“Lo único necesario para que el mal triunfe, es que los hombres buenos
no hagan nada”.
Edmund Burke.
“No es el disfraz lo que hace al superhéroe, es lo que está en tu
corazón lo que lo hace.
Eso te hace un superhéroe de la vida real”.
Míster Extreme.
Documental Superhéroes.
“Ser un héroe no es traer capa y disfraz. Es actuar y cómo escoges
hacerlo”.
Spawn.
Vol 1. Núm 41.
“Cuanto más que vuestra merced habrá visto en sus libros de caballerías
ser cosa ordinaria derribarse unos caballeros a otros, y el que es vencido hoy
ser vencedor mañana”.
Sancho Panza a su señor.
Don Quijote de la Mancha.
Puedo afirmar con gran fortuna que la primera vez que me
encontré con esta historia, fue directamente con su narración gráfica, y fui
atrapado en la trama desde aquella primera frase que dice: “todos soñamos con ser superhéroes algún día”. Luego de una página
tras otra quedé fascinado con el universo de este personaje, lo que me movió a
apreciar la adaptación cinematográfica de la misma historia, la cual a pesar de
las obvias diferencias de argumento no me provocó ninguna decepción en lo
absoluto. Y como tal en el mensaje de la película, se me abrieron las puertas a
un mundo mucho más grande.
Kick-Ass nos cuenta la historia de Dave
Lizewski, un estudiante promedio amante de los cómics, quien cansado de la
monotonía de la vida decide hacer sus sueños realidad al ponerse un traje y
vivir como un auténtico superhéroe, pero se dará cuenta que el combatir al
crimen le provocará consecuencias más dolorosas que las vistas en papel por
tantos años. Y cuál es su sorpresa al saber que no es el primer superhéroe al
toparse con el misterioso equipo de Hit-Girl y Big-Daddy, como tampoco el
último ante la aparición del misterioso Red-Mist.
Si en algo coincidieron bastante bien tanto la película como
el cómic, fue el definir de manera precisa las motivaciones que tenía el
protagonista, y todo el periodo de transición que lo llevó a ser un combatiente
del mal. Aunque pudiera parecer en un primer momento que manejan tonos
distintos, en realidad sólo había una adaptación de la escena a la situación,
cada una siguiendo el ritmo de su medio, pero en esencia nos mostraban las
mismas aventuras, las mismas acciones con la misma magnitud de sus
consecuencias.
La primer derrota de Kick-Ass cómo su primer victoria contra
asaltantes, al igual que su primer encuentro con Hit-Girl y Red-Mist son
momentos cruciales en la transformación del protagonista, lo cual se mantiene
en ambas interpretaciones.
Tales momentos permiten una partición a las historias de
héroes convencionales, alejado de poderes extraordinarios o ayudas venidas del
cielo, mostrando a un simple ser humano enfrentándose a una adversidad agresiva
que le genera consecuencias graves. Tales pruebas catapultan al héroe a un
mundo distinto, más crudo y severo, pero que al mismo tiempo le emociona
explorar, y es esa convicción la que distingue al personaje de Dave de entre
otros muchachos de su edad, que posiblemente se hubieran rendido sin objeción
ante la primera señal de peligro.
Ambas historias concluyen con un asesinato masivo a miembros
de la mafia, y cómo nuestros héroes salen triunfantes de la gran aventura.
Claro, el cómic llega a tener un final más amargo que en la película, pero
ambas dejan el mensaje de una gran continuación en las andanzas de Kick-Ass
como de Hit-Girl.
Fue al término de la primera parte de esta historia cuando
me enteré acerca de algo que, sencillamente, me parecía imposible, pero
realmente estaba sucediendo en todo el mundo en una auténtica renovación de una
época dorada donde los justicieros enmascarados visitaron nuestro universo para
prestar su ayuda. Así fue cuando conocí el movimiento de los Real
Life Superheroes conocidos también como Superhéroes de la vida real.
Un interesante documental proclamado así mismo como Superhéroes nos contaba el día a día de
varios personajes que inspirados en las aventuras de Kick-Ass y Watchmen: Los vigilantes, decidieron portar uniformes
coloridos y salir a las calles para marcar una diferencia en el mundo real.
Conocidos por diferentes nombres como Mister Extreme, Dark Guardian, Master
Legend, Urban Avenger, y divididos en equipos como Extreme Justice League, Team
Justices, New York Initiative, cada uno se encargaba de patrullar su
esquina de esta tierra para mantener el orden y la paz. Tales historias
lanzaron la premisa de que cualquiera podría ser un superhéroe, por lo que
muchos se alzaron para prestar su ayuda a los desposeídos y contribuir en su
comunidad. Conforme más investigaba sobre estos superhéroes, más me percataba
de lo que estaba sucediendo, la magnitud de ese fenómeno, cuya fiebre empezaba
a contagiarse a muchos…a mi incluso. Así es, damas y caballeros, confieso que
yo fui uno de esos tantos jóvenes inspirados en las aventuras de ficción, donde
me vi motivado a encontrar un traje, inventarme un nombre, y salir por las
calles de mi comunidad para ayudar a la gente. De aquella experiencia, para
probar la realidad de mi historia, guardé un escrito singular titulado La
balada de Thunder Moon, y cito así:
“Las primeras noches de haber obtenido mi traje, comencé con
patrullajes al tipo Spider-Man, ya saben, pararme en el techo de mi casa a ver
que sucedía; no pasaba la gran cosa e inconscientemente tampoco quería que algo
sucediera. Durante unos días me dediqué solamente de observador, pero también
quería más, necesitaba ver que se sentía. Después de una lectura a la novela
gráfica de Watchmen: Los vigilantes, y una ojeada rápida a otros iconos de los
héroes humanos, como Batman, Héroes, Poder sin límites, Los súper Pérez,
Mystery Men, y Los Súper, me lancé a las calles. Una noche, como aquello de las
9:45 pm, me estaba preparando en mi casa, poniéndome el traje y todo además de
empacar unas cosas que me ayudarían por si las cosas se ponían sucias: un
bastón de combate, un anillo de linterna verde electrónico para ver en la
oscuridad y algunas vendas y aguas para gente que lo necesite. Dieron las diez,
y me escabullí de mi hogar, encontrándome frente a frente al mundo, llevando un
traje de superhéroe. Recuerdo perfectamente el aire frio, los sonidos lejanos
de autos y bocinas, el olor a tierra mojada por lluvia y el calor que me
provocaba mi máscara.
Al dar los primeros pasos me sentí muy inseguro, aunque con emoción de
que finalmente lo estaba haciendo, estaba haciendo lo que nunca pensé que
realmente haría. Mientras las personas comunes estaban metidas en sus camas
calientitas, soñando con trabajos mejores, con lo mal que estaba el país o
simplemente con la hermana de alguien, yo estaba afuera, arriesgando el pellejo
sin saber exactamente porqué, pero se sentía bien. Estaba siendo un vigilante
disfrazado…pero la emoción no duró mucho.
Al recorrer un poco mi calle, todos los perros que me encontraba me ladraban,
lo cual me ponía un poco nervioso. Malditos perros, ¿no entendían que estaba
ahí para ayudar? Aunque supongo que es difícil confiar en alguien que lleva
máscara. Seguí unas calles donde me encontré con una banda de borrachos, y como
estaban lejos no me preocupé, aunque si escuché con furia sus risas hacia mí.
Vaya héroe que resulté ser, ¿no? En esos momentos ya me estaba arrepintiendo mi
labor, por lo que apuré la vigilancia para irme a casa. Me encontré a más
personas, pero lo mismo: risas, indiferencia, temor. Y mientras más veía eso,
más me sentía inseguro con llevar todo lo que llevaba. Sentía la respiración
agitada debajo de mi máscara y mi cuerpo engarrotado moviéndose mecánicamente
hacia un sólo lugar: Casa. Finalmente llegué; nadie notó mi ausencia. Me quité
la máscara y me acosté en mi cama. Tenía ganas de llorar incluso. No había
durado ni veinte minutos fuera.
La pregunta que se
formó en mi mente fue: ¿cómo le hacían los demás superhéroes para combatir el
miedo que les provocaba salir con un traje? Gajes del oficio seguramente, ¿pero
cómo puedo ayudar a las personas si la imagen que doy da risa? Fue cuando las
palabras que salen en la película Kick-Ass recobraron su crudo sentido dentro
de mi mente: sin poderes, no hay responsabilidades. Era cierto. No tenía
súper-poderes, ni súper-artilugios, ni nada. Sólo tenía una enorme inocencia y
una gran inseguridad de mí mismo.
Por algo no existen
los superhéroes. Porque no es sencillo.
Cuando podemos verlo
en cómic, la cosa es muy sencilla, vemos a un Superman, a un Capitán América
golpeando a los malos sin sufrir daños, pero ellos tienen poderes, tienen
entrenamiento, tienen habilidades. Me he dado cuenta y hay que entenderlo, que
cuando un superhéroe da un golpe no es cualquier cosa, no es algo sencillo.
Cuando combaten, cuando realizan una técnica o lanzan un ataque, requiere un
esfuerzo tremendo, y es donde se marca la diferencia entre peligro y diversión.
Se ve sublime, ¿por qué? Porque eso mismo los vuelve superhéroes. Algo que yo
siempre quise ser y nunca he sido. Cada vez que veo que asaltan a alguien en la
calle, lo primero que pienso es: mejor el que yo, y no soy el único. ¿Y si me
atrevo a interferir? ¿Qué pasaría? Habría miedo, habría dudas, habría
indiferencia y habría burlas de parte de los demás. Pero si uno logra salir de
todo eso, quizá eso es lo que te vuelve, en parte, un superhéroe. Es posible
ignorar las burlas, la indiferencia, las dudas y el miedo. Sólo por eso, no
tiré el traje”.
La emoción indescriptible de
verme en un salón de clases, allá en mis días de universitario, al lado de
compañeros que sabría dormidos por las noches mientras que yo me enfrentaría a
la obscuridad de la misma, resplandeciendo mi símbolo a los cielos negros con
mirada vigilante a los desamparados, era algo que casi nunca he compartido por
lo que puedo recordar. La emoción no duró mucho entonces, quizá por el estrés,
quizá por el miedo, quizá por el aburrimiento, quizá por el conjunto de todas
las anteriores, pero colgué el traje en un sitio seguro sin posible retorno.
¿Irrelevante? Ni en lo más mínimo, y menos con la esperada
secuela del inspirador personaje. Kick-Ass
2 no sólo se me antojó como una continuación digna, sino que, y quizá sólo
sea mi impresión, también se me hizo una respuesta inteligente, emotiva y audaz
al actual movimiento del superhéroe de la vida real en todo el mundo.
La historia continúa con Dave Lizewski, quien aún deseoso de
ser un superhéroe decide ser entrenado por la propia Hit-Girl para llevar sus
habilidades al límite, pero por desgracia el aprendizaje es interrumpido debido
a la promesa que hizo Mindy a su nuevo tutor Marcus de abandonar la vida de
vigilante por el bien de su mamá, por lo que al mismo tiempo obligará a su
aprendiz a buscar su propio equipo, sin saber que un antiguo enemigo resurgirá
de las cenizas para cobrar la venganza más terrible de su vida.
La secuela narra en esencia tres líneas de acción, que nos
cuentan los conflictos que tiene Mindy por adaptarse a la vida de un
adolescente normal, los deseos de venganza que inundan la mente de Cris hasta
convertirse en el primer supervillano, y los esfuerzos de Dave al ser un superhéroe
en el primero súper-grupo de la vida real. Y es precisamente la secuencia de
este equipo lo que me cautivó de principio a fin tanto en el cómic como en la
película como tal.
Cuando la policía ya no puede proteger,
Cuidado criminales, pues van a caer,
Tenemos la fuerza y mucho valor,
Para darle a la gente, todo el honor.
¡Justicia por Siempre!
Existen muchas similitudes y guiños al movimiento del
superhéroe de la vida real, enfatizando por sobre todo lo anterior cómo estos
justicieros misteriosos prestan solamente servicio comunitario, tratando de
evitar en la medida de lo posible cualquier tipo de lucha clandestina. Sin
embargo, aquel detalle fue la debilidad que los ponía en peligro ante la
amenaza del Mother Fucker y su banda de Mega-Cabrones Tóxicos, quienes portaban
armas grandes y causaban asesinatos masivos a donde fueran. Aquello provocó que
lo policía interviniera encerrando a la mayoría de los superhéroes restantes
para culminar con el dañino conflicto, pero eso sólo provocó que empeoraran las
cosas cuando el padre de Dave finge ser Kick-Ass para proteger a su hijo,
llevándolo a su determinante muerte.
Otra cosa que me gustó muchísimo de la secuela fue apreciar
una relación más íntima entre Dave y su padre, en especial cuando éste último descubre
todo el asunto sobre el superhéroe Kick-Ass y cómo forma parte de Justicia por
Siempre. Obviamente nunca me esperé que un personaje como el señor Lizewski
terminara en el fuego cruzado, pero fue una forma eficaz para dar explicación
sobre las consecuencias directas de ser superhéroe en un mundo real.
La trama continúa sin mayores contratiempos hasta la última
batalla entre protectores y destructores por el destino de la ciudad. The
Mother Fucker ha juntado un enorme ejército de villanos para controlarlo todo y
culminar su venganza definitiva contra el héroe que mató a su padre, mientras
que Dave es rescatado de una escaramuza por Hit-Girl quien termina de
prepararlo para un último enfrentamiento. Aunque existen algunas discrepancias
de ubicación entre el cómic y la película, la batalla final se desarrolla
espléndidamente en ambos casos.
El último desenlace nos muestra a los villanos derrotados,
una Hit-Girl capturada por la policía, un Mother Fucker moribundo debido a los
golpes que recibió durante la lucha, y a un Kick-Ass queriendo seguir con el
legado de los superhéroes, culminando con esta inolvidable frase.
Es precisamente este final
porque el que bauticé a Kick-Ass como el Quijote de los superhéroes, porque la
figura del justiciero disfrazado no surgió bajo un contexto socio-político
imperante o por establecer una anarquía destructiva, sino por el simple hecho
de querer hacer del mundo un lugar mejor para todos. Aunque si persistan estas
partes sangrientas dentro de la trama del personaje, resalta esta propia
humanidad de Dave Lizewski al forjarse convicciones tan fuertes que le
permitían marcar una auténtica diferencia. Y lo consiguió, desde el primer
instante que siguió sus sueños.
Supe entonces lo que implicaba ser un héroe, un justiciero
de la vida real. ¿Qué implicaba portar un traje? Liberación, emoción, y locura,
lo que nos movía a aventuras divertidas y peligrosas, con consecuencias reales
para nosotros mismos y aquellos con los que tuviéramos relación. Comprendí que
lo complicado no era ponerse un traje y ayudar, sino sencillamente salir para
hacer la diferencia. Un héroe debería ser representación de la verdad, y por
ello mismo, cualquiera podía ser uno.
El gran recorrido del vigilante verdoso, así como el
especial de Hit-Girl Crusher, que
versa cómo Mindy logra encontrar el equilibrio entre ser una superheroína y una
adolescente normal, nos hace entrega de un final memorable con la novela
gráfica de Kick-Ass 3, donde Dave
Lizewski prosigue su entrenamiento y regresa a las calles junto a su gran grupo
de vigilantes para mantener la ciudad segura, con la amenaza de los últimos
jefes mafiosos de la misma.
Además de entregarnos un argumento sólido digno a la última
entrega de Kick-Ass hasta ahora, también nos regalan este mensaje de cómo las
aventuras de un superhéroe no terminan, sólo se transforman. Así todos los
personajes llegan a tener una conclusión adecuada, incluyendo al protagónico
que logró encontrar el amor con alguien especial, además de seguir fiel a sus
ideales de justicia. Sin mencionar este último guiño de cómo toda esta fiebre
por aventuras heroicas por la ciudad, volvieron a abrir una puerta a un mundo
mucho más grande.
Así las aventuras de Kick-Ass concluyen finalmente, dejando
un recordatorio que perdurará en las mentes no sólo de los lectores comunes,
sino de aquellos que tuvieron la iniciativa de seguir la máxima del superhéroe
verdadero en las frías calles del mundo, permitiendo que la vida pudiera
proseguir hacia nuevas andanzas. Sin más que agregar por el momento, me despido
humildemente. Mi nombre es Maximilian de Zalce, el Guardián Eterno; gracias por
su amable atención.
Ninguna de las imágenes aquí
mostradas me pertenece.
Su utilización es con el
único deseo de entretener.
Cada creación pertenece a
sus únicos creadores.
Sin más que agregar, gracias
por su atención.
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