jueves, 30 de junio de 2016

Encuentros en la fuerza esmeralda.

NECESARIA JUSTIFICACIÓN INTRODUCTORIA.

Aprendí no hace mucho, de un gran hombre, que el escritor es testigo privilegiado de su realidad, lo cual me lleva a decir que la razón de mi presencia en este espacio, y la creación consecuente que mostraré a continuación, obedece a la sencillez de exclamar lo orgulloso que me siento por todo lo que he aprendido con el pasar de los años, y cómo esa continua exploración por nuevos horizontes me ha permitido plasmar caminos extraordinarios en mi vida. He comprendido que los héroes que siempre he querido ilustrar en mis historias, se aferran de forma casi inconsciente, al menos en sus inicios, en una figura solitaria; eso, es un reflejo directo de mi realidad, de mi sentir, y de lo que percibo a cada segundo. Las dudas y mis propios temores me han llevado en varias veces por el camino del sufrimiento, del abandono, el generar tanta ira irracional contra uno mismo, hasta el punto de querer mantenerme alejado, para lidiar con mis propios problemas.
A veces, por mi pasado, me he creído tan inferior, por lo que para zafarme de esa idea, he querido luchar sin nadie a mi alrededor contra todos los demonios que me atosigan con susurros abominables, que me incitan a la indiferencia, y hasta cierto punto, es algo increíble el poder lidiar con todo ello por ti mismo, pero uno no siempre puede lidiar con el obstáculo de forma individual. Gracias a la enseñanza de varias personas en mi vida, pude ver que los héroes que he creado a lo largo de mi vida, aunque siguen un camino tortuoso, al final, logran romper con la ilusión de la soledad, sabiendo que jamás están solos, porque en aquel rincón más alejado del universo, donde creían solo estar con ellos mismos, de igual forma permanecen unidos al resto de la existencia.
Al final, siempre queda la experiencia, las enseñanzas, y sobre todo, los recuerdos, que te enseñan el umbral de la muerte, donde tú debes tomar la última y primera decisión de un nuevo sendero.
Soy consciente que vivimos en una época de importantes cambios, enfrentando un mundo en una eterna danza entre finales felices y encuentros tenebrosos, entre la luz de la esperanza y máscaras monstruosas, por lo que para mí, y sé que para muchos también, es imperativo este poder creador que aspire a un propósito más elevado, que llene de belleza al mundo, la alegría que tanto nos hace falta, el mismo entusiasmo que yo de niño viví al vislumbrar tantos mundos imposibles. Vivimos una época que necesita de arte, sueños, vida…y de héroes. Hoy más que nunca, necesitamos que la fuerza nos acompañe, tanto en el día más brillante, como en la noche más obscura.

LA ERA DE LAS POSIBILIDADES
Presenta:

AMISTAD
Encuentros en la fuerza esmeralda.

Millones de estrellas lucían preciosas en el cielo nocturno, mientras la brisa silbaba con suavidad por aquellos campos, cuyas extensas tierras servían para envolver a dos individuos en una atmósfera de calma poco habitual en sus vidas. La naturaleza y sus incontables misterios, que eran capaces de relajar con sus sonidos, con sus sensaciones y regalos los pensamientos de cualquier héroe, alcanzaba su máximo esplendor aquella mística noche, donde los pensamientos estaban destinados a unirse. Juntos yacían aquellos indomables, antes conocidos, y ahora aliados por diversas circunstancias, concentrando su visión hacia las constelaciones, la luna, y los astros que permanecían escondidos más allá, dándose cuenta tan sólo por unos instantes, el cómo en sus aventuras no se permitían el apreciar totalmente la belleza del cosmos a su alrededor.
Lado a lado, permanecían aquellos que en tantas ocasiones habían brindado paz a varios planetas, quienes habían ofrecido protección, realizando hazañas dignas de dioses antiguos con todo su poder. Ahí estaban ambos, en el disfrute de la quietud, aquel guerrero de la voluntad vuelto a la vida, Hal Jordan, mejor conocido por muchos como Linterna Verde, y aquel habilidoso defensor héroe de la galaxia, Luke Skywalker, caballero Jedi. Con total calma, empezaron a sostener una agradable conversación, recordando los sucesos del presente día, rememorando el cómo se conocieron, en un planeta no tan abandonado, distante de ambos orígenes, donde el joven piloto se vio envuelto en una complicada lucha contra seres extraños, de gran resistencia a su sable de luz. La intervención del guardián esmeralda bastó para equilibrar las cosas, siendo que al detectar una irregularidad singular, se habían dirigido a aquel planeta con el único propósito de realizar su trabajo; cuál sería su sorpresa al encontrarse a un joven blandiendo un arma desconocida, contra varios monstruos. Se cubrieron las espaldas a la perfección, haciendo gala de sus poderes para derrotar al enemigo, y salir de ahí a un lugar todavía más seguro.
El Linterna tuvo mucha curiosidad acerca de los poderes del muchacho, utilizando incluso el conocimiento de los guardianes plasmado en el pequeño anillo que blandía con orgullo, tratando de averiguar sus orígenes, pero tales intentos fueron en vano siendo que la sensibilidad a la fuerza no era otorgada a todos. De igual forma, Luke quiso conocer más del desconocido, maravillándose al ver que podía trasladarse de planeta en planeta sin el uso de una nave, sin mencionar la fabricación de varios aditamentos con el uso de su luz esmeralda. Pero el conocerse a profundidad se vio impedido nuevamente, ante un disparo a quemarropa por la espalda al portador de la voluntad, y el Jedi pudo ver que el imperio galáctico aún deseaba reclamar su cabeza. Con s aliado herido, no se sintió del todo seguro de luchar, por lo que intentaron alejarse de ahí, teniendo como gran defensa el sable del caballero que desviaba algunos disparos. Hal Jordan, recobrando el conocimiento, y recuperando sus facultades, viendo a su nuevo compañero envuelto en problemas, utilizó su anillo para fabricar un escudo que repelía la mayor parte de los disparos. Haciendo aparecer una mano gigante, de un manotazo lanzó a sus enemigos lejos de su presencia, dándoles el tiempo suficiente como para que el joven piloto tomara una nave, y salieran de ese lugar, al intuir que más tropas irían por ellos.
Ésta, y muchas situaciones más se habían manifestado en su camino, pero ambos pudieron resolverlas con audacia. El Linterna Verde, confiando en Luke, le dio la ubicación del planeta tierra, donde decidieron pasar un rato antes de volver a sus respectivas labores.
Las fuerzas perdidas debido a sus aventuras poco a poco regresaban, por lo que, inevitablemente, comenzaban a contar sus experiencias, conociéndose más a fondo, entablando los inicios de una sencilla camaradería. Y aunque la tranquilidad del campo los envolviera, el tono de la conversación había alcanzado otro nivel:

—Entonces… ¿tú también viste morir a tu padre? —le preguntó Hal a su nuevo amigo.

Un silencio flotó entre ambos, a lo que el señor Jordan decidió no insistir, creyendo haber preguntado por algo donde no debía meterse. Cuál fue su sorpresa al verse respondido:

—Si, así es…
—Emm, lo siento, no quise…
—Está bien, no pasa nada. Pienso mucho en él últimamente —dijo luego de una pausa—. ¿Y tú?
—Si, yo también…y no está entre mis recuerdos favoritos —dijo recordando con tristeza aquel día—. Él era un gran hombre.
—Estoy seguro de que si.

La tensión pudo respirarse por unos segundos, transformando la amena charla en una atmósfera enrarecida que ninguno de ambos héroes sabía si estaba dispuesto a explorar. Ambos guerreros realizaron hazañas asombrosas durante sus vidas, al igual que habían afrontado situaciones bastante difíciles, que no cualquiera hubiera podido asimilar con el tiempo. Hal miró discretamente a Luke, notándolo un poco desaminado, por lo que decidió relajar la situación en su muy peculiar forma de ser:

—Por cierto, lo manejaste muy bien hace rato —dijo sonriendo, con la vista fija en las estrellas—. Aunque me debes una, por salvar tu trasero.
—¡Ja! Disculpa, ¿pero quién de los dos se quedó inconsciente por más de cinco minutos a causa de un disparo láser?
—Bueno, dejémoslo en que estamos a mano —le dijo Hal, más tranquilo.
—Aunque supongo que debo agradecerte —le dijo Luke—. Ya sabes, por mostrarme tu planeta. Aunque sin ofender, su tecnología es algo arcaica, en especial en sus naves. Dudo que alguna de ellas me lleve más lejos que algunos de los satélites circundantes de este sector.
—Estamos trabajando en ello —le dijo sin perder la calma—. Aunque debo decirte que no es la nave, chico, sino el piloto que la maneja.
—Tienes razón. No por nada me consideran el mejor piloto de la galaxia.

Ante eso, Hal se irguió completamente, un tanto divertido, por no decir incrédulo ante las palabras proferidas por Luke. Éste captó la reacción, igual sonriendo con sorpresa:

—Je, ¿disculpa?, ¿podrías repetir eso último? —le preguntó Hal con saña—. Sólo hay un mejor piloto en todo el universo, y su nombre es Hal Jordan, amigo.
—¿Eres piloto?
—Solía serlo… —le dijo Hal recordando sus tiempos en la fuerza aérea—. Pero ciertos hábitos nunca se olvidan.
—Si, bueno, no dudo que seas un gran piloto aquí en tu planeta —atajó Luke—. Pero el universo es muy grande.
—¡Créeme! Lo he visto —le dijo, poniéndose de pie, haciendo resplandecer su poder—. ¿Te gustaría comprobarlo?

Luke comprendió los ánimos de su amigo de forma inmediata, pero su expresión cambió al notar cómo Hal Jordan realizaba una nueva creación para resolver su pequeño desacuerdo. La suerte estaba echada, y con un único apretón de manos, ambos combatientes se alistaron con los recursos disponibles para su nueva prueba.
La tranquilidad del espacio se vio abruptamente rota ante el sonido fugaz de un par de naves, una poseedora de tecnología nunca antes vista, y otra resplandeciente de color verdoso. La situación era simple: una carrera por todo el cuadrante; el primero en regresar a la tierra, sería el vencedor. Obviamente no sólo era un asunto de rapidez, sino de habilidad e ingenio, así que la realización de varias maniobras, en conjunto con esquivar varios proyectiles en diversos campos de asteroides no era una labor que cualquiera pudiera realizar, ¿pero acaso no estábamos siendo testigos de una carrera legendaria? Y era evidente que ambos guerreros la disfrutaban al máximo. Por desgracia, nada de ello duró mucho; disparos a lo lejos apartaron a los héroes de su competencia, preparándose para defenderse con lo que disponían: el imperio los había encontrado nuevamente. Hal Jordan con facilidad hubiera podido encargarse de ambas naves cazadoras, pero sabiéndose en compañía de un poderoso aliado, decidió dejar a un lado la arrogancia, y trabajar en conjunto para resolver la situación. Utilizando sus naves, lograron atraer a sus enemigos al campo de asteroides, que con habilidad, también estaban esquivando varios fragmentos rocosos, persiguiendo con disparos a ambos guerreros. La persecución se extendió por un rato, hasta que finalmente, una nave enemiga había caído, teniendo como problema solo una que se negaba a ceder. Pero no pasó mucho hasta que un familiar golpe se escuchó, luego otro, hasta que finalmente el último enemigo parecía acabado, pero no obstante, la nave tenía como último recurso impactar contra la nave rebelde, en un acto suicida por el objetivo de su misión. Hal se encontraba algo apartado, y notaba que ya salían del campo de asteroides. Tomó una decisión con rapidez, y a partir de ahí, el tiempo se deslizó con extrema calma. El caza imperial estuvo a pocos metros de la nave de Luke, el cual intentó por todos los medios zafarse de aquella embestida, pero no había medio posible de esquivar el ataque. La nave obscura impactó sobre la nave rebelde, y el caballero de la antigua orden de los jedi pudo sentir con precisión las llamas que amenazaban con envolverlo, como a tantos compañeros caídos. Pero en medio del choque, un relámpago esmeralda cruzó a gran velocidad entre los fragmentos carcomidos del impacto, y una gran explosión se manifestó alejando a varios fragmentos de meteorito en los alrededores. Ambas naves habían sido destruidas, y todo en presencia de ambos guerreros que permanecían a salvo en una estructura esférica de color esmeralda, flotante en la obscuridad del espacio. Luke se recuperó un momento después, sabiéndose vivo, al lado de su nuevo compañero, quien igual se veía preocupado al saber que por poco no lo lograba. “Ya me debes dos”, fue todo lo que sus labios susurraron para romper con el constante miedo que tuvo de no poder salvar la vida de su amigo. El miedo es el enemigo jurado de la voluntad, y si la duda que ya tenía se hubiera vuelto más grande, tan sólo un poco, no estarían hablando calmadamente:

—Gracias, Hal.

El aludido miró al recién salvado, quien recuperaba la sensatez, dedicándole una amistosa sonrisa. Ya de vuelta en la tierra, se calmaron un poco después del terrible encuentro, antes de sostener otra conversación:

—Así que… ¿me dices de nuevo quién te persigue?

De esa forma, poco a poco, Luke empieza a explicarle desde un principio toda su historia, su vida en Tatooine, la alianza rebelde, el encuentro con el antiguo Jedi Obi-Wan-Kenobi, las historias acerca de la orden Jedi, hasta la muerte del emperador a manos de su padre, el Lord Sith Darth Vader, también conocido antiguamente como un poderoso Jedi, Anakin Skywalker. Hal Jordan, conforme lo escuchaba, su aspecto cambiaba de incredulidad, a la sorpresa irreversible, sorprendido de las situaciones que este muchacho, a tan corta edad, tuvo que enfrentar para seguir adelante. Con todos sus años de experiencia, lidiando con problemas intergalácticos, demonios internos, incluso un pasado familiar bastante caótico, sólo atinó a decir unas palabras:

—Caramba… —dijo casi en un susurro—. Tu propio padre…es decir…vaya, no sé qué decirte…
—Está bien, no tienes que hacerlo.
—¡No! Me refiero que, bueno…no llevarse bien con tu padre es una cosa, pero lo tuyo es…

Hal se sintió un completo imbécil al iniciar de esa forma. La relación con su padre nunca fue buena, pero al escuchar lo de Luke, no sabía qué decirle, ni por asomo, siendo que nunca estuvo tan acostumbrado a tener este tipo de conversación. El Linterna Verde del sector 2814 sabía actuar, quizá escuchar… ¿pero decir algo elocuente? Muy pocas veces sucedía, y la propia Carol Ferris, su ex-novia, podía afirmarlo con total seguridad. Ambos se miraron unos minutos, en silencio, por lo que Hal, incómodo, rascándose la cabeza, trató de cambiar de conversación, salvando la poca dignidad que tenía ante el joven caballero Jedi:

—Ese tal Ben del que hablas, suena como un gran hombre, viejo —le dijo, recordándole un poco a Batman.
—Si, lo fue. Bueno, lo es todavía.
—¿No dijiste que se murió? —preguntó Hal abruptamente, golpeándose internamente los intestinos ante una pregunta tan estúpida.
—El viene a mí por medio de la fuerza.

El guerrero esmeralda inmediatamente recordó aquellas anomalías detectadas tanto en aquel planeta como en el joven chico, preguntándose si aquello que llamaba “la fuerza”, era algún tipo de súper-poder oculto, o magia de alguna clase. Hal indagó, a lo que Luke, sentándose, comenzó a explicar:

—La fuerza…es lo que le da a un Jedi su poder. Es un campo de energía creado por todos los seres vivos. Nos rodea, nos penetra, y mantiene unida a la galaxia —dijo Luke citando las palabras de su antiguo maestro—. Es…un tanto difícil explicarlo, simplemente…puede sentirse, y manejarse a voluntad.
—Órale… —dijo Hal sin saber qué más decir—. Es curioso, los guardianes nunca nombraron nada de los Jedi o la fuerza ni nada por el estilo. De hecho, eso que me dijiste, suena como el espectro emocional.
—¿Espectro emocional?
—Pues en mi caso, es lo que le da la fuerza a los linternas verdes —explicó Hal con orgullo, materializando un avión sobre ellos—. Los guardianes, hace muchísimos años, crearon la energía esmeralda de la voluntad, para que los linternas verdes mantuviéramos el equilibrio en el universo. Claro, así como existe el verde, también existen otros colores, los cuales son parte del espectro, y…bueno, no siempre estamos de acuerdo...de hecho, ni siquiera estamos en paz.
—Nunca oí algo así.

Una vez más, ambos héroes se quedaron en silencio por varios minutos. Hal desintegró la nave que había fabricado sobre de ellos, por lo que se decidió a hablar nuevamente:

—Bueno, emm…siendo que tu nave fue destruida, y que ese tal imperio te busca, ¿qué tal si te quedas con nosotros un tiempo? Al menos hasta que podamos darte una nave lo suficientemente fuerte como para que vuelvas a lo tuyo.

Luke observó a Hal con una sonrisa, y el guerrero de la voluntad detectó un destello de tristeza, como algo oculto en lo que no se atrevía indagar:

—Te lo agradezco, Hal, pero no puedo hacerlo —dijo volviéndose a recostar en el césped—. Alguien espera por mí, y no puedo distraerme de ese camino.

El Linterna observó a su compañero con curiosidad. Alguien esperaba por él, y de pronto, dada su experiencia, una sonrisa se asomó por su rostro, sentándose al lado de su compañero:

—¿Alguna chica especial?

Hubo otro silencio, en el cual Hal lo observó discretamente, esperando alguna turbación, pero éste se mantuvo observando a las estrellas, quizá un poco más allá:

—Algo así.
—No te preocupes, ya que si algunos de esos perdedores del imperio vienen a buscarte, tendrán que vérselas con La Liga de la Justicia.
—Nunca subestimes el poder del lado obscuro.

Hal se sorprendió ante tales palabras, más impresionado por la seriedad del caballero Jedi al decirlas. Intentó aguantarse las ganas de preguntar, pero le era imposible:

—¿El lado obscuro?
—La fuerza posee un lado luminoso y un lado obscuro, y aquellos que somos sensibles a la fuerza lo sabemos —dijo éste con seriedad—. Mientras el lado luminoso es el camino de la sabiduría, la tranquilidad y la paz, el lado obscuro es el camino del odio, la ira y la destrucción.
—¿Cómo el bien y el mal?, ¿luz y obscuridad?
—Con la fuerza, nunca es tan simple —dijo Luke sin perder su seriedad—. Una vez que uno decide ir por ese camino…es una cruzada sin retorno.

En ese instante Hal recordó lo contado de su padre, como antes alguien noble se convirtió en un dictador despiadado. De manera inevitable, se recordó a si mismo, hace muchísimo tiempo como Parallax. Volvió a observar discretamente a su amigo Luke, quien se mantenía contemplando el infinito.
Se quedaron callados nuevamente, recuperando aquel ambiente relajante que habían tenido en el primer momento en que habían llegado a la tierra. Pasaron los minutos, y se hacía más tarde. El frío se empezaba a manifestar en nuestros héroes, pero para ambos era demasiado relajante estar en ese lugar:

—Luke.
—Dime.
—¿Alguna vez has ido al lado obscuro?
—…No es como tal un lugar —le explicó vacilante en un inicio—. Son…sensaciones que te consumen.
—¡Vaya! Con eso creo que no podré dormir esta noche —dijo el Linterna de forma sarcástica.
—He sentido el lado obscuro —dijo Luke de forma tajante, callando al piloto—. Es…abrumador, como…un rugido que despierta en ti sensaciones que antes no conocías. Y aquel rugido, poco a poco, se va haciendo más grande, como millones de gritos que te ensordecen a cada segundo hasta el punto de enloquecerte, de querer destruir todo a tu paso. Y finalmente…silencio, tan denso, tan…se adhiere a ti, aferrándose como…algo más, pero sabes que sólo eres tú mismo.

Hal miró a Luke abiertamente, y no pudo evitar sentirse identificado con aquel chico del cual aún desconocía tantas cosas. Conocía esas sensaciones, aquel sentir abrumador que se apodera de ti, hasta enloquecerte, queriendo destruir todo a tu paso. El dolor, la ira, el miedo a perderlo todo, un camino que te lleva al sufrimiento de tu ser y el de los demás. ¿Quién más podía entenderlo, sino él?

—…Joder —dijo el Linterna luego de un rato—. Creo que acabas de describir mi situación de hace algunos años.
—¿A qué te refieres?
—Que pase por una situación similar —dijo Hal—. Mi ciudad natal fue destruida en una terrible batalla, por lo que quise usar el poder de mi anillo para reconstruirla, pero los Guardianes me lo prohibieron. Me sentí enojado, abandonado, y por ello…robé tanto poder, maté a tantas personas, amenazando con destruir el universo mismo.

Ahora Luke miró a Hal abiertamente, sorprendido ante sus palabras. Nunca se hubiera esperado una situación así desde…lo de su padre. Volvió a recostarse sin decir nada por unos momentos, pero luego sintió la necesidad de preguntarle:

—¿Y qué sucedió entonces?
—Morí… —dijo sencillamente—. Y volví a la vida.
—…Joder —susurró Luke, imitando esa expresión típica de su compañero.

La temperatura bajaba cada vez más a su alrededor, pero eso a ellos no les importaba, ya que la conversación que sostenían, los mantenía con el calor suficiente de querer continuar. Se sentían bien estando juntos, sabiéndose parte de una misma situación, de un mismo pasado, quizá de un mismo futuro ahora desconocido. “No existe el azar, sólo la fuerza”, recordó Luke las antiguas palabras de su maestro, concluyendo que el encuentro con Hal no fue para nada fortuito. Hal se sentía bien de compartirlo con alguien con quien, posiblemente, podría comprenderlo. Tantos años de lucha, de desconfianzas, de rencores, parecían desvanecerse estando a su lado. Aún así, sentía a Luke inquieto, y era algo natural, al reconocer que aquella parte maligna de la fuerza, ha anidado siempre en él. Siempre son nuestras decisiones, solamente eso. El Linterna internamente hizo un esfuerzo por encontrar las palabras adecuadas, ¿pero qué quería decirle? Sus situaciones eran tan similares, pero Luke por un lado nunca quiso acabar con el universo, ¡de hecho igual lo salvó! Y se mantuvo firme en su ideal de reconocer aquella luz aún enterrada en su padre, cosa que Hal jamás se atrevería hacer, y menos no con ciertas personas. Carraspeó tratando de llamar su atención:

—Luke.
—¿Si?
—Nuestra carrera se estropeó por esos idiotas, así que aún no decidimos quien de los dos es el mejor piloto —dijo seriamente, mirando a la estrellas—. Así que me abstendré de decirte que eres malditamente mejor hombre que yo, ya que de lo contrario, tendría que matarte.

Luke se extrañó un poco por esas palabras, pero poco a poco fue comprendiéndolas en su totalidad. El joven Jedi miró a su compañero una vez más, quien yacía con una sonrisa observando el infinito. Prácticamente Hal estaba tragándose su típica arrogancia, sólo para reconocer que aquel extraño joven, tenía un porvenir mucho más luminoso que el propio Linterna. Luke sonrió, sintiéndose incómodo, pero extrañamente halagado:

—Je, ¿disculpa?, ¿podrías repetir eso último? —le preguntó Skywalker, imitándolo de aquella primera ocasión.
—Dije que cuando tengas una nave, volveremos a volar, niño —le dijo Hal, sonriente.

Luego de mucho rato, se pusieron de pie dispuestos cada uno a seguir su camino. Obviamente, Hal le ofreció quedarse con la Liga, explicándoles la situación para que repararan su nave, pero Luke sabía de cierta forma que ya lo estaban buscando, por lo que sólo tendría que esperar. Hal volvió a insistirle, diciéndole que en ese tiempo tendría que buscar un lugar donde alojarse, pero Luke volvió a decirle que tenía cosas que reflexionar, y quería conocer ese mundo tan nuevo para él. Aunque no muy de acuerdo con su decisión, el Linterna le concedió su espacio. Así, ambos héroes, estrechándose la mano por última vez aquel día, fueron cada quien por su propio sendero, pero ya en la distancia, Luke se volvió:

—¡Oye, Hal! —el aludido se volvió hacia el joven Jedi—. Que la fuerza te acompañe…

Aquellas ancestrales palabras, dichas de generación en generación, despertaron algo en Hal, un sentimiento cálido, el cual creía perdido desde su infancia, casi como si hubiera podido sentir, aunque sólo por unos segundos, la respiración de todos aquellos seres importantes a lo largo de su vida, sonriéndole y bendiciéndolo en su camino. El Linterna Verde, adoptando su característico traje esmeralda, le sonrió, resplandeciendo para decirle unas últimas palabras:

En el día más brillante, y en la noche más obscura…

Y así, ambos héroes se separaron. Uno siguiendo los senderos del porvenir, y el otro elevándose a las infinitas estrellas.

. . .

Antes de continuar, me gustaría poder compartirles algunas respuestas que, seguramente, se han formulado desde el mismo encuentro con la premisa de esta historia.




Sip, eso es lo que me imaginaba, pero aún así, proseguiré con mi acostumbrada verborrea.

Dejando las bromas un poco de lado, quiero expresar de la forma más seria posible, que esta historia, este momento único creado por mí, es una representación directa de mi aprendizaje, de las experiencias que he tenido a lo largo de varios años, y un sello que determina esta comunión entre caminos recorridos y los que aún están por venir. Con una sonrisa dirigida a los atardeceres inspiradores del tiempo, he podido vislumbrar realidades donde Linternas, Jedi, Ponies, Superhéroes, Magos, Saiyajines, Piratas, Guerreros, Dioses, Monstruos, y demás, conviven en continua armonía…claro, a veces discuten, pero con un propósito transformador. No hay nada como el conflicto, como para observar con verdad nuestro interior.
En ningún instante de la historia es mi intención demostrar la superioridad de ningún personaje, mucho menos del universo de cada uno (que aquellos conocedores de ambos, sabrán lo difícil que resultaría mezclar ambas realidades a estas alturas). Esta historia no se enfoca en tales detalles, sino en el encuentro de dos héroes, que tratan de encontrar en sus similitudes, una mayor fuerza, otros conocimientos, y reconocerse a sí mismos.
Espero hayan disfrutado de mi creación, o que por lo menos, no deseen perseguirme con antorchas hasta el fin del universo. Siempre es un placer escribir, y más cuando alguien reconoce tu trabajo, ya sea con una sincera sonrisa, o mejor aún, con una retroalimentación seria y argumentada. Eso es todo por mi parte, así que me despido humildemente con unas últimas palabras:

QUE  LA  FUERZA  LOS  ACOMPAÑE,

EN  EL  DÍA  MÁS  BRILLANTE  O  EN  LA  NOCHE  MÁS  OBSCURA.


Ninguna de las imágenes aquí utilizadas me pertenece en ningún sentido conocido.
Su utilización, y obvia edición, fue con el único motivo de entretener y enseñar.
Cada una de las imágenes es propiedad de sus respectivos creadores.
Sin mayores dudas, quedo a su servicio, y gracias por su atención.

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