disfrute tan inmenso como un huracán a
cada suave brisa. A un leve susurro, todo elemento a mí alrededor se detiene,
cada molécula se congela, y al más leve movimiento de mi mano, todo estalla en
un espectáculo inolvidable. ¿Este…soy yo?, ¿o soy otro?, ¿esta es mi realidad?,
¿este es el mundo donde yo fui consumado?, si, y este que está ante toda esta
sinfonía de posibilidades, soy yo en mi máximo esplendor. Por primera vez en
todos los años que conforman mi vida mundana, por fin siento el leve peso de la
realidad en mi ser, apretando mi respiración, mi sensibilidad, mi pensamiento,
pero tan sólo un leve instante antes de que mi voluntad golpee con nuevas
formas a la existencia, y me deje llevar para librarme de cualquier límite.
Cada cosa que aparece en mi andar, puedo ver no sólo todos los detalles de su
superficie, sino su interior, como luces, como música aprisionada a los muros
de materia débil, y que no sólo puedo escuchar, ¡sino ver!, incluso…formar a
mis deseos. Por fin, puedo sentir la música en mi interior, y hacerla brotar
hacia todos lados, sin tapujos ni dudas, sin engaños ni barreras…sólo se
desborda hacia todas las partes que yo diga. Ah, tanto por conocer, tanto por
escuchar, tantas dudas por responder…me siento feliz, de que esta vida que
tengo ahora, me alcance para responderlas.
De repente, la música, la
sinfonía, las melodías y toda la rapsodia se ve atrofiada por sonidos
familiares, por sonidos que nunca extrañé, y que incluso luché por exterminar:
el tan reconocido sonido de la voz humana sometida a su indecisión, estupidez,
y hermetismo. Miré al frente, y cuando mi visión estuvo acostumbrada al
panorama, pude permitirme, no sin asco, una figura de mayor altura, mirándome
con repulsión. Su música, sus colores, incluso su hedor eran distintos ante
todo lo que había percibido hasta el momento; rojos agresivos, vibrantes, pero
débiles, tenues, como la llama de una pequeña vela antes de extinguirse…si, el
sujeto se veía fuerte, pero en su interior estaba en las últimas, lo cual no es
una sorpresa, ya que todos los de su…calaña, están así, fuertes por fuera, pero
muertos por dentro, sin ningún cuestionamiento real a su realidad, y ninguna
acción que demuestre lo contrario, sólo viven, como ajenos a su alrededor, sólo
viven porque alguna otra persona, sin creerlo de verdad, les dice que tienen
que vivir: el chiste más morboso de la existencia. Todas estas pequeñas
personas que luchan su día a día, según ella, tratando de encontrar algo nuevo,
y cuando lo logran, no les gusta, cuando no ven que es lo que realmente
necesitan. No, no, no…no voy a gastar más pensamientos, ni siquiera se merece
que esquive el puñetazo que estampó en mi mejilla izquierda, haciéndome caer.
En ese instante, todos los colores en mi interior se dispararon al instante,
como relámpagos, como fuego, como tornados de odio que se tradujeron en las
pequeñas gotas de sangre que salieron de mi boca, formando después una sonrisa,
torcida, forzada, pero alegre al percibir el sabor de la ignorancia, el sabor
del miedo, el sabor de la adrenalina, y el sabor de sentirse capaz de detener
todo aquello. Ante toda la destrucción inevitable de los colores y sinfonías
que tronaban en mi cabeza, un pensamiento lógico como la primera vez que lo
pensé, hizo un eco ensordecedor en toda mi alma: los límites se cortan de raíz.
Sin haber terminado ese
pensamiento, me vi a mi mismo de pie, con la mano extendida al aire, todavía
preguntándome el cómo pudiera ser algo así posible, pero mis dudas fueron
contestadas ante el sonido de la cabeza del sujeto frente a mí, cayendo algunos
metros más allá de su cuerpo. Mientras el resto del bastardo caía ante mí, yo
filosofaba, ¿qué fue todo aquello?, ¿qué pasó con todos los colores, las
melodías, la rapsodia de existencia?, ¿por qué todo cayó en un…silencio? Medité
sobre eso un momento mientras escuchaba gritos a mi alrededor por el asesinato
que cometí hace apenas unos segundos. No…no fue un silencio, digo, lo fue, pero
fue un silencio ensordecedor, titánico, muy palpable…interesante, quizá el
proceso de todos los colores que veía hasta hora, la esencia de las cosas, se
presiente de manera distinta cuando la adrenalina forzada por un acto cometido
con mayor fuerza de la requerida se consuma en tan sólo un instante. Cuando le
arranqué la cabeza al sujeto sin siquiera pensarlo, el proceso fue tan rápido
que no lo vi, pero no es que no existiera, sino que debo entrenar mi vista,
debo entrenar mi percepción, o en otras palabras, más límites que romper. A esa
conclusión llegué cuando una luz chocó contra mi rostro, la de un coche, una
patrulla, donde salía un par de oficiales armados contra mí. No sé qué balbucearon,
quizá alguna tontería de rendirme, y eso fue lo que me hizo enfurecerme, a tal
grado que mi mente rugió en un tremendo No,
lo que liberó un tanto de energía a mis alrededores haciendo que unos cuantos
faros de luz explotaran; ante el segundo balbuceo, me recordé a mí mismo, hace
muchos años, un niño derrotado y solo, lleno de dudas y miedos, y cómo
constantes ruidos humanos me susurraban que me rindiera; al tercer balbuceo,
decidí no contenerme. Grité, con toda la rabia y odio que estuve guardando en
mí día tras día y año tras año, liberando un tanto de mi poder al mundo, el
cual se expandió a voluntad haciendo que todas las calles a mí alrededor se
sumieran en las sombras, volviéndome a mí la única luz brillante de todo el
lugar; me relajé, al sentir el silencio rodeándome, como el hogar que siempre
fue para mí.
No temí, y no dudé, y empecé a
caminar entre los cuerpos inconscientes de los oficiales, y toda persona a la
redonda; se me hizo raro no matarlos, e hice nota mental de que practicaría
sobre este poder. Mis pasos me llevaron lejos de ese sorprendente inicio, y
llegué a dónde comenzó todo, mi primer y único hogar: el edificio margarita de
la avenida 20 de Noviembre del número 212.
El tacto con el portón que
tantas veces crucé en mi juventud, me trajo dulces recuerdos, pero también no
pude evitar un sentimiento de nostalgia al percibir los cambios que mi ausencia
provocó con el pasar de los años. Entrar no me fue nada difícil, decidido ya a
que ninguna puerta me frenaría hacia mis objetivos. Una vez adentro, todo
parecía como si hubiera sido ayer: el largo camino que seguían los autos hasta
el estacionamiento, y el hall donde estaban unas escaleras que conducían a las
hileras de departamentos en el piso superior; dejando que la alegría me inundara
por unos instantes, reviví todo esos momentos de mi infancia, que me fueron
arrebatados con el devenir de los segundos; caminé hacia el estacionamiento,
hacia el patio, encontrándome un escenario de destrucción y abandono, donde
antes hubo esperanza y posibilidades de diversión a cualquier momento. Me
hinqué tocando el suelo mallugado de ese lugar, sintiendo el polvo y tierra en
las yemas de mis dedos, lo que movió las sinfonías a que me rodearan en una
melodía estridente, vigorosa, llena de colores vivos y acogedores. Alcé la
mirada hacia las ventanas que daban al patio, dirigiéndome a la cuarta…la de mi
antigua habitación.
Caminé hasta estar al centro del
patio, y por primera vez, fui consciente de mi pesada respiración, y mi corazón
desenfrenado; este no era cualquier momento después de todo. ¿Cuánto tiempo
había pasado? Años, muchos años desde aquellos atardeceres en mí pequeño mundo
de caricaturas y comidas tibias; y ahora, era el feliz reencuentro. Respiré
hondo, cerré los ojos, y disfruté el momento, permitiendo que la emoción se
desbordara de mi pecho, e hiciera elevarme. Cuando las plantas de mis pies
dejaron de sentir el mundo terrenal, me sentí en la gloria, sentí un estallido
en mi interior que se tradujo en un remolino de colores azules suaves, como el
del cielo que antaño temía, pero que ahora considero mi más fiel aliado. Estaba
flotando…no, ¡estaba volando!, volaba de verdad, ¡de todos los sueños locos e
infantiles! Este momento era la consumación de toda una vida de deseos e
ilusiones, la realidad que se imponía a todas las posibles realidades. Donde
antes un brinco al aire era un temeroso intento por alcanzar algo más, ahora
este poder, ¡mi poder!, era una demanda para explorar todo lo que quisiera.
Abrí los ojos, y vi el pequeño universo a mis pies. Antes tenía mucho miedo de
volar, de perderme en la infinidad de lo desconocido, pero en verdad era porque
pensaba que a medio trayecto, caería irremediablemente a un doloroso fin. Y si,
caí muchas veces en mi vida. Pero ahora… ¡no podía esperar por dejarme llevar!
Quería saberlo todo: altitudes posibles, maniobras, funcionamiento corporal del
vuelo, manejo de energía y distribución del aire, ¿al volar rápido me tragaría
algún insecto?, ¿sería cómo ir en auto, donde no puedes abrir los ojos o respirar
bien?, dejé que el torrente continuará en otra esquina de pensamiento, ya que
tenía una cita importante con las decisiones que marcaron el destino que tenía
en frente.
Miré desde la ventana lo que antes era mi cuarto, y que
ahora sólo era un espacio vacío repleto de insectos, pero los recuerdos que
tuve fueron tan conmovedores, que aquel peculiar ardor en el puente de mi nariz
no se hizo esperar. Me sentí desesperado, ¡quería ver mi cama!, ¡quería ver a
mi mamá!, ¡quería ver la tele!, ¡quería una comida hecha por mamá!, oler el tan
sabroso aroma de carne empanizada, acompañada con papas a la francesa, y un
vaso grande de agua de limón, ¡eso era la comida perfecta!, qué pozoles o
consomés ni su chingada madre, ¡ese era el festín digno de dioses! Ya que se
hacía con unas manos amorosas, en medio de un escenario lleno de sueños. Esos
momentos de tanta brillantez, fueron los que me motivaron a querer ser un
superhéroe…
Y ahora, ¡soy más que eso!
Ninguna imagen aquí utilizada me pertenece bajo ningún
motivo.
Su uso es sólo con fines de enseñanza y
entretenimiento.
Cada una pertenece a su respectivo creador.
Entendido eso, agradezco la atención.
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