La primera vez que crucé caminos con el misterioso
enmascarado fue con su adaptación cinematográfica, con la que jamás vislumbré
la figura del enigmático V como la de un superhéroe, y con justa razón. Si la
fórmula visual del héroe promedio durante mis años de infancia hubiera sido
cerrada a ciertos elementos como las habilidades, la vestimenta, y la forma de
expresarse, entonces indudablemente lo hubiera tenido como uno de mis campeones
favoritos, pero había varios motivos por los cuales no podía verlo como un
justiciero enmascarado como otros que había conocido en esa época, tales como
el Zorro o incluso Darkman.
Quizá haya sido su forma de aparecerse, quizá aquel rostro
blanquecino de sonrisa inquietante, quizá la manera en que mataba a sus
enemigos, y sabía que era algo más complejo que el no escuchar la palabra
superhéroe en todo el rato que dura el filme. Supe entonces la razón de no ver
a este personaje más allá que un solitario vengador, y es que V de venganza
nunca propuso que su personaje principal fuera un héroe como el que estábamos
acostumbrados a ver en aquellos años. Y lo pude confirmar toda vez que leí la
novela gráfica.
Aunque su adaptación me siga resultando excelente, existen
diferencias imperdonables cuando comparamos la película a la obra original, que
es a mi parecer, la obra maestra de Alan Moore. Sin embargo, en ambos medios
podemos contemplar en toda su plenitud, como el personaje de V lejos de querer
representar una figura de justicia y heroísmo, encarna los ideales más extremos
de la libertad, la anarquía, y sobre todo, la venganza. Ubicado en un sistema
fascista, aquella sombría figura se mueve por las calles abandonadas de una
sociedad esclavizada, cuyos habitantes no pueden concebir una realidad lejos de
las cadenas invisibles que los someten silenciosamente.
Ante la disposición de tal escenario, seleccionados tanto
los protagonistas como los antagonistas, aparecerá aquel humilde veterano de la
teatralidad para interpretar el papel que ha venido estudiando durante mucho
tiempo, con toda la intención de traer un poco de vodevil al mundo, y
devolverle al pueblo su verdadera voz ante sus tiránicos líderes. Con
explosiones, asesinatos, y una que otra melodía al viento, nuestro misterioso
personaje espera abrir los ojos de las personas, y así poder unirse hacia la
libertad.
Sin embargo V sabe que la liberación no es algo sencillo,
implica un completo renacimiento del alma, capaz de purificarse y sanarse para
alzar el vuelo por los caminos de lo desconocido. Y al no creer en el azar, ha
elegido como compañera de esta travesía a una mujer de nombre Evey, alguien que
ha vivido toda su vida en la constante ilusión de la quietud y el sufrimiento.
Creyéndose capturada por agentes del gobierno, después de
largas torturas, de tensos interrogatorios, retazos de una vida ajena, y
pensamientos que formaban una decisión final, Evey decidió no entregar
información a sus captores sobre aquel misterioso personaje, prefiriendo la
muerte a claudicar. Sólo de esa forma es liberada para darse cuenta que todo el
tiempo había sido custodiada por el mismo personaje que la salvó aquella noche.
A partir de ese reencuentro pude comprender que la historia que se mostraba
ante mí era una cruzada de venganza, y el mismo vigilante enmascarado sabía que
su existencia llegaría a su fin toda vez que consumara su objetivo, pero los
momentos que llega a tener con la mujer que cuidó durante un tiempo llega a
tener una significación un tanto esperanzadora.
En su anarquista y psicótica forma de comprender el mundo,
quería que Evey viviera en carne propia el mismo dolor por el que se vio
asolado el ser humano durante esas fechas, no sólo para comprender las
motivaciones del personaje sino que supiera que a pesar del dolor y la pérdida,
los ideales son realmente indestructibles. Al verse ambos otra vez, la visión
que tenía Evey no era más la de una mujer asustada, sino el de un ser que ha
comprendido su propio poder, permitiendo unirse al movimiento del mundo,
alcanzando la libertad.
De esa forma los últimos planes del enmascarado para abrir
los ojos a toda la gente lo llevan a su indiscutible fin, pero su legado vivirá
en los hombros de aquellos que aún tiene la oportunidad de hacer de este mundo
un lugar mejor. V fue un justiciero, un vigilante, un vengador, y un héroe que
a pesar de haber abrazado el odio y la anarquía, él predicaba ideales dignos y
únicos para las millones de personas que poblaban la tierra. Juez, jurado y
verdugo de una sociedad que necesitaba enfrentarse al temor de la dictadura,
como también víctima, villano y bufón de un gobierno con un poder irreal y
absurdo sobre los seres humanos.
Ha sido un enorme placer el desarrollo de este análisis a la
obra de Alan Moore, encontrándome con cuestiones exquisitas para la enseñanza y
mi propio aprendizaje. Por el momento me retiro con humildad a mis constantes
divagaciones. Mi nombre es Maximilian de Zalce, el Guardián Eterno; gracias por
su atención.
Ninguna de las imágenes aquí
utilizadas me pertenece bajo ningún motivo.
Su utilización es con
motivos de entretenimiento, y único aprendizaje.
Cada obra aquí analizada
pertenece a su respectivo dueño y creador.
Sin más que discutir por el
momento, gracias por su atención.
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