lunes, 31 de octubre de 2016

La época extraordinaria.


EL RECUERDO DE LOS HÉROES.
Al terminar un camino se empieza otro.

Viví una época extraordinaria.

Aunque lo he mencionado en muchas ocasiones pasadas, me parece primordial referir no sólo esta inspiración por las caricaturas cómo mi primer móvil hacia la creación literaria, sino cuál fue mi proceso perceptivo en ese entonces que me conllevó a crear los primeros párrafos de una historia inolvidable.
Me gustaría decir que 1994 fue una época de importantes cambios en mí país, o por lo menos, en mi localidad, pero siendo uno un bebé regordete bajo los atentos mimos de una madre amorosa y sobreprotectora no me enteraba de mucho en el mundo exterior. A corta edad hubo pocas cosas que me llamaran, aunque eso cambió radicalmente cuando me vine enterando de algo llamado “escuela”, siendo regurgitado del universo conocido, del seno maternal, para adentrarme en un campo de rarezas indescriptibles que llegué a conocer como compañeros escolares. El constante bullying que recibí debido a mis gustos, mi exagerada sensibilidad, la sobreprotección de mi madre, y mi compulsivo deseo de ser aceptado me marcaron mucho en esa época, lo que dio inicio a los primeros viajes por los mundos imposibles, siendo que si no podía obtener el cariño deseado en las personas del mundo conocido, me adentraría en otros campos del entendimiento, donde no temería por rechazo alguno.
En aquellos días, sin el más mínimo interés por la salida de amigos o las fiestas de cumpleaños, pasé largas tardes dentro de una habitación maravillosa, donde ya haya sido iluminado por el potente atardecer o la tranquila luz lunar, me vi frente a un televisor degustando mis series preferidas. En esos tiempos mis ídolos fueron varios, y cada uno de ellos tenía la característica común de enfrentarse al mal sin ningún temor; envidiaba tal talento porque no poseía la fortaleza moral de oponerme a la gente que no me agradaba. Los mimos de mi madre fueron un bálsamo para mí, aparte de rezar el rosario o las salidas sabatinas para ver una nueva película, también incluyeron ratos de lectura, donde ella debía leerme debido a mi renuencia en aquel tiempo. Crecí con varias historias particulares, como Matilda, Sangre de Campeón, El águila que quería ser águila, El caballero de la armadura oxidada, narraciones de superación bastante agradables, sencillas, incluso simplonas para muchos, pero en aquel tiempo para mí fueron lo máximo. En unos primeros instantes, supieron darme respuesta a varias de mis preguntas.
Mientras el resto de mis compañeros se fascinaban con celulares baratos, modas mezquinas sobre juegos, salidas callejeras, y otras actividades, en mi fuero interno, ubicado ya sea en el pupitre más solitario del salón o en la zona más abandonada de un parque, comenzaba los primeros movimientos, las primeras preguntas acerca de cómo plasmar toda mi emoción a la realidad. Primero intenté con el dibujo, pero era claro que no tenía el don; mi madre, tan dulce, intentó llevarme a varias clases como el Tae Kwon Do o la natación, pero nada de eso fue de mi total agrado.
Al pensar más en aquel entonces el cómo expresarme, poco a poco se desenterraron recuerdos sobre momentos realmente duros en mi infancia. El abandono de un padre indiferente, temporadas de enfermedad donde no asistía a la escuela, clases particulares para ponerme al corriente, y una intensa soledad por el rechazo de otros niños de mi época. De aquellos momentos singulares tengo apenas unas vagas visiones de lo sucedido, por lo que hace mucho tiempo deduje la insignificancia de tales actos en mi pensar. La vida sencillamente no esperaba a nadie, y conforme a ello, brotó en mí la primera idea sobre manifestar las ideas que se formaban en mi mente. Fue precisamente mi renuencia a leer lo que me hizo elegir mi auténtico arte. Mis primeros escritos fueron apenas bocetos paródicos de mi potencial, siendo que versaban sobre situaciones donde personajes de mis caricaturas favoritas se relacionaban románticamente. Aquello fue evolucionando poco a poco, palabra a palabra, hasta que durante las primeras vacaciones para la transición de primaria a secundaria, tuve la idea de crear la historia de un mundo dentro de este mundo.
Para dirigir el eje principal de aquella primera creación, fue importante el visualizar un ídolo destacable, un personaje de entre todos los que ocupaban mi pensamiento como el mejor y único, cuyas aventuras servirían para dar esquema a la magnitud de lo que quería hacer. Y el elegido, por supuesto, fue el gran guerrero y tenaz saiyajin, Son Goku.
Dragon Ball tuvo una influencia bastante grande en mi primera historia, y en todos los preceptos ocupados durante el proceso de mi gran epopeya, pero la selección como mi ideal supremo de aquel entonces fue algo mucho más interesante, siendo que como tal, no conocía toda la historia del personaje en sí.
Recuerdo vagamente cómo pude ver algunas aventuras del pequeño saiyajin, pero eran apariciones bastante esporádicas al no seguir la caricatura con precisión. Agreguémosle el problema de que a esa edad, no tenía la más mínima concepción de lo que era una serie y lo que era una película, confundiéndome bastante al ver cómo Goku primero se encontraba con Bulma, y la siguiente vez que me encontraba con esos personajes, ahora se enfrentaban a Lucifer. Desconocía casi por completo el universo de la obra, adentrándome a las aventuras por vez primera en la saga de los Saiyajin, cuando Dragon Ball Z era transmitido por el canal Cartoon Network. En ese entonces fue bastante interesante, porque si en algo se destacó el canal mencionado, en conjunto con Nickelodeon, Disney, y la transición de Fox Kids a Jetix, fue en regalarnos una época dorada de superhéroes, donde nacieron personajes emblemáticos cuya fama permanece hasta nuestros días. La aparición de caricaturas como Danny Phantom, Avatar: La leyenda de Aang, El Tigre, Ben 10, Juniper Lee, Kim Possible, Jake Long: El dragón occidental, Jenny la robot adolescente, Duelo Xiaolin, Dave el Bárbaro, Dragon Booster, en conjunto a algunos otros ánimes que comenzaron a transmitirse como Zatch Bell, Naruto, Yu-gi-oh, Yu-gi-oh GX, Pokemon, One Piece, fue lo que generó una explosión masiva de ideas dentro de mí para escribir mi primera historia. Estoy hablando de un tiempo donde Los Guerreros Z fueron contemporáneos de La Liga de la Justicia y Los Jóvenes Titanes, además de algunas esporádicas apariciones de los X-men, Hulk el hombre increíble, y Spiderman, por lo que para mí era muy común comparar poderes. Y claro, no descartemos otras series como Mansión Foster para amigos imaginarios, El campamento de Lazlo, Las sombrías aventuras de Billy y Mandy, Ed Edd y Eddy, Mi compañero de clase es un mono, Coraje el Perro Cobarde, Invasor Zim, Phineas y Ferb, incluyendo algunas comedias en carne y hueso con El manual de supervivencia escolar de Ned, Skimo, Zoey 101, Drake y Josh, Kenan y Kel, en fin, muchísimas más. Y haciendo una conglomeración de todo lo que me proyectaban todas y cada una de esas historias, me embarqué en mi primer viaje sin retorno por los terrenos de la escritura.
Pero en esos momentos no me conformaba que fuera una simple travesía por todos los mundos, ya que tenía el deseo de concebirlo como una experiencia entrañable en mi vida, y por eso decidí hacer mi primera encarnación literaria, siendo yo mismo el protagonista de la gran aventura. Resuelto quién sería mi héroe, empecé a bosquejar quienes serían los mejores villanos para mi cruzada, por lo que la saga inicial, el mundo de caricaturas, consistía en cómo aquel mundo había caído en control de unos poderosos seres llamados los comodines infinitos, cuyo líder, el cruel Okigledon, derrotaba a los héroes sin piedad, quienes aún guardaban en sus corazones el lejano deseo de que el salvador profetizado llegara para hacer frente a tan terribles enemigos.
La historia la inicié entrado en secundaria, por lo que el propio protagonista tenía mi edad y mis actitudes, y también mis anhelos sobre una aventura más allá de mi mundo. Ante tales ensoñaciones, no recibo precisamente la visita del sabio anciano como un Luke Skywalker, un Harry Potter, o un Frodo, sino la llegada de un muchacho llamado Miguel, quien proviene del mundo de caricatura, dándome la oportunidad de vivir mi sueño, y por ende, salvarlos a todos.
Pero para combatir tal maldad no podría recurrir a mis habilidades naturales, las cuales consistían en entregar la tarea a tiempo y ver televisión, por lo que Miguel me brindó los dones de los héroes, transfiriendo algunos poderes de mis personajes favoritos de Dragon Ball Z a mi espíritu, permitiéndome ser poderoso en aquel otro mundo.
Años después, al haber adquirido mayor criterio sobre la significación en la narrativa, me encontré con cosas muy interesantes cuando analicé mi obra, y una de ellas fue la aparición de los tres obstáculos. Cuando llegué al mundo de caricatura, Miguel me dijo que tendría que pasar por tres pruebas antes de proseguir con un entrenamiento, y aquellos tres estados los he podido definir como una prueba no a la fortaleza del héroe, sino a su propia inocencia. Comprendamos que el personaje central se desarrollaba entre mundos donde las caricaturas coexistían pacíficamente, y aquellos primeros obstáculos no medían poder, sino la pureza del individuo. En esos tiempos, cuando bosquejé aquellas pruebas, manejé la temática del incesto y la homosexualidad sin siquiera cuestionármelo, en situaciones que quizá muchos tacharían como “fuera de límite”. Y si, aunque el personaje principal no tomó la mejor decisión para ayudar a los individuos involucrados, fue su percepción clara lo que le permitió involucrarse de forma más directa con los misterios de ese mundo, permitiéndole retomar más experiencia antes de luchar.
Lo más resaltable, o rescatable en todo caso, sobre la presente saga, no fueron tanto sus peleas contra los malhechores que asolaban aquel mundo, sino diversas situaciones que se presentaban a momentos, donde una posición inocente abría muchas oportunidades de éxito en la aventura. Una de las que más me viene a la mente fue durante un combate sostenido contra uno de los comodines en el mundo de Danny Phantom, y cómo el héroe descubre que no existe una maldad en el enemigo, y decide extenderle su mano para formar una amistad. Por desgracia, otro de los comodines descubre tal situación, matando al que intentó unirse al héroe.
Otra pieza importante era la evidente superioridad en la figura de Son Goku frente a otros personajes. Casi todo el final de la historia consiste en un torneo donde los mayores héroes de aquel mundo luchaban a mi lado contra los comodines, siendo derrotado uno, luego el otro, y así sucesivamente hasta que el Saiyajin se enfrenta a Okigledon, pero al final es vencido por éste, lo cual me deja desolado. La sola idea de alguien derrotando a Goku, en ese tiempo, para mí, era tan insólita que incluso lo cambié después cuando lo pasé todo a un archivo digital, pero originalmente aquella era la situación, lo cual seguiré manteniendo para futuros análisis. Creyéndolo invencible, pero viéndolo derrotado, hizo entrar en conflicto a mi personaje, y me gustó muchísimo en términos de narrativa. Todo se reducía al combate definitivo entre el poderoso salvador y el máximo opresor, al cual logra vencer para luego retornar a su mundo de forma triunfal.
Pasó un tiempo al haber terminado esa historia, sin ninguna intención de continuar, pero entonces varias encrucijadas aparecerían ante mí, lo que me empezaría a formular la siguiente parte de mi gran movimiento. Seguía en la secundaria evidentemente, pero muchas cosas habían cambiado. Las banalidades acostumbradas se mantenían, pero todo ello empeoró cuando hubo un incremento en el consumo de drogas, la violencia, y el secuestro, no sólo en los adultos, sino en la vida juvenil. Fue una época de muchas rupturas, de bastantes decepciones al ver cómo muchos de mis antiguos amigos abandonaban cosas que les gustaban, abriéndose paso por senderos más obscuros de la vida.
Muchas situaciones me motivaron a seguir con mi historia, donde la mayor parte de la trama se daría en el mundo real, mi mundo, provocando que el héroe salvador abandonara su inocencia para abrir su alma a nuevas emociones que me inundaban en ese momento. No por nada la saga comienza con una oda a la extinción de los valores en el mundo, describiendo en muchas maneras la rabia, la indiferencia y el rencor que inundaban al personaje desde que regresó del mundo de caricaturas. La complejidad de la trama, si es que la había, no era mayor a la habitual en la anterior parte, pero si hubo una definición emocional más marcada en el personaje protagónico, al mostrarse en situaciones de furia desenfrenada, y donde tuvo que enfrentarse a varios aspectos de su pasado. Obviamente, no dejé de lado la ficción, agregándole un elemento singular, si es que podía nombrarse así: el súper-demonio.
Debo afirmar con cierta pena, pero sin lugar a dudas con gran cariño, que si en la primera saga vimos algo de diversidad en cuando a las figuras que me inspiraron para crear un mundo, la segunda saga es un plagio jurado a las constantes luchas vistas en Dragon Ball Z. Gracias a un relámpago proveniente de un misterioso lugar en el universo, me son otorgados asombrosos poderes, los cuales en la mayoría del tiempo son despertados por medio de la ira. Se adhieren nuevos personajes a la historia, como son la inclusión de algunos amigos de la infancia, obteniendo poderes similares a los míos, con los que comenzamos a entrenar clandestinamente para frenar el ataque masivo de una horda de demonios en las calles de Cuautitlán centro.
Se incluye al gran enemigo Lucigon, el rey demonio de los infiernos, quien al luchar con el personaje protagónico, se hace una obvia parodia a la batalla de Freezer, siendo que la transformación de Súper-Demonio en un humano, es similar a la del Súper-Saiyajin, pero con pelo blanco. Y cuando este demonio retorna de la muerte, también lo hace Miguel con nuevos poderes en referencia a Trunks del futuro. Aparecen más enemigos, y uno destacable en ésta y próximas historias, es mi medio-hermano Carlos, quien decide sostener un gran combate contra mí en alusión a la primera lucha entre Goku y Vegeta, y eso es algo muy cierto si se presta atención a la descripción de la batalla (claro, si uno logra superar el horroroso encuentro de la tan descarada omisión de reglas ortográficas).
Se agrega una breve lucha contra unos seres conocidos como Meca-Arcángeles, los cuales vendrían siendo equivalentes a los androides de la conocida historia. También contemplamos el regreso de Okigledon, esta vez en el mundo real, haciendo homenaje a Cell, para concluir en el combate definitivo de ambos hermanos, Carlos y Max, contra dicho enemigo. Sólo hasta finales de la segunda saga podemos ver un necesario cambio de contexto.
Se introduce el mítico reino de Sabirnan, como también la existencia de un mítico inframundo X, que supuestamente es donde provienen los poderes del súper-demonio. En definitiva ahí pude notar que fue la saga con mayores incongruencias en cuanto al origen de mis nuevos poderes.
Durante la primera batalla contra Lucigon, el rey demonio reconoció los poderes infernales que poseía el héroe, por lo que en ese momento se creía que el Súper-demonio era alguna mítica creación del infierno. Los Meca-Arcángeles, por su lado, mencionaron que la generación de actuales guerreros no eran los primeros en portar tal poder, dando a entender que hubo muchos otros antes que los presentes protagonistas. Claro, a esas alturas de la historia no era capaz de recordar tales detalles, mientras hubiera salvado a todos. Y cabe destacar que el final de dicha historia, donde el héroe tiene que volver al mundo de caricatura por unos momentos, al saber que ha sido asolada por un nuevo villano, utiliza sus nuevos poderes para dar liberación a ese mundo, pero se rehúsa a eliminar al malvado, decidiendo que no volvería a caer en el enfado para ser el héroe que siempre deseó. Una resolución digna para ese entonces, en los que logré resolver varios de los conflictos en la vida diaria. Una gran sonrisa volvía a surcar por mi rostro. Así mis aventuras por diferentes mundos se interrumpieron momentáneamente, hasta que decidí volver a la carga con una tercera entrega, mucho más voluminosa que la anterior.
Planteando el inicio de la nueva leyenda en un futuro post-apocalíptico, donde la humanidad y el universo conocido fueron conquistados por una misteriosa flota alienígena, cuyo control sobre el cosmos conocido parecía absoluto. Dios, al notar cómo una fuerza antigua y poderosa movía los hilos desde la obscuridad, decidió acudir al antiguo héroe que hace mucho defendió al mundo de terribles amenazas. El Súper-Demonio resucitó, encontrando su mundo devastado por aquella fuerza imparable, a lo que junto a un selecto grupo de aliados, se escondieron en el mundo de caricatura para reunir las tropas suficientes en una guerra que estallaría próximamente en el mundo real. Fue una saga bastante ambiciosa, no sólo por los incontables personajes que se agregaron en cada capítulo o la extensión propia de las aventuras, sino el seguir manteniendo una paulatina transformación en cada uno de los protagónicos de la obra hasta su punto máximo. En esta gran aventura me encontraba yo, junto a mi medio-hermano Carlos de la saga anterior, una chica llamada Sandra quien adquirió los poderes del súper-demonio, un guerrero llamado Ryko quien fue antiguo adversario en la primera saga, y se integró un nuevo héroe conocido como Andrew, el súper-demonio definitivo, equivalente del terrible Broly en mi gran creación.
Y aunque hubo batallas increíbles y situaciones destacables, resalté mucho el conflicto en mi personaje sobre esta falta de objetivo que le invadía en ocasiones. Aunque en momentos se mostraba decidido, esta impulsividad al tomar decisiones, contrastada por la falta de responsabilidades, le creaba muchos problemas con sus compañeros, llegando a separarse en cierta parte de la historia. El héroe principal tenía mucho el conflicto sobre preservar la vida de toda la existencia o solamente la de sus seres más amados.
El enemigo de esta ocasión era conocido como Renkaiser, líder del ejército alienígena, y antiguo dios de la muerte, cuyo plan era eliminar a todo humano en los universos, siendo que éstos eran el seguro del Dios Superior para mantener unida la realidad. Sin ellos, Renkaiser podría tener el poder suficiente para rehacer la existencia a su imagen y semejanza. Cabe decir, como un dato interesante, aunque la figura de Goku seguía preponderando por sobre otros héroes que ayudaron en la batalla final, fuera mi personaje en última instancia quien se enfrentara por primera vez a un dios, cuando años después el Saiyajin también se enfrentaría a deidades.
Para derrotar a tan terrible enemigo, luego de una primera batalla, los antiguos dioses, los cuales poseían nombres Lovecraftianos, me acogieron en su dimensión, revelándose todos como hermanos y hermanas del mismo Renkaiser, contando su historia en los principios del tiempo y la manera de poder derrotarlo. Aquellas entidades, luego de una exhaustiva charla sobre los poderes de la divinidad, me pidieron que me preguntara porqué de entre todos los seres en los universos, yo había llegado hasta ese punto. De esa forma me fue revelado que la fe humana es un arma poderosa, capaz de impulsar el espíritu más allá de cualquier límite, y con aquella virtud, me dieron el conocimiento no sólo para expulsar la última forma de Súper-demonio, sino de invocar un poder conocido como la Kindraikan, capaz de aniquilar deidades antiguas, presentes y futuras.
Luego de una feroz batalla contra el dios, logré manifestar el último poder, eliminando a Renkaiser de la existencia conocida, otorgando la liberación, una vez más, a todos los mundos.
Así concluyeron las aventuras del Súper-demonio durante varios meses. Por mucho tiempo planeé la continuación con una cuarta saga, donde los elegidos milenarios se unirían para enfrentar la resurrección de una antigua fuerza destructora, conocida como Apok, quien era capaz de traer el fin de los universos. Comencé un borrador escrito a pluma, pero nunca terminé de completar el proyecto al parecerme algo tedioso, sin mencionar que en esos momentos iba a culminar con la secundaria, y me alistaba para la preparatoria, lo cual consideraba que era un cambio bastante fuerte en mi vida.
Entré en una nueva época, la cual me gusta definir, con cierto pesar, “edad sombría”, donde abandoné el proyecto del Súper-demonio, y decidí adentrarme en nuevas creaciones. Para esos días ya estaba familiarizado con el concepto de los Fanfiction, historias subidas a la red sobre diversas series, películas, caricaturas y ánimes. También fue un tiempo donde me adentré a los terrenos del cómic, topándome por primera vez con historias como Army of Darkness, Fall of Cthulhu, y por supuesto, Spawn.
La diversa mezcla de héroes, junto a antihéroes, y villanos tan perversos, me hizo crear maravillas como Batalla de Horrores, Herencia Diabólica, Trilogía Z, Odiolos, al igual que diversas encarnaciones de mí mismo, ahora con los problemas diarios de la preparatoria en El elegido de la Ira, El Necroquibista y Batallas contra tus demonios.
¿Por qué bautizo esta época de tan radicales creaciones como “edad sombría”? Por algo muy sencillo: no conservo nada de aquel entonces. Lo sé, permitámonos cinco segundos de silencio. Así es, en un arranque de enojo irracional, creyendo todas mis creaciones hasta esas fechas como mediocres y banales, las eliminé sin compasión alguna, iniciando en ese preciso momento con una renovación total de Herencia Diabólica, la cual también se perdió, esa vez por razones que aún no comprendo en su totalidad.
Durante mi estancia en la preparatoria, escribí algunos cuentos, uno que otro ensayo, pero ningún proyecto sólido que sea digno de mencionar, exceptuando aquellos catalogados como “errores”, pero que sirvieron de impulso para una nueva faceta de escritura en mi vida. Volví a mis orígenes, aún conservando mi primera historia, y aunque no conservaba ningún archivo de la edad sombría, me quedaban los recuerdos, con lo que comencé a bosquejar nuevos proyectos, pero esta vez, en calidad de novelas profesionales.
Los inconclusos proyectos titulados Yo Demonio y Los demonios de uno mismo, fueron el inicio de una nueva edad, donde comencé a adentrarme en un tema muy extenso: la obscuridad del alma humana. Con mis pasadas experiencias en los héroes, y nuevos encuentros en cómics, películas, y sin lugar a dudas, varias enseñanzas de Teatro, comencé a trazar montones de ideas. Puedo decir, sin equivocarme, que fue en ese entonces donde tuve uno de los momentos de mayor partición en mi vida, porque a pesar de tener la visión de lo que quería planear, mi técnica y conocimiento eran aún bastante limitados como para permitirme la creación misma de nuevos universos. Fue un día en que cerré puertas, puse candado, y a las sombras todo. Pero jamás olvidé mi objetivo, esperando el momento por cumplirse.
La transición de preparatoria a universidad también fue bastante influyente en mi arte literario, siendo que me gusta recordar esos momentos de mi vida como una gran faceta de experimentación sobre diversos escritos. Fue un tiempo donde dejé de lado las historias extensas, y me concentré en cuentos, incluso poesía, resaltando creaciones como La belleza del terror, El Guardián, Ella, Anochecer, y Decisión: un final feliz. Ante nuevas circunstancias mi prosa sintió nuevos cambios, permitiéndome un lenguaje más fluido, descriptivo, y consciente de lo que quería proyectar.
Con nuevos poderes a mi alcance, me lancé a los territorios desconocidos del ensayo, de los cuales realicé todo un compendio de los mismos, cuya gran colección titulé como Apasionario. En el mismo, también coloqué mucho material de diversa índole, como trabajos escolares, novelas pasadas, dibujos infantiles, y sobre todo, montones y montes de cartas amorosas que contaban historias posibles sin final alguno. Cada escrito era una nueva experiencia, que para bien o para mal, me fortalecía enormemente, permitiéndome hacer un acercamiento directo a mis proyectos personales, rompiendo candados antiguos y liberando aquellas ideas con mis habilidades alcanzadas.
Sin embargo, no me era suficiente desperdigar nuevas creaciones una tras otra, por lo que me propuse a encontrar una unión entre las mismas, todas siguiendo un mismo fin, un solo estandarte el cual crearía y llevaría con orgullo a todo sitio en este loco mundo. Sabía que con los ensayos había obtenido grandes progresos, permitiéndome vislumbrar en el horizonte como una nueva era se alzaba ante mí.
“El universo está cambiando”, en aquellas palabras consistía la premisa que estaba teniendo lugar en todas mis creaciones, inspirándome lo suficiente no sólo para seguir con mis antiguos proyectos, sino mejorarlos, y dejar que las posibilidades volaran frente a mis ojos. Nunca me encontré conforme, aún con historias donde los personajes y conceptos no fueran totalmente míos, sabiendo que no podía permitirme el rasgar la superficie de mi creación, sino adentrarme a ella, proyectando un mensaje complejo, existencial, pero a la vez sencillo e inherente a cualquier ser humano.
Sofía, la Linterna Verde, fue el inicio de ese gran movimiento, contándonos la historia de una muchacha que recibía un anillo de voluntad, que no sólo le permitía aventurarse a los infinitos senderos del cosmos, sino a los escabrosos misterios de su interior. Seguidamente creé Pokemon Gods ó la aterradora concepción de un milagro, en la cual dibujo la historia de Jonathan, un investigador que siempre trabajó con teorías de la evolución humana, y ante la oportunidad de ejercer el experimento de su vida, empieza a lidiar con las consecuencias de un nuevo mundo, el cómo un milagro también puede significar una gran tragedia. Aunque ambas historias cumplan todas las características de un Fanfiction, nunca me conformé con entregar cualquier Fanfiction, sino mis Fanfiction, donde no sólo planteo situaciones insólitas, y expongo temas de controversia humana, sino que soy capaz de llevar a los personajes hasta el límite, desarrollando así una narrativa inolvidable para cualquier público. Utilicé los conceptos de Linterna Verde para entregar una historia no sólo de anillos y luchas por el espacio, sino la travesía de una muchacha por los misterios de su interior, y cómo ve su vida afectada ante las nuevas posibilidades que se le presentan. Y obviamente no utilicé Pokemon “al pie de la letra”, mostrándoles una historia que nadie podría imaginar, siendo que de entrada conocemos a un personaje que critica la superficialidad de su mundo, y concibe milagros a través de la convicción en sus ideales.
El presente blog Guardián Eterno, sus dos versiones me han permitido dar a conocer mis historias, mi perspectiva ante el mundo, proyectando un mensaje conciso a toda persona que desee leerme, como también me ha hecho mejorar mi técnica paso a paso.
Pero debo decir que la historia de la cual me siento más orgulloso es una escrita hace tiempo titulada Sexonario: El que encontró la infinidad en uno mismo.
“[…] ¿Qué es Sexonario? Para mí, durante mucho tiempo, representó una historia sin terminar, y que con todo el odio e ira de mi corazón, deseaba ponerle fin. Pero después, descubrí, que tal título representaba un momento de mi vida en el cual me adentré a una caverna obscura sin posible retorno […]Esta historia, representa un testimonio histórico y simbólico en mi vida, funge como el inicio de toda la amalgama de proyectos enlazados que escribiré a futuro, y sobre todo, enaltece aquella promesa de niño, “ama lo posible y lo imposible aún más”, enseñándome a mí, y a todo el mundo, que al terminar un camino se empieza otro, encontrando así, la infinidad en uno mismo […]”.
Tal como la introducción de dicha historia afirma, más allá de lo sugerente del nombre, escogí este título porque representa un momento de mi vida donde el arte que esgrimo corrió el peligro de perderse y transformarse en otra cosa alejada a lo que yo quería. Como en muchas ocasiones pasadas, aquí también encarno al personaje protagónico, esta vez en una búsqueda rigurosa por el poder definitivo en el mundo real que todos conocemos y concebimos día a día. Este personaje inicia viviendo una danza entre el vicio carnal y los anhelos de justicia, los pensares de odio y condena en contraste con esta decadencia espiritual en las personas que conforman el mundo entero, hasta que poco a poco se descubre lo que realmente busca: un escape de la realidad conocida. Narrando esta pérdida de fe como símbolo de mi sentir en aquellos tiempos, unos días donde me alejé de familia, amigos, amores, y demás, este personaje, yo mismo en todo caso, me encuentro con la llave hacia otro mundo, un libro mágico que me da las instrucciones de lo que aparentemente resulta una prueba para conseguir el poder máximo, aquello que me permitiera escapar de la propia humanidad que me asfixiaba.
Ahí inicia mi viaje a otro mundo, un universo de naturaleza infinita donde se cae desde un cielo templado a un gigantesco océano. La creación de ese mundo mágico, alterno al conocido, responde sencillamente a tres temores principales que siempre me han marcado en mi vida: el mar, las arañas, y las alturas. Precisamente el océano donde aterrizo está atestado de gigantescas serpientes marinas que devoran cualquier cosa que entre en su territorio, y siendo primerizo en ese mundo, me terminan asesinando los primeros guardianes de ese umbral. Pero cuál es la sorpresa cuando me veo nuevamente en ese mundo, aterrizando en el mismo océano una y otra vez.
Una vez que la prueba es iniciada, no puede detenerse hasta determinado momento, que es donde el alma del pobre elegido, al no haber superado aquel obstáculo termina perdida en un reino entre nuestro mundo y el otro. Obviamente, por lógica al ser regurgitados a un nuevo mundo sin previo aviso, provoca que seas dañado, sólo para hacerte entender que no te encuentras más en un mundo conocido. Y obviamente, la actitud que tomé al querer sobrevivir tras otra muerte en aquella tierra mágica, es precisamente lo que hace la diferencia entre todos los seres que visitan aquel mundo en búsqueda del poder.
Tras varios intentos, logré llegar a una pequeña isla cercana, la cual estaba atestada de arañas gigantes, que en incontables ocasiones lograron someterme para luego devorarme con lentitud. El trauma de los recuerdos tras cada muerte permanecía en cada resurrección, donde sin importar que lograra sobrevivir en la isla, no llegaba a comprender del todo lo que debía estar haciendo. Pero mi confusión llegó a su fin cuando llegó a mí una maestra que me enseñaría.
La reina de las arañas, madre de las creaturas en aquella isla, un ser antropomórfico mitad inferior araña y mitad superior mujer de piel obscura, cuando algunos de sus hijos me atraparon, ella me observó con atención, examinando cada rasgo de mi ser, hasta que finalmente decidió hablarme. La llegada y pronta lucha en ese mundo simboliza al humano contra las incontables fuerzas de la naturaleza, hasta que poco a poco van coexistiendo en una especie de simbiosis a lo largo de su vida; el primer encuentro con la reina araña significa esta comunión. Ella finalmente me explica que como yo, muchos otros seres vinieron antes, seres humanos, en búsqueda del poder. Aquello me había decepcionado, por lo que pregunté porque no me mataba para terminar el suplicio, pero aquel ser se negó al afirmar que encontraba algo diferente en mí, lo que le impedía devorarme. A sus órdenes, sus hijos me soltaron, y entonces le pedí que me llevara a un lugar donde nadie más había llegado antes. De esa forma, me llevó hacia la cima de la montaña, donde residían creaturas conocidas como Los voladores, aves con cabezas humanas, que degustaban de capturar otras creaturas, elevarlas hasta lo alto, y dejarlas caer en el océano, como una especie de ritual cíclico de la naturaleza: lo que salía del mar debía volver a él. Una vez llegados a la cima, nos dimos cuenta que el cielo se había nublado, cosa que nunca antes había sucedido; cuando le pregunté a la reina araña acerca de si eso se debía a mí, algunos voladores se percataron de nuestra presencia, decididos a atacar. Aquí es donde existe un momento emblemático dentro del misticismo de la obra, al querer defender a la reina de aquel monstruo, atrayéndolo a mi dirección permitiéndole a la araña escapar nuevamente a su nido. La necesidad o búsqueda de poder se ve opacada por este deseo de protección y justicia. Un diluvio se abre paso en el cielo, mientras yo soy rodeado por los voladores, hasta que de pronto, un gran ejército de arañas, comandados por su reina, atacan a las creaturas tratando de ayudarme. En medio del caos, en agradecimiento, intenté llegar a ella, pero por desgracia uno de los seres voladores me atrapa elevándome por los cielos en tormenta. Mi sola llegada había sumido ese mundo en un completo caos, y mientras el ser volador me soltaba hacia un océano embravecido, un relámpago me dio de lleno, transportándome a otra esfera de realidad.
Ahí, entre las sombras, una voz me habló. Desperté a su llamado, y me pide acercarme para ver mejor no sólo mi apariencia, sino mi espíritu. Y efectivamente, me dice que existe algo distinto en mí. Aquel misterioso personaje no es otro que el mismo Lucifer, pero alejada de toda concepción maligna, sino como un ente trascendido hace tiempo, que al ver mis recientes hazañas, y mis recientes anhelos, me hace la siguiente pregunta: ¿qué deseas?, ¿gloria?, ¿poder?, ¿o conocimiento?
La elección parecía sencilla, siendo que aún recordaba el porqué había iniciado mi viaje en primer lugar, pero los recientes eventos sólo dejaban en mi mente los últimos instantes en aquel mundo, dejándome un único deseo: el poder salvar a la reina. Entonces elijo el conocimiento, el cual me es brindado en todos los niveles.
Los diferentes procesos para escribir esta historia fueron bastante interesantes, siendo que la creación de muchos momentos emblemáticos al proyectar la idea central no se incluyeron finalmente, como por ejemplo las aventuras que viví en aquel otro mundo, sintiendo que me extendía de más en aquellos detalles, al igual que muchos otras partes de la historia que cambiaban constantemente de ubicación. Es una historia que permitió un milagro, pero que me tomó cruzar con bastantes verdades para llegar a él. Por lo demás, todo siguió su camino, como el conocimiento que me permitió acceder al poder oculto del interior, esta habilidad de influir en el entorno, el poder de transmutar el universo conocido, y alcanzar las fuerzas divinas anidadas en los terrenos de la imaginación. Con el enorme poder que me volvía prácticamente un Dios en toda regla, inició uno de los momentos más importantes dentro de la historia, como de mi vida en general.
Ante la obtención de poderes, los diversos personajes que he trabajado en tanto tiempo se lanzan inmediatamente a la aventura para bien o para mal, pero en esta ocasión no fue así, sintiéndose un cambio tangible en cuanto este personaje reflexiona qué debería hacer con el poder. Sabiendo lo corruptible que podría ser esgrimir aquellas habilidades, decide hacerse preguntas sobre si debería utilizar aquellas nuevas fuerzas para consumar venganzas personales, pero finalmente decide dejar de lado cualquier mundano rencor en pro de los caminos extraordinarios que le aguardaban. Claro, no se trataba de eliminar el odio en sí mismo, pero si darse cuenta de lo tonto que sería desperdiciar sus nuevos conocimientos en una patética cruzada de venganza.
Cuando terminé de escribir tales pasajes, aún sabiendo lo que quería proyectar, no pude evitar sentir un gran asombro, porque tal decisión permitió un uso del lenguaje completamente diferente, dándole a este personaje un conflicto mucho más significativo y entrañable a cualquier ser humano. Las reflexiones que me dirigieron a tal creación, me permitieron librarme de aquella sombra que significó Sexonario durante mucho tiempo en mi vida, más que nada por la habilidad de transformar algo que significó una pérdida, en un encuentro prodigioso. En esos instantes pude sentir cómo muchos de los héroes de la época extraordinaria suspiraban con cierto alivio y emoción; fue ese el momento donde la era de las posibilidades me abría sus puertas.
Evidentemente la historia nunca estuvo destinada a darse a conocer ni a ningún tipo de publicación conocida, pero al notar la destacable transformación que implicó para mi tal historia, decidí escribir una segunda parte titulada El Viajero: travesías por la infinidad, donde este mismo personaje, esta misma encarnación, al haber conseguido tan grande poder, ahora se dedicaba a viajar por diferentes mundos para conocer sus adquiridas habilidades, y poder presenciar el gran cambio que estaba por venir en toda la existencia. Un tema recurrente en esa historia es la frialdad de lo divino y la armonía de la sencillez, siendo que este personaje no se formó siendo un Dios, él fue humano alguna vez, por lo que aún teniendo conocimientos que concebían diferentes niveles de la realidad, seguía poseyendo impresiones mundanas, y un corazón bastante cálido, lo que movía muchas veces a tener problemas con otras deidades que decidían permanecer neutrales ante varios desastres que padecían muchos universos. Es un proyecto de muchas jornadas, de muchas aventuras, que aún sigue escribiéndose, pero aún obteniendo resultados sublimes para con mi arte, su propósito, y mi vida en sí.
Como han podido apreciar, los que han tenido las fuerzas divinas suficientes para seguir leyendo hasta esta última parte, mi don para poder escribir ha pasado por muchas etapas, por muchos caminos difíciles, con orígenes quizá para algunos inesperados. ¿Por qué decido volver a estos temas una y otra vez? Bueno…porque es muy sencillo olvidarlo, y posiblemente todo esto no me serviría de nada, si en todo caso, no siguiera encontrando cosas nuevas cuando regreso a viejos escritos. Aquello es la magia del escritor. El día en que deje de asombrarme por todo lo que he hecho, tajantemente dejaré de escribir, y están ustedes de testigos ante estas palabras.

1
Héroe
y
Monstruo.

“No hay que reprimir impulsos en tiempos dementes”.

.  .  .

¡Soy inocente! ¡La cárcel no me asusta! Vuestras leyes son siniestras, e incluso detrás de estas paredes, continuaré oponiéndome a ellas.

Marquis de Sade.

ACTO ÚNICO.
Monólogo sobre los colores de la destrucción.

¿Cómo llegué a aquí?

Me rodea una obscura noche, y en ella, veo mis manos sin realmente ver mis manos, veo el mundo sin realmente ver el mundo, y veo mi rostro sin realmente ver mi rostro.
Yo, un ser que pasea su mirada por frías calles iluminadas por luces amarillentas, distinguiendo toda la hermosura del universo en tan sólo un segundo, a cada paso, sigiloso, ignorado, llevándome a un camino de nuevos descubrimientos. Pero no es la obscuridad, ni la luz, ni el relámpago lo que me describe realmente… ¿qué podría describirme? Quizá una pregunta, aquí en medio de las melodías que conforman la realidad, de esta maravillosa rapsodia que es la existencia. ¿Estoy divagando? No, ¿y si lo fuera?, ¿qué?, ¡quiero divagar!, quiero recordar cómo empezó todo; si, lo he recordado millones de veces, rememorando todos los momentos de planeación hasta consumación, reviviendo hasta el más leve sentir, que me llevó a lo que soy ahora: un ser con más preguntas que respuestas, ¡qué dicha!
El sonido de la llovizna y los vientos a mi alrededor, me permiten volver a saber en mí el delicioso placer de mi percepción, el poderoso razonamiento de las sensaciones que me abordan como un océano ante la más leve gota, y el disfrute tan inmenso como un huracán a cada suave brisa. A un leve susurro, todo elemento a mí alrededor se detiene, cada molécula se congela, y al más leve movimiento de mi mano, todo estalla en un espectáculo inolvidable. ¿Este…soy yo?, ¿o soy otro?, ¿esta es mi realidad?, ¿este es el mundo donde yo fui consumado?, si, y este que está ante toda esta sinfonía de posibilidades, soy yo en mi máximo esplendor. Por primera vez en todos los años que conforman mi vida mundana, por fin siento el leve peso de la realidad en mi ser, apretando mi respiración, mi sensibilidad, mi pensamiento, pero tan sólo un leve instante antes de que mi voluntad golpee con nuevas formas a la existencia, y me deje llevar para librarme de cualquier límite. Cada cosa que aparece en mi andar, puedo ver no sólo todos los detalles de su superficie, sino su interior, como luces, como música aprisionada a los muros de materia débil, y que no sólo puedo escuchar, ¡sino ver!, incluso…formar a mis deseos. Por fin, puedo sentir la música en mi interior, y hacerla brotar hacia todos lados, sin tapujos ni dudas, sin engaños ni barreras…sólo se desborda hacia todas las partes que yo diga. Ah, tanto por conocer, tanto por escuchar, tantas dudas por responder…me siento feliz, de que esta vida que tengo ahora, me alcance para responderlas.
De repente, la música, la sinfonía, las melodías y toda la rapsodia se ve atrofiada por sonidos familiares, por sonidos que nunca extrañé, y que incluso luché por exterminar: el tan reconocido sonido de la voz humana sometida a su indecisión, estupidez, y hermetismo. Miré al frente, y cuando mi visión estuvo acostumbrada al panorama, pude permitirme, no sin asco, una figura de mayor altura, mirándome con repulsión. Su música, sus colores, incluso su hedor eran distintos ante todo lo que había percibido hasta el momento; rojos agresivos, vibrantes, pero débiles, tenues, como la llama de una pequeña vela antes de extinguirse…si, el sujeto se veía fuerte, pero en su interior estaba en las últimas, lo cual no es una sorpresa, ya que todos los de su…calaña, están así, fuertes por fuera, pero muertos por dentro, sin ningún cuestionamiento real a su realidad, y ninguna acción que demuestre lo contrario, sólo viven, como ajenos a su alrededor, sólo viven porque alguna otra persona, sin creerlo de verdad, les dice que tienen que vivir: el chiste más morboso de la existencia. Todas estas pequeñas personas que luchan su día a día, según ella, tratando de encontrar algo nuevo, y cuando lo logran, no les gusta, cuando no ven que es lo que realmente necesitan. No, no, no…no voy a gastar más pensamientos, ni siquiera se merece que esquive el puñetazo que estampó en mi mejilla izquierda, haciéndome caer. En ese instante, todos los colores en mi interior se dispararon al instante, como relámpagos, como fuego, como tornados de odio que se tradujeron en las pequeñas gotas de sangre que salieron de mi boca, formando después una sonrisa, torcida, forzada, pero alegre al percibir el sabor de la ignorancia, el sabor del miedo, el sabor de la adrenalina, y el sabor de sentirse capaz de detener todo aquello. Ante toda la destrucción inevitable de los colores y sinfonías que tronaban en mi cabeza, un pensamiento lógico como la primera vez que lo pensé, hizo un eco ensordecedor en toda mi alma: los límites se cortan de raíz.
Sin haber terminado ese pensamiento, me vi a mi mismo de pie, con la mano extendida al aire, todavía preguntándome el cómo pudiera ser algo así posible, pero mis dudas fueron contestadas ante el sonido de la cabeza del sujeto frente a mí, cayendo algunos metros más allá de su cuerpo. Mientras el resto del bastardo caía ante mí, yo filosofaba, ¿qué fue todo aquello?, ¿qué pasó con todos los colores, las melodías, la rapsodia de existencia?, ¿por qué todo cayó en un…silencio? Medité sobre eso un momento mientras escuchaba gritos a mi alrededor por el asesinato que cometí hace apenas unos segundos. No…no fue un silencio, digo, lo fue, pero fue un silencio ensordecedor, titánico, muy palpable…interesante, quizá el proceso de todos los colores que veía hasta hora, la esencia de las cosas, se presiente de manera distinta cuando la adrenalina forzada por un acto cometido con mayor fuerza de la requerida se consuma en tan sólo un instante. Cuando le arranqué la cabeza al sujeto sin siquiera pensarlo, el proceso fue tan rápido que no lo vi, pero no es que no existiera, sino que debo entrenar mi vista, debo entrenar mi percepción, o en otras palabras, más límites que romper. A esa conclusión llegué cuando una luz chocó contra mi rostro, la de un coche, una patrulla, donde salía un par de oficiales armados contra mí. No sé qué balbucearon, quizá alguna tontería de rendirme, y eso fue lo que me hizo enfurecerme, a tal grado que mi mente rugió en un tremendo No, lo que liberó un tanto de energía a mis alrededores haciendo que unos cuantos faros de luz explotaran; ante el segundo balbuceo, me recordé a mí mismo, hace muchos años, un niño derrotado y solo, lleno de dudas y miedos, y cómo constantes ruidos humanos me susurraban que me rindiera; al tercer balbuceo, decidí no contenerme. Grité, con toda la rabia y odio que estuve guardando en mí día tras día y año tras año, liberando un tanto de mi poder al mundo, el cual se expandió a voluntad haciendo que todas las calles a mí alrededor se sumieran en las sombras, volviéndome a mí la única luz brillante de todo el lugar; me relajé, al sentir el silencio rodeándome, como el hogar que siempre fue para mí.
No temí, y no dudé, y empecé a caminar entre los cuerpos inconscientes de los oficiales, y toda persona a la redonda; se me hizo raro no matarlos, e hice nota mental de que practicaría sobre este poder. Mis pasos me llevaron lejos de ese sorprendente inicio, y llegué a dónde comenzó todo, mi primer y único hogar: el edificio margarita de la avenida 20 de Noviembre del número 212.
El tacto con el portón que tantas veces crucé en mi juventud, me trajo dulces recuerdos, pero también no pude evitar un sentimiento de nostalgia al percibir los cambios que mi ausencia provocó con el pasar de los años. Entrar no me fue nada difícil, decidido ya a que ninguna puerta me frenaría hacia mis objetivos. Una vez adentro, todo parecía como si hubiera sido ayer: el largo camino que seguían los autos hasta el estacionamiento, y el hall donde estaban unas escaleras que conducían a las hileras de departamentos en el piso superior; dejando que la alegría me inundara por unos instantes, reviví todo esos momentos de mi infancia, que me fueron arrebatados con el devenir de los segundos; caminé hacia el estacionamiento, hacia el patio, encontrándome un escenario de destrucción y abandono, donde antes hubo esperanza y posibilidades de diversión a cualquier momento. Me hinqué tocando el suelo mallugado de ese lugar, sintiendo el polvo y tierra en las yemas de mis dedos, lo que movió las sinfonías a que me rodearan en una melodía estridente, vigorosa, llena de colores vivos y acogedores. Alcé la mirada hacia las ventanas que daban al patio, dirigiéndome a la cuarta…la de mi antigua habitación.
Caminé hasta estar al centro del patio, y por primera vez, fui consciente de mi pesada respiración, y mi corazón desenfrenado; este no era cualquier momento después de todo. ¿Cuánto tiempo había pasado? Años, muchos años desde aquellos atardeceres en mí pequeño mundo de caricaturas y comidas tibias; y ahora, era el feliz reencuentro. Respiré hondo, cerré los ojos, y disfruté el momento, permitiendo que la emoción se desbordara de mi pecho, e hiciera elevarme. Cuando las plantas de mis pies dejaron de sentir el mundo terrenal, me sentí en la gloria, sentí un estallido en mi interior que se tradujo en un remolino de colores azules suaves, como el del cielo que antaño temía, pero que ahora considero mi más fiel aliado. Estaba flotando…no, ¡estaba volando!, volaba de verdad, ¡de todos los sueños locos e infantiles! Este momento era la consumación de toda una vida de deseos e ilusiones, la realidad que se imponía a todas las posibles realidades. Donde antes un brinco al aire era un temeroso intento por alcanzar algo más, ahora este poder, ¡mi poder!, era una demanda para explorar todo lo que quisiera. Abrí los ojos, y vi el pequeño universo a mis pies. Antes tenía mucho miedo de volar, de perderme en la infinidad de lo desconocido, pero en verdad era porque pensaba que a medio trayecto, caería irremediablemente a un doloroso fin. Y si, caí muchas veces en mi vida. Pero ahora… ¡no podía esperar por dejarme llevar! Quería saberlo todo: altitudes posibles, maniobras, funcionamiento corporal del vuelo, manejo de energía y distribución del aire, ¿al volar rápido me tragaría algún insecto?, ¿sería cómo ir en auto, donde no puedes abrir los ojos o respirar bien?, dejé que el torrente continuará en otra esquina de pensamiento, ya que tenía una cita importante con las decisiones que marcaron el destino que tenía en frente.
Miré desde la ventana lo que antes era mi cuarto, y que ahora sólo era un espacio vacío repleto de insectos, pero los recuerdos que tuve fueron tan conmovedores, que aquel peculiar ardor en el puente de mi nariz no se hizo esperar. Me sentí desesperado, ¡quería ver mi cama!, ¡quería ver a mi mamá!, ¡quería ver la tele!, ¡quería una comida hecha por mamá!, oler el tan sabroso aroma de carne empanizada, acompañada con papas a la francesa, y un vaso grande de agua de limón, ¡eso era la comida perfecta!, qué pozoles o consomés ni su chingada madre, ¡ese era el festín digno de dioses! Ya que se hacía con unas manos amorosas, en medio de un escenario lleno de sueños. Esos momentos de tanta brillantez, fueron los que me motivaron a querer ser un superhéroe…

Y ahora, ¡soy más que eso!

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Su uso es sólo con fines de enseñanza y entretenimiento.
Cada una pertenece a su respectivo creador.
Entendido eso, agradezco la atención.

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