“Durante los miles de
años de la historia humana, el hombre ha buscado a Dios por muchas sendas. El
resultado ha sido la gran diversidad de expresión religiosa que vemos por todo
el mundo: la variedad ilimitada del hinduismo, el monoteísmo que profesan judíos,
musulmanes y la cristiandad, y las filosofías orientales del sintoísmo, el
taoísmo, el budismo y el confucianismo. En otras regiones la humanidad ha
recurrido al animismo, la magia, las prácticas espiritistas y el chamanismo.
¿Ha tenido éxito el hombre al buscar así a Dios? Prescindiendo de los orígenes
religiosos de usted, mediante este libro lo invitamos a unirse a esta
fascinante búsqueda del Dios verdadero”
Los publicadores.
Watch Tower Bible and
Tract Society of Pennsylvania.
La religión es un tema de índole universal, ampliamente
abordado desde millones de perspectivas a lo largo de la historia, en varios
campos del conocimiento humano tales como el arte, la ciencia, y la filosofía.
La primera vez que me topé con este destacable texto fue al culminar uno de mis
propios ensayos con el título El inicio
del ser: los misterios de la imaginación, con lo que vino el despertar de
nuevas dudas. El libro, a muy grandes rasgos, consta de una recopilación,
magnífica a mi parecer, sobre los orígenes de las distintas religiones que han
existido a través del tiempo, dirigiéndonos a la evidencia del Dios Jehová. Las
grandes incógnitas de la humanidad son los propios desafíos del futuro ser
humano, y por ello, abordaré este tema desde una perspectiva humilde. En
anteriores ensayos he referido mi crianza católica, aunque la flexibilidad y el
amor materno me han permitido forjarme un juicio distinto y una exploración
alocada por universos imposibles, de modo que denotaré el máximo respeto a mis
próximas verborreas.
“¿Qué indica esta gran variedad de devoción religiosa por todo el
mundo? Que por milenios la humanidad ha experimentado una necesidad y anhelo
espiritual. El hombre ha vivido con sus dificultades y cargas, sus dudas y
preguntas, entre ellas el enigma de la muerte. Los sentimientos religiosos se
han expresado de muchas diferentes maneras cuando la gente ha acudido a Dios o
a sus dioses en busca de bendiciones y consuelo. La religión también trata de
contestar las importantes preguntas: ¿Por qué existe el hombre? ¿Cómo debemos
vivir? ¿Qué encierra el futuro para la humanidad”.
Este fue el primer fragmento del
libro que me asombró, pues en él contemplé los indicios de este ideal
extraordinario tan referido en mis historias. Desde el comienzo del ser, nuestro
proceso interpretativo ha dado forma a nuestro entorno, así como nos ha dotado
del lenguaje y la reflexión. De esa forma nuestra vida ha avanzado, y hemos
podido conquistar grandes misterios como nuestra capacidad de fabricar y
destruir. Sin embargo, por más terreno que encontramos, siempre nos hallamos
frente a un horizonte inhóspito y desconocido, un espacio que aunque nos
provoca miedo, también una inmensa curiosidad. La religión es uno de esos
tantos caminos que obedece a esta búsqueda de lo inexplicable.
Los matices de la divinidad han aparecido en nuestra
historia con infinitas interpretaciones, y el texto cuestiona reiteradamente su
origen citando a varios autores, debido a que desde los comienzos de la
investigación científica y la teoría de la evolución humana, se puso en tela de
juicio las cualidades místicas de la propia religión.
“[…] Después de años de luchar
con esta cuestión, muchos han concluido ahora que no es muy probable que se
adelante mucho en resolver la incógnita del comienzo de la religión. Esto se
debe, en primer lugar, a que los huesos y restos del pueblo del pasado remoto
no nos dicen cómo pensaba aquella gente, ni lo que temía ni porqué adoraba[…]”.
“[…] Debido a todas estas incertidumbres, el libro World Religions-From
Ancient History to the Present (Las religiones universales-desde la historia
antigua hasta la actualidad) llega a la conclusión de que “el historiador
moderno de religiones sabe que es imposible llegar al origen de la religión”.
Sin embargo, sobre los esfuerzos de los historiadores este libro dice: “En el
pasado, demasiados teóricos buscaron, no solo describir o explicar la religión,
sino eliminarla por explicaciones, pues creían que si se mostraba que sus
primeras formas se basaban en ilusiones, entonces podrían socavarse las
religiones posteriores y superiores […]”.
Es una simplicidad concluir que la religión es solamente un
tema hereditario, algo que se inculca a futuras generaciones, porque aún en
virtud de sus enseñanzas el ser humano posee esta capacidad de afrontar otros
conflictos derivados de su deseo de conocer, y la construcción de sus
diferentes anhelos. No hay que cuestionar nunca la práctica de una religión, a
no ser que esta se realice de manera mecánica sin significado alguno, lo cual
no sólo atenta con toda religión, sino con la propia dignidad del ser humano,
pues no imagino algo más terrible que una mente incapaz de ideales, esperanza e
imaginación.
“Superficialmente las muchas religiones de hoy día parecen diferir
mucho unas de otras. Sin embargo, si las despojamos de las cosas que son
sencillamente adornos y añadiduras posteriores, o si les quitamos las
distinciones que son el resultado del clima, el idioma, las particularidades de
su tierra nativa y otros factores, es sorprendente cuán similares resultan ser
la mayoría de ellas”.
Se puede decir que todo se
encierra en breves palabras: “creencia”,
“fe”, “ilusión”. Todas son creaciones humanas que hemos dado a las figuras
incorpóreas de lo desconocido. Si el auténtico origen de las religiones que
predominan el mundo fuera tan solo una ilusión de los primeros seres humanos
que pisaron la tierra, ¿eso realmente “socavaría” las creencias de muchos?
Puede ser, pero a eso, me atrevería a lanzar una pregunta: ¿no es acaso, la ilusión, algo real?
De cierta forma, las ilusiones que tenemos como especie
existen, puesto que si fueran irreales, entonces no las tendríamos en lo
absoluto, mucho menos dándoles un nombre. Eso pone en tela de juicio el propio
concepto de irreal en la vida humana, pero cuando uno surca los terrenos de la
divinidad, toda lógica pierde sentido, aunque no quiero decir que esta sea
obsoleta, pues es el sustento de nuestros avances, y de ello han surgido
maravillas. Únicamente me refiero que hay más cosas por descubrir.
“Una razón para considerar los mitos es que son la base de creencias y
ritos que todavía son parte de las religiones de hoy. Por ejemplo, la creencia
de un alma inmortal puede rastrearse desde los mitos antiguos asiriobabilónicos
y por la mitología egipcia, la griega y la romana hasta la cristiandad, de cuya
teología ha llegado a ser parte fundamental. Los mitos evidencian que el hombre
de la antigüedad andaba en busca de dioses, así como de significado en la
vida”.
La literatura, así como otras
artes y disciplinas fueron el organismo central que permitió la creación de
numerosas piezas representativas de la inquietud humana ante lo divino.
Sostengo la fantástica teoría de que en la tierra existen puntos de concentración
donde las fuerzas del universo son más influyentes, y la interpretación del ser
dio nombre a esas energías permitiendo la construcción de símbolos y los
diferentes campos de conocimiento que exploraron los distantes caminos hacia
los reinos superiores. De ahí la mítica anécdota de la Torre de Babel, la puerta de Dios, donde la humanidad quiso
encontrar al supremo en las alturas, y éste los castigó con los millones de
lenguajes que se hablan hasta la actualidad. Una interesante historia que nos
regala el saber de que antes de conquistar los cielos, debemos conquistar la
tierra y sus habitantes. ¿Y qué nos deparó esa búsqueda? Sufrimiento,
incertidumbre, pero también experiencia y revelación; aquello fue el inicio del
regreso a la tierra prometida, a la primera unidad que buscamos a través de
tantas maneras, y de ahí, el resto de religiones que surgieron después. Es
destacable la íntima simbiosis que guarda la religión con la mitología, puesto
que tantas historias de deidades y héroes fueron los cimientos de un prolongado
sistema de creencias que sobrevive hasta nuestros días, y anécdotas como el diluvio universal, elegidos mesiánicos,
retorno a lo celestial, e inmortalidad del alma son concurrentes en cada
cultura.
El libro entonces parte del espiritismo y la magia como
fuente de muchas supersticiones, acompañada de algunos campos del saber como la
astrología y las matemáticas, que dieron fuerza a su cualidad religiosa.
“[…] ¿Qué fuente u origen tienen
todas estas prácticas y supersticiones? ¿Son solo diferentes maneras de
acercarse a Dios? Y, más importante aún, ¿qué hacen para los que las siguen?
Para la respuesta a estas preguntas tenemos que investigar la historia antigua
del hombre y ver cuáles eran sus primeras maneras de adorar […]”.
“[…] Contrario a lo que aleguen los evolucionistas, el ser humano posee
una dimensión espiritual que lo distingue de las creaturas inferiores y lo hace
superior a ellas. Nace con el impulso de investigar lo desconocido. Siempre
está luchando con preguntas como: ¿Qué significado tiene la vida? ¿Qué pasa
después de la muerte? ¿Qué posición ocupa el hombre con relación al mundo
material y, de hecho, con relación al universo? También lo impulsa el deseo de
comunicarse con algo más elevado y poderoso que él mismo para adquirir algún
dominio sobre el ambiente y su vida […]”.
A partir de este punto, inician
las andanzas del hinduismo, budismo,
taoísmo, confucianismo, y el sintoísmo respectivamente, explicando a
profundidad sus creencias, términos, fundamentos, deidades, y obras más
representativas; de ahí se prosigue al surgimiento del judaísmo, el cristianismo, y el islam, en donde se nos describe
ampliamente sus principios, rituales y tradiciones. Sobran los pasajes que
fungen como evidencia a esta similitud universal que existe entre cada
religión, así como la búsqueda que representa cada una para explicar las más
agobiantes incógnitas de la especie humana. Posteriormente se nos menciona una
época de incredulidad sobre el tema de Dios en el mundo, y cómo se formaron los
primeros testigos debido a su neutralidad cristiana y regreso de las verdades
bíblicas.
Podríamos denominar a estos
fragmentos como la parte más turbulenta de todo el libro, únicamente por las
diferentes confrontaciones de principios que puedan surgir debido a la religión,
fe, creencias o ser de cada persona que llegue a leer esta novela. Y más allá
de elaborar una crítica, puedo deducir que era algo natural que este libro
cerrara con esta certeza, ya que fueron ellos los que realizaron este escrito.
Y en realidad, todo iba encaminado a las descripciones cronológicas de su
formación y el incremento de su estructura interna.
Aún con todo ello, el libro es interesante debido a su
contenido bien detallado, con una prosa flexible y a la vez contundente sobre
cada punto que abarca. Al permitirme apreciar el interior de sus páginas pude
envolverme en un inicio histórico donde los seres humanos tuvieron las primeras
preguntas que les abrieron un largo camino. La humanidad es buscadora por
naturaleza, y existen infinitas sendas del saber que nos conducirán a la
elevación de lo misterioso. El hombre en
busca de Dios, es el testimonio de la aventura más antigua del universo, el
llamado de lo desconocido, ¿y qué nos acerca más a lo extraordinario, que la
búsqueda de lo imposible?
Maximilian de Zalce.
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