lunes, 31 de octubre de 2016

El cine de mis viejos tiempos.

EL  CINE  DE  MIS VIEJOS  TIEMPOS
Algunas películas de mi infancia.

Este es un proyecto el cual dudé mucho sacar a flote, pero diversas circunstancias en mi vida mantuvieron firme su surgimiento en este espacio, como los recuerdos y el revivir diversas experiencias. Cabe aclarar que mi pasada publicación titulada Predilección Cinematográfica, no consistía en un punto final, sólo un momento concluyente de cuáles eran mis películas preferidas al momento, pero dejando claro que siempre existe un antes y un después. Y efectivamente en esta ocasión, luego de tantas búsquedas, me vuelvo a encontrar con películas desperdigadas en varios instantes de mi pasado. Primero fue una, luego la otra, y antes de que me diera cuenta, estaba ante toda una estirpe de películas pasadas que me habían encantado, y que sin lugar a dudas, me habían conformado. Claro, las cosas seguían sin ser sencillas al preguntarme sobre la utilidad de decirlo, ¿qué beneficio obtengo en mostrar una serie de películas que han sido apaleadas por la crítica en general? Bueno, sencillamente el preguntar, ¿qué tiene de malo?
He aprendido de primera cuenta que cualquier cosa es capaz de brillar por sus propios méritos, y que la comparación directa con otros trabajos debe obedecer a la sana cuestión de evaluar puntos fuertes y puntos débiles, pero nunca para juzgar una obra bajo una sola verdad. Debo decir que tampoco poseo el criterio adecuado para evaluar un filme de cualquier tipo, sin importar cuanto me informe o sin importar cuantas veces me ponga a ello. En este momento sólo voy a resaltar el disfrute que me provocaron las siguientes películas en su momento, mezclado con una apreciación de detalles fascinantes que llegué a atisbar. Mi intención no es afirmar si es una buena o mala película, sino el compartir las razones por las cuales me gusta su contenido. Precisamente, siguiendo el hilo de tal temática, por eso estoy peleado con el concepto de “gusto culposo”, ¡y vamos!, sé que es sencillamente una bromilla que se lanza entre amigos y conocidos, pero un gusto no debería ser nunca culposo, siendo que nadie debería sentir culpa de ser uno mismo.


Le llamaban trinidad.


Estoy seguro que muy pocos se esperaban esto (aunque los que saben lo loco que estoy, quizá no tanto), pero definitivamente las aventuras de la mano derecha del diablo a través del gran desierto de la vida en busca de oportunidades para sobrevivir me impactaron muchísimo, más que nada al dibujarme a un héroe tan intrépido, atrevido, astuto, que esconde un gran corazón bajo la actitud de un canalla de renombre. Durante la primera película, y su divertida continuación Le seguían llamando trinidad, me permití envolverme en lo que el género Western se refiere al trazar a sus personajes, “una mano, un corazón y un cerebro”. La interacción entre los hermanos interpretados por Terence Hill y Bud Spencer me fascina, al igual cómo se enfrentan a los constantes villanos y forasteros en su camino, moliéndolos a golpes, prestando su ayuda a almas indefensas, y haciendo lo correcto en últimas instancias, aunque en ocasiones sea más por la adversidad que por iniciativa propia.


Golpe bajo, el Juego Final.


Basado del clásico y legendario filme el clan de los rompehuesos, les presento una de las películas que nunca llegué a creer que me gustara debido a dos cosas: el futbol americano y Adam Sandler. Por desgracia no pude encontrarme con el filme original más que una vez en mi infancia, desconociendo que estaba ligado a esta divertida adaptación. Lo que más me gustó de esta comedia fue la idea original, la cual según investigaciones preliminares supe que mantuvieron sin el menor cambio, al traernos la historia del atleta Paul Crew, quien al ser arrestado y encerrado en una de las prisiones más duras del país, debe formar un equipo de futbol para su primer juego contra los guardias que los custodian. El deporte en las películas nunca fue algo que me llamara especialmente la atención, aunque debo decir, que incluso me pude emocionar en el último juego, comprendiendo un tanto las reglas incluso, y afirmando contundentemente que es un juego que jamás me atrevería a jugar. Pero fueron las situaciones, los escenarios, y varios de los personajes principales, que dieron buena vibra a la película, haciéndome recordarla con cariño.


Looney Tunes: de nuevo en acción.


Aunque soy consciente de la genialidad en la época dorada de los Looney Tunes, nunca llegué a interesarme mucho por ellos, sólo cuando estos tuvieron una temática de superhéroes en la serie de Cartoon Network Loonatics, aunque eso es historia para otro día. Por lo mismo, aún con la idea novedosa de conjuntar a personajes tanto humanos como animados en una misma trama, aún no había nada que me fuera emocionante. Pero eso cambió al encontrarme con esta película, a la cual fui cobrándole un cariño conforme varias veces que la vi. Se me antojaba como la película ideal para ver los viernes por la noche, donde podía apreciar a un conflictivo Pato Lucas, a un relajado Bugs Bunny, a un doble de riesgo que descubría sus orígenes en el espionaje, y un villano mimado con delirios de grandeza, todo de una sola vez en una gran aventura. Claro que en su momento no notas demasiado los errores de continuidad, detalles que incluso el absurdo de ese tipo de caricaturas no puede darle una justificación, aunque a mi parecer en ningún momento la película intenta ser seria. Así como los deportes, las historias de espías no me llaman en ningún medio, pero cuando se dibujan bajo estándares muy cómicos son un deleite total.


La vuelta al mundo en ochenta días.


La inmortal obra de Julio Verne ha tenido una gran cantidad de adaptaciones tanto en cines como en la televisión, de las cuales no conozco la mayoría, pero ésta en especial captó mi atención por los momentos y personajes tan divertidos que contiene. El impacto visual que me provocó fue inmediato, generándome un gusto por saber de qué se trataba el viaje al que habían encomendado a Phileas Fogg, siendo que en esos momentos desconocía la trama de la obra original. Pero incluso cuando leí la concepción de Julio Verne no demeritó lo que sentía por esta adaptación desde la primera vez que la vi.


La mansión encantada.


Una película con la que pasé interminables ratos de risa pegados al televisor. Haya sido durante el soleado día o durante la obscura noche, nunca dejé de apreciar un solo segundo de esta gran historia, las situaciones, los personajes, los escenarios de la mansión, la tragedia envuelta en misterio, y por supuesto, el final feliz sobre el amor que trasciende incluso a la milenaria muerte. Cuando volví a encontrarme con este filme, el personaje que sin duda más me llamó la atención fue el sirviente Ramsley, cuya fría racionalidad lo llevó a cometer las acciones que desencadenarían un castigo justo para su alma atormentada. La escena del infierno que emerge en las mansiones me sigue impactando hasta la fecha, y nos da un significado desolador de cómo uno llevado por lo que cree sus motivaciones “correctas”, escoge sin lugar a dudas el sufrimiento eterno.


Matilda.


Indudablemente debía agregar a Matilda en este listado, siendo ella uno de los personajes que conformó mi infancia, y mis inicios en el arte de escribir historias. Aunque existe una preferencia tenaz a la novela por sobre el filme, debo decir que hicieron una adaptación bastante interesante sobre el pequeño personaje que ha trascendido en la juventud de muchos. Cuando volví a apreciar la película, inmediatamente vinieron a mí las figuras de un Andrew Detmer de Poder sin Límites, una Carrie de Stephen King, incluso un Sylar de Héroes, y cómo precisamente Matilda es la otra cara de la moneda, que aunque si vivió unas circunstancias difíciles, quizá no tan jodidas como la de los últimos personajes, logró mantener sus convicciones, su inocencia, y una agudeza mental que le permitió afrontar obstáculos y ayudar a muchos otros.


Jim y el durazno gigante.


Precisamente otra gran adaptación de mi infancia, sobre una odisea de transición de un joven niño desde el escape hacia un universo encantado, dirigiéndose una vez más a su antiguo mundo, llevando consigo una perspectiva diferente que le permite enfrentar dilemas de toda clase. Es una historia bastante emotiva, divertida, y trascendente en todas las edades a mi parecer, siendo que incluso a mí, me sigue emocionando la parte cuando Jim se enfrenta a sus temores encarnados en la figura del Rhino.


Las aventuras del Barón Munchausen.


La fantasía es mi género favorito por excelencia, siendo que he visto en la capacidad humana de la imaginación los caminos de la verdad, y eso me ha permitido dar rienda suelta a varias nuevas posibilidades en muchas otras historias que he creado. La primera vez que me topé con las aventuras del Barón fue una explosión de todas estas certezas contundentes sobre los caminos hacia mundos imposibles, y cómo estos generan realidad en uno mismo. La película tiene un nivel significativo, narrativo y fílmico tan contundente al nivel de grandes obras como La historia Interminable, La divina comedia, incluso la gran película de Hook, que hablan precisamente de estos viajes por universos fantasiosos, en búsqueda del honor, la dicha, la gloria, el desafío, la fortuna y el amor, entre muchas otras cosas. Y los personajes heroicos de estas andanzas llevan de la mano a la audiencia, invitándoles, precisamente, a imaginar lo imposible.
Esto ha sido todo por mi parte en esta ocasión, y espero hayan disfrutado de este escrito como también he disfrutado hacerlo para compartirlo con todos ustedes. Por ahora me despido de este espacio. Mi nombre es Maximilian de Zalce, el Guardián Eterno; gracias por su atención.

Ninguna imagen aquí utilizada me pertenece bajo ningún motivo.
Su uso es sólo con fines de enseñanza y entretenimiento.
Cada una pertenece a su respectivo creador.
Entendido eso, agradezco la atención.

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