lunes, 31 de octubre de 2016

V de Venganza.


La primera vez que crucé caminos con el misterioso enmascarado fue con su adaptación cinematográfica, con la que jamás vislumbré la figura del enigmático V como la de un superhéroe, y con justa razón. Si la fórmula visual del héroe promedio durante mis años de infancia hubiera sido cerrada a ciertos elementos como las habilidades, la vestimenta, y la forma de expresarse, entonces indudablemente lo hubiera tenido como uno de mis campeones favoritos, pero había varios motivos por los cuales no podía verlo como un justiciero enmascarado como otros que había conocido en esa época, tales como el Zorro o incluso Darkman.


Quizá haya sido su forma de aparecerse, quizá aquel rostro blanquecino de sonrisa inquietante, quizá la manera en que mataba a sus enemigos, y sabía que era algo más complejo que el no escuchar la palabra superhéroe en todo el rato que dura el filme. Supe entonces la razón de no ver a este personaje más allá que un solitario vengador, y es que V de venganza nunca propuso que su personaje principal fuera un héroe como el que estábamos acostumbrados a ver en aquellos años. Y lo pude confirmar toda vez que leí la novela gráfica.



Aunque su adaptación me siga resultando excelente, existen diferencias imperdonables cuando comparamos la película a la obra original, que es a mi parecer, la obra maestra de Alan Moore. Sin embargo, en ambos medios podemos contemplar en toda su plenitud, como el personaje de V lejos de querer representar una figura de justicia y heroísmo, encarna los ideales más extremos de la libertad, la anarquía, y sobre todo, la venganza. Ubicado en un sistema fascista, aquella sombría figura se mueve por las calles abandonadas de una sociedad esclavizada, cuyos habitantes no pueden concebir una realidad lejos de las cadenas invisibles que los someten silenciosamente.


Ante la disposición de tal escenario, seleccionados tanto los protagonistas como los antagonistas, aparecerá aquel humilde veterano de la teatralidad para interpretar el papel que ha venido estudiando durante mucho tiempo, con toda la intención de traer un poco de vodevil al mundo, y devolverle al pueblo su verdadera voz ante sus tiránicos líderes. Con explosiones, asesinatos, y una que otra melodía al viento, nuestro misterioso personaje espera abrir los ojos de las personas, y así poder unirse hacia la libertad.




Sin embargo V sabe que la liberación no es algo sencillo, implica un completo renacimiento del alma, capaz de purificarse y sanarse para alzar el vuelo por los caminos de lo desconocido. Y al no creer en el azar, ha elegido como compañera de esta travesía a una mujer de nombre Evey, alguien que ha vivido toda su vida en la constante ilusión de la quietud y el sufrimiento.


Creyéndose capturada por agentes del gobierno, después de largas torturas, de tensos interrogatorios, retazos de una vida ajena, y pensamientos que formaban una decisión final, Evey decidió no entregar información a sus captores sobre aquel misterioso personaje, prefiriendo la muerte a claudicar. Sólo de esa forma es liberada para darse cuenta que todo el tiempo había sido custodiada por el mismo personaje que la salvó aquella noche. A partir de ese reencuentro pude comprender que la historia que se mostraba ante mí era una cruzada de venganza, y el mismo vigilante enmascarado sabía que su existencia llegaría a su fin toda vez que consumara su objetivo, pero los momentos que llega a tener con la mujer que cuidó durante un tiempo llega a tener una significación un tanto esperanzadora.


En su anarquista y psicótica forma de comprender el mundo, quería que Evey viviera en carne propia el mismo dolor por el que se vio asolado el ser humano durante esas fechas, no sólo para comprender las motivaciones del personaje sino que supiera que a pesar del dolor y la pérdida, los ideales son realmente indestructibles. Al verse ambos otra vez, la visión que tenía Evey no era más la de una mujer asustada, sino el de un ser que ha comprendido su propio poder, permitiendo unirse al movimiento del mundo, alcanzando la libertad.


De esa forma los últimos planes del enmascarado para abrir los ojos a toda la gente lo llevan a su indiscutible fin, pero su legado vivirá en los hombros de aquellos que aún tiene la oportunidad de hacer de este mundo un lugar mejor. V fue un justiciero, un vigilante, un vengador, y un héroe que a pesar de haber abrazado el odio y la anarquía, él predicaba ideales dignos y únicos para las millones de personas que poblaban la tierra. Juez, jurado y verdugo de una sociedad que necesitaba enfrentarse al temor de la dictadura, como también víctima, villano y bufón de un gobierno con un poder irreal y absurdo sobre los seres humanos.


Ha sido un enorme placer el desarrollo de este análisis a la obra de Alan Moore, encontrándome con cuestiones exquisitas para la enseñanza y mi propio aprendizaje. Por el momento me retiro con humildad a mis constantes divagaciones. Mi nombre es Maximilian de Zalce, el Guardián Eterno; gracias por su atención.

Ninguna de las imágenes aquí utilizadas me pertenece bajo ningún motivo.
Su utilización es con motivos de entretenimiento, y único aprendizaje.
Cada obra aquí analizada pertenece a su respectivo dueño y creador.
Sin más que discutir por el momento, gracias por su atención.

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