jueves, 8 de septiembre de 2016

La broma mortal.


“Primero que nada, sé que no es así como creyeron que empezaría esta historia, no con una luna grande y brillante, o con una ciudad que luce impresionante a pesar de sí misma…o de mí. Pero quiero que sepan que antes de que empezara el horror, antes de que todo se derrumbara, hubo una época en que las capas y combatir el crimen, eran muy emocionantes. He estado con Batman por casi tres años, aquella noche mi padre le envió la señal, así que algo pasaba…traté de permanecer fuera de esa discusión, digo… ¿por qué abusar de mi suerte?”.

Y es de esta forma, querido público de todos y ninguno, como inicia esta curiosa adaptación sobre una de las tantas increíbles historias sobre el caballero de la noche. La broma mortal, escrito por uno de los predicadores más afamados del cómic, Alan Moore, e ilustrado por el genio de Brian Bolland, que junto con El retorno del caballero obscuro y Batman año uno, ambas de Frank Miller, es uno de los titanes de la narración gráfica, que ha logrado no sólo trascender en todas las épocas de este medio, sino el mostrarnos algunas de las facetas más humanas y tenebrosas del demente enemigo.


Debo decir que tuve muchas dudas cuando terminé de ver la adaptación de la novela, dentro del universo DC Animated Movies, y aunque acuerdo con la postura de muchos al decir que la película parece estar dividida en dos partes, al menos para mí tuvo un sentido al lograr captar la esencia de la historia. En lo personal ambas me gustaron mucho, en especial por el detalle de que lo mostrado durante más de una hora, resultó ser una aventura sencilla en las andanzas del murciélago, pero enaltecida con detalles tan ricos que logró estremecerme por su profundidad.


La “primera parte” de la historia se concentra en Bati-chica, y sus correteos como una justiciera disfrazada al lado del temido vigilante de ciudad gótica. Nunca he sido fanático del personaje de Bárbara Gordon, pero disfruté mucho la química que fue creándose con Batman, no sólo en esta relación de maestro y alumno, sino como algo más íntimo, lo cual alcanza un clímax comprometedor durante el combate con una pandilla de la mafia. La actitud rígida pero protectora del murciélago sobre ella, al explicarle cómo nunca se ha encontrado al borde del abismo empujado por la total desesperanza es algo genial, y un guiño muy bien cuadrado con lo que viene.


“La segunda parte” inicia al descubrir que el Guasón había escapado de Arkham, preparándose para otro gran espectáculo que ofrecer al mundo mientras brinda por el crimen con una gran sonrisa.



Intuyo que la necesidad de darle más acción al personaje de Bárbara durante la película, obedeció al mismo punto que se ha referido el villano una y otra vez: “todo lo que se necesita para volverse loco, es un mal día”, tomando a personas fuertes, nobles y justas para doblegarlas en actos precisos, violentos y sádicos. En un momento de la trama, una de las cosas que llamó poderosamente mi atención, es el instante donde Batman observa algunas imágenes sobre crímenes cometidos por su eterno rival.


Ahí se pueden apreciar varios momentos importantes en la trayectoria del murciélago, como la primera película de Batman con Michael Keaton y Jack Nicholson en el instante que amenazó a la ciudad con sus químicos de la risa, The Dark Khight de Christopher Nolan al corromper a Harvey Dent alias Dos Caras, la famosa muerte del primer Robin,  y el viejo cómic titulado Mad Love donde se muestran los comienzos de Harley Quinn. Como podemos notar, es un ejemplo tras ejemplo sobre cómo la locura es igual a la gravedad, cayendo todos en ella con el más leve empujón.


A lo largo de toda la película y cómic por igual, podemos ver algunas secuencias que revelan los orígenes del icónico criminal, mostrándose como un comediante fracasado que luego de un terrible accidente con químicos termina perdiendo la razón de su vida. Este origen, sin embargo, es incierto, debido a que el propio Guasón menciona que si decidía tener un pasado, prefería tener múltiples opciones, y es algo muy cierto al afirmar que a veces recordamos nuestras primeras andanzas no tanto como fueron sino cómo creímos que fueron.


Basándome en el increíble documental “Batman Desenmascarado: La psicología del caballero de la noche”, se menciona cómo el propio Guasón es una respuesta lógica a lo que Batman representa, es decir, esta omisión o pérdida del sentido contra el propio poder de voluntad y el músculo del auto-control, una fuerza imparable contra un objeto inamovible e incorruptible, la auténtica locura contra la razón, o como he mencionado en incontables veces, el caos contra el equilibrio, hermanos en toda existencia.


Estos personajes, desde la propia concepción, verán sus destinos ligados en una interminable jornada donde el Guasón presionará hasta lo indecible a cada una de sus víctimas, moviéndolas a cruzar sus propios límites morales, cosa que ya ha probado, como dije, en múltiples ocasiones, mencionando que ha logrado corromper al propio Hombre de Acero, en el famoso cómic Injusticia: dioses entre nosotros. De aquello, quiero hacer mención que después de la película animada Superman: el día del juicio, de la cual también realicé un análisis exhaustivo en mi otro blog (por si desean revisarlo, les dejaré el link del mismo), la broma mortal resultó ser una de mis favoritas.


Pero ante todo, lo que hace de esta historia algo alucinante, es su memorable final, donde el Guasón viéndose frustrado por el caballero nocturno, espera su futuro encierro a la par que el héroe recibe su ovación, pero el final da un giro bastante interesante. En ese momento, bajo la lluvia, Batman le tiende la mano a su eterno enemigo, con la promesa de ayudarlo, de trabajar unidos para cambiarlo todo. Un instante extrañamente conmovedor, no sólo por tratarse del héroe y el villano, sino por casi sugerir esta condición de personajes con una historia que, tarde o temprano, los llevaría a un único final: “No quiero lastimarte, no quiero que ninguno de los dos mate al otro, pero se acaban las opciones. Quizás todo cambie esta noche. No sé qué es lo que habrá hecho cambiar tu vida, pero quizás también he estado ahí. Deberíamos trabajar juntos, podría rehabilitarte, no tienes porque estar solo, no tenemos porque matarnos. Déjame ayudarte”. Y aquel momento, donde el Guasón se incorpora, creo que es el único instante en todos los cómics que he leído sobre el villano, donde luce más vulnerable que nunca.


Fiel a su estilo, decide negarse a la ayuda de Batman, contándole un chiste que funge como alegoría de ambos, dos locos que deciden fugarse de un manicomio, tratando de escapar por los techos de la ciudad. El primero logra saltar por los tejado sin problema, pero el segundo no puede hacerlo debido por el temor a caerse, de forma que el primer lunático le indica que alumbrara con una linterna los espacios entre los edificios para que pueda caminar sobre la luz y reunirse con él. El segundo contesta: ¿Acaso crees que estoy loco? ¡La apagarás cuando vaya a mitad de camino!


Con obviedad, aquel chiste los representa, no sólo durante su vida, sino en aquel único momento. Los tejados de la ciudad vendrían siendo la vida, y aunque ambos personajes han tenido días pésimos, Batman logró sobreponerse mientras que el Guasón cayó ante su propia locura. La idea de la luz es la promesa de aquel instante, sabiendo que aunque el villano aceptara el gesto del héroe, de nada serviría siendo que sus caminos ya estaban muy distanciados. Ante este mítico final, muchos se preguntaron, ¿por qué Batman terminó riéndose con el Guasón, como si fueran amigos de toda la vida? Quizá, porque el vigilante comprendió el chiste de su némesis, dándole razón al argumento de que era inútil tratar de cambiar aquella ley establecida, esa complicidad de mantenerse en un ciclo eterno sin la menor posibilidad de cambio. Eso, seguido a la inequívoca realidad de que, Batman, el héroe para muchos, representación del mismo orden, mató al Guasón con su propia toxina.
Comprendamos que una obra, con el respeto que se merece, debe ser analizada desde múltiples perspectivas, y en mi peculiar forma de ser, conociendo mi máxima de que cualquier conclusión arroja nuevos caminos, pude encontrar una significación casi profética en aquel final. La situación se nos presenta, ¿pero qué implican tales circunstancias? Más allá de mostrar ambigüedad, se nos lanza al rostro un mensaje triste, de cómo al final, Batman si tuvo que cruzar sus limitaciones para alcanzar su objetivo, y aquello no dio motivo a aplausos, sino una continua lluvia que terminó cubriendo su camino, o quizá, su conexión con el mundo. Me atrevo a deducir dos posibilidades: la primera, una imposibilidad al tener que eliminar ciertos aspectos de uno mismo para crear otros, o una invitación a romper ciertos lineamientos para explorar otras respuestas que te llevarían a una auténtica unión. Ambas resultan válidas, lógicas, aterradoras, y sobre todo al saber que enfrentamos esos aspectos día con día. El mundo es todo menos sencillo, y por ende la humanidad que vivimos tampoco, siendo que habitamos a la par de múltiples perspectivas en una constante guerra por la razón absoluta. Sé que puede sonar caprichoso, pero… ¿no es posible una concordancia con todos esos aspectos?, ¿acaso este es un guiño que predica sobre la nula aceptación de lo otro, del misterio, de lo extraordinario?


Les dejo a ustedes la resolución final, porque ese es mi motivo, que ustedes analicen, que reflexionen sobre una posible respuesta, y no olvidemos, que aquello lanza más preguntas. Concluyendo con respecto a La broma Mortal, definitivamente resultó una adaptación digna, arriesgada, y recomendable para cualquiera. Espero hayan disfrutado de este análisis, casi tanto, quizá, como yo disfruté escribirlo para mí, y obvio, para todos ustedes respetables internautas. Para mí ha resultado toda una sorpresa, siendo que el Guasón, a final de cuentas, dijo una gran verdad: “Sólo se necesita un mal día para caer en la locura”. Tal vez, sólo un momento para ello. El mismo momento que se necesita para cambiarlo todo también. Nos pone a pensar, ¿no es así? Pensarlo sería un crimen para muchos.

Brindemos por el crimen.

Desconozco aquellas condiciones de derechos de autor sobre el final gráfico de “La broma mortal”.
Sólo deseo afirmar que ninguna de las imágenes aquí mostradas me pertenece bajo ningún motivo.
Su utilización, y obvia edición, es con motivos de enseñanza y entretenimiento reflexivo.
Sin más que agregar, quedo a su servicio, despidiéndome humildemente.

1 comentario:

Con gran placer leeré cualquier comentario y crítica. Agradezco tu tiempo.