miércoles, 31 de mayo de 2017

Esclavos de la obscuridad.


He aquí una novela de suspenso por excelencia, prodigiosamente construida hasta el más mínimo detalle, y de la cual estaba ansioso por expresarme en este espacio. La presente historia nos relata un viaje entre el mundo cotidiano y la fe sobrenatural, donde un solo hombre quedará atrapado en la lucha entre la luz y las tinieblas, descubriendo el auténtico rostro de su opositor.
No soy un especial conocedor de los relatos policiales, mucho menos de los que involucren los temas de religión desde varias perspectivas, así como tampoco conozco muchas obras del presente autor, pero debo decir que me sentí impresionado por una historia tan alucinante, en los que se ven reflejados tantos aspectos de nuestra propia humanidad, ya sea la protección o la destrucción de nuestro propio espíritu. Aviso que hay spoilers a continuación.
Mathieu Durey, inspector de la Brigada Criminal, se ve envuelto en el caso más desafiante de su vida, pues el aparente suicidio de su gran camarada, Luc Soubeyras, le hace querer investigar sus motivaciones, provocando que conozca algunas facetas de su mejor amigo que no conocía hasta ese momento. Y lo peor, es que sus averiguaciones apuntan a que su casi hermano se hallaba envuelto en una especie de obsesión por la maldad, una fascinación casi enfermiza por todas sus formas, lo que le hace dudar si realmente conocía a su compañero Luc. Aquello le hará investigar más a fondo el asunto, hasta que al atar algunos cabos sueltos, lo lleven al mismísimo Vaticano, donde descubre la existencia de unos individuos distintos a los demás, aquellos que han contemplado las tinieblas luego de haber atisbado a la misma muerte, una serie de casos a los que se les denomina como Los Sin Luz.
El asunto se torna más agobiante cuando una serie de asesinatos se da a conocer, y el modus operandi desconcierta incluso a los más experimentados, siendo que las víctimas son torturadas induciéndoles el proceso de la muerte, pudriendo sus cuerpos hasta la locura. Todo en nombre del maligno, una declaración de guerra contra la hueste celestial.
Los peones del diablo se mueven entre las sombras, mientras los fieles justicieros de la iglesia tratan de llegar al fondo del asunto, pues aparentemente cada uno de esos siervos diabólicos fue inducido a ser un Sin Luz, vivir la muerte para encontrarse con Satanás en el infierno, y volver al mundo de los vivos para esparcir su palabra. Alguien estaba creando asesinos que pronto se extenderían por la nación, a menos que Mathieu llegara al fondo del asunto.
A través de la decadencia, el apocalipsis se desata en formas inimaginables, y los rostros del pasado se tornan más esquivos a la hora de ejercer la justicia divina. Luc Soubeyras despierta, aparentemente realizado por haber visto algo en el velo de la muerte. Menciona que ha visto al diablo.
Luc se proclama como el autor de la obscuridad, quien ha estado jalando de los hilos todo el tiempo para esparcir la palabra del opositor. Con destreza, el representante del demonio construye la prueba final para su enemigo, el último escenario donde se vería el desenlace entre estas grandes fuerzas de la naturaleza. Las memorias traen a la mente del Inspector los momentos que compartió al lado de quien creía su gran amigo, aquel con quien decidió luchar por la justicia y enfrentarse a todas las formas del mal. ¿Cómo nunca notó que él ya estaba corrompido?, ¿cómo nunca se percató de las incesantes tinieblas en su mirada?
Hasta este punto el libro maneja excelentemente todos los detalles de una investigación policiaca, sumada a la descripción del lugar haciendo de ésta una narración bastante disfrutable. El personaje de Luc Soubeyras pasó a ser uno de mis favoritos, pues su ingenio y completa indiferencia por la vida humana, lo hacen simbólicamente el antagonista idóneo de esta obra del suspenso, sin mencionar que nos regala el enigma de si la novela realmente tuvo algún indicio sobrenatural.

“Si ha habido un verdadero Sin Luz en este caso, ha sido Luc. No ha inventado nada. Sus actos correspondían a órdenes de una entidad superior. No hemos encontrado al diablo pero sí su sombra proyectada, a través de Luc”.

De cualquier forma, la novela no sólo nos regala la analogía de un conflicto milenario, sino que explora el potencial que existe en todos nosotros por cometer los actos más terribles, así como la proclamación de una fe auténtica en los momentos más sombríos. Mathieu Durey, el héroe de esta historia, se comprende en un mundo bastante complicado, donde tiene que lidiar día a día con lo peor de la humanidad, volviéndose cada vez más insensible y perdiendo total esperanza en lo que antes creía. Pero esos conocimientos lo vuelven fuerte, es la esencia que lo transforma en un protector, y aunque se debate constantemente entre la salvación absoluta y un abismo sin fondo, este madero con coraje es la parte decisiva en todos nosotros de seguir a través del valle de la muerte, y construir la luz que guiaría al mundo a un nuevo mañana.

Maximilian de Zalce.

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