Contamos historias, nuestras historias, mis historias.
Cada personaje es verdadero, es persona, es humano, soy humano.
Así, en el escenario, en las tablas, en el concreto, en las aulas, en
la cama, en la mente, en el temperamento, entrego lo que se construye en cada
montaje, en cada acto, cada escena, cada diálogo, yo digo.
No existe el fingir, no finjo, no miento…
Es teatro.
G.J.C.
Gibrán Cohen.
Un gran actor, un gran amigo, un
gran maestro.
Un enamorado de su arte.
Contemplo el umbral de lo extraordinario.
En mi habitación obscura, el espacio de mis creaciones, me permito recordar que
siempre tuve esa noción de lo imposible, gracias a los interminables viajes en
mi infancia al lado de héroes prodigiosos que compartieron sus aventuras
conmigo. Desde entonces aprendí a soñar.
Perdonarán ustedes mis
vacilaciones, puesto que son tantas cosas que debo decir y tan poco tiempo para
decirlas, para dejar constancia de ellas, hacer un discurso digno de tales
alabanzas, o siquiera hacer una construcción literaria que refleje mi completo
sentir con respecto a lo que hemos vivido durante tantos años. En ocasiones
llego a subestimar el auténtico valor de la sencillez, siendo que aunque me
satisface un lenguaje elaborado para dar a entender mis escritos, en ocasiones
puede resultar un escudo peligroso que esconde la realidad de mi alma. Pero
decir que estoy conmovido, que estoy alegre, que estoy satisfecho, que me
siento increíble cada vez que piso el escenario con la orquesta que me ha visto
crecer, no me basta en esta ocasión. Sin embargo, las palabras existen, como la
imaginación, en la cual he navegado por tantos días y decido ahora expulsar
todo lo encontrado. Pero a pesar de todo, principalmente quedan los recuerdos,
¡siempre los milagrosos recuerdos!
Magia, pasión, amor, sueño y vida…un encantamiento, un ritual, un
inicio, un llamado hacia un universo de infinitas posibilidades. Recuerdo con
cariño esas primeras palabras, pues me recuerdo a mí, temeroso y desorientado
en aquel enorme salón donde varias personas formaban un círculo contándose
experiencias que no comprendía del todo. No se me ocurre una mejor forma de
comenzar, las primeras enseñanzas, los primeros ejercicios, los primeros
fracasos sobre un escenario, todo aquello que fue formando mi carácter, y los
primeros pasos hacia un mundo desconocido. Rememorando dichas hazañas, es
curiosos darme cuenta de que en ese entonces, siendo un jovencito que sólo se
interesaba por sus historias y superhéroes, me estaba iniciando en la gran
aventura que había anhelado desde bebé, cuando observaba por mi ventana la luz
de la tarde besar el horizonte, perdiéndose en el infinito ocaso de anhelos que
deseaba cumplir en un futuro. Y vaya que los he cumplido, porque si, el teatro
fue esa gran aventura.
En tantos años viví todo tipo de
experiencias, amargas y dulces, degusté el éxito y la vergüenza, el amor y el
odio en iguales proporciones, sufriendo las condiciones predecibles del traidor
y el traicionado en más de una vez. Aunque exagero, pues al final sólo quedan
las sonrisas y los buenos ratos. Conocí nuevas historias que me inspiraron a
crecer, entre puertas barridas con ahínco y umbrales de la doceava campanada,
pastorelas y castillos, flores marchitas y lluvias aisladas. Conocí a los
artistas, los sueños y los alebrijes, a los de las cabezas gachas y los
enmascarados que pueblan el mundo tan extraño en el que vivo. Pero más
importante, los conocí a ellos…a mis compañeros, a mis amigos…a mis héroes. Así
es, queridos soñadores…ustedes fueron mi gran aventura. Gracias a ustedes pude
vivir el ideal de lo extraordinario en muchas formas, todo en una historia que
aún no llega a su final.
Muchas veces, he de confesarlo,
me he visto acompañado por el odio, abrazado por la tristeza, y rodeado de la
soledad. El haber sido marcado por esas sensaciones, es el claro ejemplo de que
mi alma ha crecido de forma increíble, siendo que me he visto enfrentado a
situaciones como ninguna otra que haya enfrentado antes, y la única razón por
la cual no pedía ayuda alguna en esos momentos…es porque ya me la habían
brindado cuando me abrieron las puertas de tan brillante hogar. Alguna vez lo
dije: Orchestra no me enseñó a ser
alguien, sino el comprender que ya era alguien antes y después. Comprendí
que la soledad, la tristeza, incluso el odio, sólo son infinitas posibilidades
del amor que uno mismo se tiene, y los recuerdos que cada experiencia te deja
son sencillamente los momentos que anidan en tu interior, y todos aquellos que
alguna vez conociste conforman dicho fenómeno. En esta aventura conocí el amor,
la inocencia, la redención, incluso la libertad. Supe atravesar el mismo camino
que tantas veces admiré en los héroes de mi infancia, y acepté lo que quería
hacer de mi vida para el mundo: el deseo
de crear.
La humanidad atraviesa grandes
cambios, y soy consciente que así como la brutalidad y la indiferencia
persisten en los corazones de los individuos, también está surgiendo una nueva
era de artistas que están dispuestos a luchar, a amar, y a vivir por un nuevo
amanecer. Un alba de revelaciones se aproxima al mundo, y me siento honrado de
formar parte de ese renacimiento, de esta extraordinaria aventura. La gente de
hoy en día necesita arte, sueños, magia, amor, historias que les inviten a
creer, que hagan brotar los maravillosos recuerdos de un milagro tan necesario
en nuestra sociedad. Un buen día, la gente volverá a creer en lo
extraordinario, así como yo seguiré creyendo hasta el día de mi muerte, donde
mis historias me llevarán a un nuevo camino. Hasta ese entonces, que los sueños
vibren, que el amor triunfe, y que las aventuras jamás falten en esta nueva
era.
Ninguna de las imágenes aquí utilizadas me pertenece bajo ningún motivo.
Su utilización es con motivos de entretenimiento, y único aprendizaje.
Cada obra aquí analizada pertenece a su respectivo dueño y creador.
Sin más que discutir por el momento, gracias por su atención.
Eres un guerrero y un artista a la vez, mi querido Max; tú te has convertido en uno de mis héroes favoritos. Te respeto, te admiro y te amo. Gracias por tan hermosas palabras y por compartirlas de esta manera.
ResponderBorrarMe hace tan feliz que me digas esas palabras. Este espacio no tendría su contenido sin las maravillosas enseñanzas que me has dado. El mundo merece grandes historias, y te agradezco que me hayas inspirado a eso. Te amo, hermano.
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