viernes, 17 de febrero de 2017

Inframundo.


“¿Qué es aquello que provoca al arte ser arte mismo?, ¿serían las cualidades de su creador?, ¿el propósito con el que se realiza?, ¿las extensas habilidades con las que se crea una nueva obra?, ¿qué sería?, ¿qué elementos se agrupan, y de qué forma, para dar nacimiento a un nuevo brillo en el mundo? Si pudiera definirlo en palabras simples, y ustedes saben que a mí me desagrada ser absoluto, diría que el arte es el resultado de una extensa habilidad creadora, vulnerable a un proceso de traducción del propio universo interno a la realidad inmediata. Arte es creación, y cuando hablamos de crear, la vida está implícita en ello, ves como tus creaciones se forman y crecen con mayores virtudes y nuevos hallazgos, y el artista se siente único al haber presenciado dicho suceso, porque sabe que es algo que provino de él en primeras instancias, pero debo decir que ahora, tristemente, es un proceso casi extinto, o que en todo caso, no se aprecia como tal. Que el arte sea arte puede tener multitud de razones, pero en otros casos, los alumbramientos artísticos pueden verse arruinados por algún superficial propósito desde su concepción, rompiendo el lógico equilibrio de un trasfondo, y una forma digna que lo integre. Esta verborrea no es sacada de la manga, aunque debo reconocer sinceramente que aprovecho esta inusual cuestión para compartirlo, siendo que cuando uno se decide a hacerlo, puede concebir un pensar ideal, aún de los temas más inverosímiles o sencillos”.

Inframundo, una luz entre las tinieblas.
Guardián Eterno I.
Maximilian de Zalce.

Reconozco que dudé seriamente si dedicar un espacio a la última entrega de la saga inframundo, debido a su poca mención actual y cuyo tema persiste forzosamente en una generación desentendida de temas vampíricos. También por el hecho de que no soy mucho de manejar temas de tanta actualidad, mucho menos que tenga que ver con cine, siendo que no soy versado en dicho asunto. De cierta forma, la película fue una especie de aviso para indicarme lo mucho que me falta explorar ese aspecto en mi vida, aunque eso sobra decirlo.


De todas maneras, como ya había realizar un análisis anteriormente sobre la presente saga, me decidí a hacer esta breve apreciación, profundizando precisamente en el contexto donde fue lanzada. Esta parte de la historia se sitúa específicamente pasado un año después de la aventura anterior, con el inicio tradicional de Selene narrando sus infortunios y andanzas por la noche:

“Yo era un soldado de élite en el ejército de los vampiros, repartidora de muerte. Y era muy buena. Pero me traicionaron. Víctor, nuestro líder, el vampiro más poderoso, no era el salvador que me había hecho creer. De pronto, los aliados se hicieron enemigos, los vampiros ancianos que alguna vez protegí, me querían muerta. Después, conocí a Michael Corvin, no era ni vampiro ni Lycan. Michael se convirtió en un híbrido. Tomamos represalias, matamos a los ancianos, pero después…las cosas cambiaron. Fui capturada, sin saber que llevaba la descendencia de Michael. Eve, nuestra hija, la primera híbrida pura, cuya sangre podía terminar la guerra. La cazaron incansablemente tanto vampiros como lycans. Mi única alternativa era ocultarla del mundo, y de mi misma, para que ni siquiera yo pudiera llevarlos a ella. Soy Selene, soldado del ejército de vampiros…mi única alternativa era ocultarla del mundo, para que ni siquiera yo pudiera llevarlos a ella. Ya viví más de lo necesario, otra luna nueva en mil años de lunas nuevas, y no me interesa verla. No tengo nada, perdí mi aquelarre, a mi hija, al amor de mi vida, y pronto, quizá, mi propia existencia…”.

La premisa es bastante simple en realidad: los licántropos ser organizan bajo un nuevo líder, de nombre Marius, quien presiona constantemente a los aquelarres vampiros restantes para obtener el triunfo definitivo en la guerra. En medio de todo, se encuentra nuevamente Selene, la repartidora de muerte, quien luego de dejar a su hija en un lugar cuya ubicación es desconocida para todos, es perseguida por ambas especies, al ser su sangre la clave para la victoria tanto de vampiros como licántropos, por lo que Selene deberá permanecer firme ante ambos enemigos, tratando de proteger sus últimos recuerdos de una vida lejana.


Como he aprendido y dicho en varias ocasiones anteriormente, cada cosa brilla por sus propios méritos, lo que deja a la película en ciertos estándares de los cuales no ha podido salir de ningún modo. El tema bélico entre ambos linajes siempre ha sido latente en todas las películas, lo que le permite a esta última entrega estar al nivel de las anteriores, más la integración de nuevos conceptos con la esperanza de engrandecer el universo obscuro que contiene esta historia.


Confieso que me cuesta mucho trabajo dar una interpretación seria en términos de actuación, porque a diferencia de aquellos críticos que llevan años en dicha materia, no poseo los conocimientos necesarios para decir qué está bien o qué está mal, o mejor dicho, qué sirve y qué no sirve. En una lejana ocasión, mencioné que el poder de estas películas proviene directamente de su impacto visual, así como las secuencias de acción de los personajes, apoyados de los efectos utilizados en determinada escena, pero no había un trasfondo o enseñanza profunda que acompañara todo ello. Sigo afirmándolo. Pero debo agregar que la película, en mi humilde opinión, no está diseñada para que busques algo más allá que una historia de vampiros, con tintes de romance, acción y pérdida. He dicho que un análisis muchas veces necesita una visión neutral, contemplar los detalles más allá de tus gustos establecidos, siempre con la obvia posibilidad de encontrar algunos nuevos, pero en esta ocasión, lo que más me atrajo de la película fue precisamente mi gusto por la heroína principal, Selene, interpretada por Kate Beckinsale, quien ha tenido su trayectoria estos largos años con dicho personaje, y siempre he podido disfrutar a la vampiresa sensual y poderosa, en búsqueda de su liberación, y aferrándose a los pocos vestigios de su antigua humanidad en los seres que ha amado. Si bien no es la cinta que cambiará el género de los vampiros en la pantalla grande, se esfuerza en mostrar otros tintes u otros enfoques que permitan enriquecer la antigua trama, y proteger el linaje que lleva tantos años en evolución.


Aunque no disfruté para nada a los nuevos villanos de la reciente entrega, aún con sus traiciones para alcanzar el poder, debo decir que se me hizo muy interesante el concepto del Mundo Sagrado, así como la nueva transformación de Selene que le otorgaron poderes más allá de un vampiro común, sabiendo que su lucha estaba lejos de terminar. La escena en la fortaleza nórdica, donde ella y Lena hablan sobre la trascendencia más allá de la muerte, es de hecho mi momento favorito en toda la película, un instante conocido por la historia universal como el encuentro con el oráculo. Es en esos instantes donde nuestra heroína no sólo se ve enfrentada como guerrera, sino como amante y como madre, sabiendo que para conseguir la paz, muchas batallas aún debían librarse por su propia mano. Y aquello conduce a una muerte y a una resurrección, algo que me fascinó al verlo tratado en esta película.


Otro aspecto a considerar, como dije al principio de esta interpretación, es el contexto imperante que rodea el reciente capítulo de la saga. En varias ocasiones, las propuestas más arriesgadas han perdurado no sólo en la cultura popular como un tema de interés, sino que también ha existido un auténtico impacto para muchos, sirviendo de inspiración en el trabajo de escritores, músicos, actores, fotógrafos, entre muchos otros. Para dicho fenómeno puedo citar tres ejemplos bastante conocidos, de los cuales me he permitido reflexionar últimamente.
La divina comedia, obra del poeta florentino Dante Alighieri, no solamente funge como una visión embellecida del mundo ultraterrestre, sino la expresión máxima de los sentires del poeta. En aquel entonces, proponer un infierno donde la traición a sí mismos la viven personajes eclesiásticos de la antigüedad, el transcurso del arrepentimiento en el tan debatido Purgatorio, y afirmar una visión del paraíso y el gran creador, fue algo que escandalizó a varios emisarios de la iglesia católica, y a un público en general; sin embargo, hasta el día de hoy, el poema es analizado y elogiado en múltiples formas.
La guerra de las galaxias, realizada por George Lucas, lanzado el 25 de Mayo de 1977, es otro gran ejemplo. En el famoso documental El Imperio de los sueños, se cita textualmente: “no es una historia de culturas o nacionalidades. No era geográfica. Era la historia de la humanidad escapándose de su propio entorno, hacia una vida que todos creemos posible, y que George Lucas fue capaz de mostrarnos. Por eso fue un éxito mundial”. Y no olvidemos que tanto su elaboración como su contenido se hacían por medio de estrategias arriesgadas, pero que al final produjeron un gran impacto en la cultura.
My Little Pony: friendship is magic, una caricatura elaborada en primer lugar por Lauren Faust, y seguida por varios titanes de la industria como M. A. Larson, Amy Keating Rogers, Meghan McCarthy, entre otros, le otorgaron un enfoque completamente nuevo al universo de los ponies, volviéndose un fenómeno para el público en general, ganándose rápidamente muchos admiradores alrededor del mundo.


No olvidemos que la reciente cinta de Inframundo es dirigida por Anna Foerster, que más allá de sus antiguos trabajos en otras películas, ha sabido integrar nuevos detalles al universo de la saga, permitiendo que en algún futuro, el linaje evolucione a un nuevo nivel de profundidad, y que el mundo sagrado nos traiga nuevas aventuras sobre Selene.

Maximilian de Zalce.

Ninguna de las imágenes aquí utilizadas me pertenece bajo ningún motivo.
Su utilización es con motivos de entretenimiento, y único aprendizaje.
Cada obra aquí analizada pertenece a su respectivo dueño y creador.
Sin más que discutir por el momento, gracias por su atención.

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