Ahora
mismo, estoy en una encrucijada. Me encuentro en el umbral donde deseo decirlo
todo y al mismo tiempo no tengo nada que decir.
Llevo
toda una vida en este viaje, en esta aventura, en esta travesía que versa sobre
la creación y el propósito, historias nacidas de un corazón lleno de
posibilidades al mundo.
Y
me toca a mí decir, que agradezco lo vivido.
Dichas
palabras, y muchas otras, caerán en oídos sordos, es seguro que para muchos no
tendrán ninguna validez auténtica debido a muchas cuestiones, y es algo
comprensible.
Pero
lo que digo, es la verdad.
Agradezco
lo que he vivido, lo que he conseguido, y hacia dónde me estoy dirigiendo con
nuevas historias.
Porque
ahora, sé lo que debo hacer.
Lo
que todos debemos hacer.
Y
a todos los artistas, les presento su escenario que es el mundo,
Pues
esta es nuestra tercera llamada.
Desde nuestros inicios, como seres
humanos hemos tenido la imperiosa necesidad de dar forma a lo que no
comprendemos, pues siempre se ha convivido con la noción de lo indecible, de lo
ajeno, lo desconocido, lo que a mí me gusta denominar como lo extraordinario. Para ello, los guturales sonidos que salían de
nuestro interior poco a poco empezaron a adaptarse a dicha necesidad,
empleándose como un instrumento de comunicación con el prójimo.
La creación de un lenguaje, la palabra,
nos ha permitido, hasta cierto punto, la construcción de una sociedad
funcional, donde existe este continuo intercambio de información. Aún así, en
el ensayo Comunicación Verdadera, origen
y búsqueda del significado, cito lo siguiente: “Hace mucho tiempo, un sabio poeta rezó la palabra es poder. Dicha
enseñanza me hizo reflexionar que el dominio de la comunicación, el proceso del
comus vivendi, se ha estancado en una etapa de nula certeza, un periodo trágico
donde el ahora se ha mantenido irreconciliable con sus auténticas raíces, lo
que ha acarreado la poca comprensión de su herencia próxima, siendo ésta, ni
más ni menos, que el lenguaje”.
La palabra, siempre lo he creído, son
contenedores de un significado más grande, pero éste se ha ido perdiendo o
confundiendo debido a la constante ignorancia que se ha ido segmentando desde
hace muchísimos años hasta nuestros días. Pero a pesar de ello, varios símbolos
que se construyeron en primer lugar a partir de nuestra ignorancia fructífera
hacia lo desconocido, lo ajeno y lo indecible, no sólo permanecen en nosotros,
sino que se han expresado en diversos discursos de actualidad.
Un mitólogo reconocido, llamado Joseph
Campbell, desarrolló un estudio sobre varias religiones en lo ancho del
planeta, y a partir de las historias antiguas que narraban sucesos
extraordinarios, acuñó el término Monomito,
o Viaje del Héroe, en donde
mostraba una secuencia de hechos plasmados en cada cultura desde sus inicios
hasta nuestra época. Básicamente, hablamos de la historia más vieja del mundo,
misma historia que es contada una y otra vez, por diversos personajes, pues
éstos, llámese un Aquiles, un Jesús, un Gilgamesh, sin importar en que rincón
del planeta se encontrasen, cada uno vivió una travesía legendaria que los hizo
volverse lo que son para nosotros. El viaje del héroe se compone de varias
figuras simbólicas, pero poniéndolo en términos simples, este ciclo trata sobre
cómo un Héroe o Heroína, parte de su mundo normal a un mundo fantástico, donde
se iniciará para cometer hazañas de renombre, y encontrar su llamado retorno
hacia sí mismo, descubriendo como lo normal y lo fantástico, viven dentro de sí
como una sola e ilimitada realidad. Existen incontables historias de la
antigüedad que ejemplifican este viaje heroico, pero el punto es cómo incluso
en nuestro entorno aún existen los pasos de dicha historia, por nombrar a
algunos como Harry Potter de J.K.
Rowling, El señor de los Anillos de J.R.R. Tolkien, y de las más
renombradas en su materia, StarWars de
George Lucas.
Algo especialmente resaltable en La guerra de las galaxias, que no es único en su caso, es acerca de
cómo una historia de acción fantástica irrumpió en un contexto de violencia y
desesperanza, pues el ambiente cinematográfico de aquellos años era más un
crudo recordatorio sobre el lado trágico de nuestra realidad. La creación de
George Lucas no sólo renovó la forma en cómo se ve y se hace el cine, sino que
devolvió la ilusión y la fantasía a un público mundial, y hasta hoy en día, por
eso es alabado StarWars, por la nostalgia que provoca, y cómo su contenido aún
impacta en las nuevas generaciones.
El arquetipo del héroe persiste en
nuestro tiempo, debido que es una figura de la cual todos nos podemos sentir
identificados por diversas cuestiones. Nuestros miedos, nuestras esperanzas,
todos nuestros momentos conforman una historia que se asemeja al viaje del
héroe, al monomito, a la historia más antigua de la humanidad, pues nosotros
nos enfrentamos día con día a diferentes obstáculos como en su momento se
enfrentaron un Harry Potter, un Luke Skywalker, incluso un Frodo. Y en estos
tiempos, como humanidad, nos enfrentamos de cara a la crisis de un gran cambio,
a una época de impresionantes batallas y grandes conflictos. Y en dicho umbral,
como cantos recurrentes entre las sombras de la devastación, se aprecian
historias extraordinarias que rezan vestigios de este sentir, y cómo en estas
nuevas generaciones muestran la gran complejidad de dicho fenómeno.
Una de ellos, evidentemente, es la reciente película de StarWars Episodio VIII: The Last Jedi, cuya
premisa nos transporta a una galaxia, igualmente, en crisis de un gran cambio,
donde la esperanza parece consumirse con lentitud, mientras La Rebelión sufre
los embates despiadados de la Primera Orden, y en el centro del huracán, un
envejecido Luke Skywalker comprende que a pesar de las derrotas, el Legado de
la Fuerza parece brillar más fuerte que nunca en los ojos de nuevos justicieros,
que le han demostrado que él no es ni será nunca, el último de los Jedi.
Por otro lado, sabedores de que para mí
las caricaturas fueron mi primer motor a todo un universo de aventuras
inolvidables, es para mí un honor afirmar que nuevas propuestas han nacido con
respecto a ese género, trayendo consigo este maravilloso mensaje de que los
héroes aún existen. Aunque historias como Naruto, One Piece, o Dragon Ball aún
no han concluido, una nueva estirpe ha nacido para expandir los terrenos de la
fantasía y la aventura.
Uno de ellos, Nanatsu no
Taizai (Los siete pecados capitales) de Nakaba Susuki, nos narra un mundo
fantástico de poderosos caballeros y creaturas mágicas, cuyo protagonista, o
uno de ellos, es Meliodas, el capitán de los llamados pecados capitales, alguna
vez héroes del reino, pero ahora considerados traidores debido a una
conspiración sucedida hace muchos años en una llamada Guerra Santa. Elizabeth,
una de las princesas del reino, sabedora de que su padre, el rey, fue una de
las primeras víctimas de dicha conspiración, saldrá en búsqueda de estos
antiguos héroes, para tratar de reestablecer la paz en su reino, sin saber que
descubriría muchas cosas de su pasado así como el de los respectivos
protagonistas, enfrentándose a sí a diversas amenazas.
Boku No Hero
Academia de Kouhei Horikoshi, tal como su nombre lo sugiere, trata sobre una
academia de héroes. Resulta que un gran porcentaje de la población mundial
desarrolló habilidades llamadas Koseis, y con el pasar de los años, eso hizo
posible la existencia de superhéroes que combatían el crimen y la maldad. La
historia se centra en Izuku Midoriya, un joven sin particularidades, cuya más
grande ambición es ser un héroe como su ídolo All Might, el héroe número uno
del mundo. Luego de pasar algunos momentos peligrosos, el gran héroe decide
tomarlo como su protegido, transmitiéndole una verdad que cambiaría su vida, y
daría inicio a sus aventuras para convertirse en el siguiente símbolo de la
paz.
Otro que me gustaría mencionar es el manga de One Punch Man de Yusuke Murata, y es
sobre un héroe por hobbie llamado Saitama, cuyo gran poder le permite eliminar
a cualquier adversario de un solo golpe, algo que lo ha precipitado a una
interminable rutina de aburrimiento debido a la falta de oponentes dignos de su
fuerza, haciendo de su vida una búsqueda por encontrar algo que parece
inalcanzable, a la vez que nuevos enemigos y aliados se preguntarán el
verdadero origen de su gran poder, siendo motivo tanto de temor como de
inspiración para muchos.
Y también me gustaría mencionar a uno, que ha sido un ídolo no
sólo para mí sino para muchos desde la infancia, quien ha probado una vez más
que aún tiene muchas aventuras por vivir: Son Goku. Dragon Ball Super ha
superado mis expectativas poco a poco, siendo desde la saga de Zamasu, la saga
de la Justicia Obscura, misma saga de la cual me inspiré para escribir una
historia titulada La Resistencia,
crónicas de la última esperanza, donde pude contemplar el enorme potencial
que todavía tienen estos personajes tan entrañables, y cómo han tenido que
vérselas con grandes cambios. La actual saga, El Torneo de Poder, donde diez
guerreros de ocho universos distintos se enfrentan en una batalla campal por la
supervivencia divina, es la prueba de que Dragon Ball puede adaptarse a las
nuevas generaciones, porque si bien el ritmo de la caricatura es mucho más
veloz y contundente que el Dragon Ball de los viejos tiempos, eso no le ha
hecho perder su esencia, sin mencionar la capacidad de asombro ante toda la
gama de nuevos personajes que Akira Toriyama incluye en nuevas aventuras.
Y la razón primordial que me hace
mencionar estas historias en específico no sólo es porque nos devuelven la
ilusión de antaño que tuvimos con historias de una generación anterior, sino de
que esta nueva época, este umbral de cambios que vivimos todos como seres
humanos conlleva peculiaridades nunca antes vistas, matices que son más
complejos y elaborados ante el descubrimiento de nuevas formas de hacer las
cosas, y las posibilidades que se nos presentan realmente son ilimitadas porque
si una cabeza es capaz de vislumbrarlo, imaginen una sociedad completa. Es lo
que nos regalan personajes como Saitama, Meliodas e Izuku, porque si bien son
figuras y símbolos del héroe tradicional, las nuevas generaciones los están
bañando justificadamente con matices de política, economía, religión, dándoles
un nuevo nivel de complejidad a estos personajes, como también diciendo que
tales cosas no tienen que estar peleadas con la búsqueda de lo extraordinario,
y que son asuntos que en nuestra época también son de importancia y no se
pueden ignorar. Que nuevos escritores y mangakas se atrevan a explorar ese tipo
de temas, todavía más, pues no me refiero que no se haya hecho antes, me parece
algo maravilloso y absolutamente necesario.
Antaño mencioné que si bien una historia no podría cambiar el
mundo, muchas podrían marcar la diferencia, pues éstas inspirarían a nuevas
generaciones a realizar el cambio tan necesario en nuestra sociedad y el mundo
entero. No es algo sencillo, pero es un frente de batalla que no puede ser
ignorado. Y me siento honrado de ser parte de esta lucha, de este cambio, de
este momento de mi vida, una vida que cambia a través de uno mismo, porque vivir
no es acerca de encontrarte a ti mismo, sino de vencerte a ti mismo.
Maximilian
de Zalce.
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