EL LADRÓN DE LOS SUEÑOS.
La teoría extraordinaria.
La noche es mi reino, y en la noche las
almas, al sumergirse en el profundo mar del sueño, entre sus sombras, exploran
la verdad de su vida, como los submarinos al sumergirse bajo las aguas
turbulentas observan más seguros la ruta de los barcos sobre ellas navegantes.
Y en este reino de la noche, poblado de
almas en letargo, soy el Ladrón de los Sueños, minador de luz, captador de
verdades, tesoros que los hombres, más cobardes que avaros, ocultan y guardan
hasta de sí mismos, sin pararse a contarlos, sin querer saber sobre ellos,
aunque yo los muestre a sus ojos, más cerrados despiertos que dormidos.
Como en las noches de la ciudad, de calle
en calle va el farolero rasgando la oscuridad con pinchazos de luz, así yo por
la ciudad de los sueños rasgo de claridad las almas que, a la luz de sus
sueños, pudieran conocerse y saber de sí mismas si al despertar no fuera para
ellas caer en sueño más profundo: el de no querer saber nunca la verdad de su
vida.
Hoy se ha entrado la ciencia por mis
dominios con gran aparato investigador; más, como siempre, antes que los
hombres de ciencia supieron los poetas las verdades del misterioso abismo de mi
reino. Como los cuerpos, para su descanso, se desnudan de vestiduras al
acostarse, también al dormir para soñar se desnudan las almas, y si pudieran
así hablar y entenderse unas con otras, nadie se engañaría en la vida.
Una mujer y un hombre van a hablarse así
ahora, sin saber ellos mismos que hablan ellos, desnudas sus almas en la
desnuda verdad de sus deseos.
Al despertar lo habrán olvidado todo;
volverán al engaño, a la mentira, entre sospechas y traiciones, entre miedos y
sombras.
Animador de luz,
Captador de verdades,
La noche es mi reino;
Soy el Ladrón de los Sueños.
JACINTO BENAVENTE.
No es mi deseo provocar
distracción alguna con mi acostumbrada verborrea, por lo que compartiré con
toda alma atenta la intención de este escrito. He de aclarar que no soy muy
versado en la elaboración de teorías que traten de discernir las maquinaciones
de un profundo misterio, como ampliamente se ha utilizado alrededor de temas
sobrenaturales. Por ello es que por primera vez en la historia de este espacio,
y quizá de mi vida entera, decido abordar seriamente un suceso que me ha
acontecido en las últimas semanas, girando en torno al tema de los sueños y
nuestra relación con los mismos.
Soy un fiel creyente de lo
extraordinario, como también soy fiel creyente de las casualidades mundanas del
día a día, de modo que debo decir, desde un inicio, que lo sostenido en este
escrito, puede ser consecuencia de fenómenos comunes y corrientes.
Lo extraordinario y sus
posibilidades, es y siempre será, el trabajo de toda una vida, de mi vida, y
por ello antes he revelado el sutil conflicto que tenía en los terrenos de la
creencia, con toda esta amalgama infinita de universos que coexisten alrededor
de nuestra dimensión, y que llegamos a avistar por medio de la imaginación, u
eventos de otra índole. Pero aún con las herramientas adecuadas para profesar
esta perspectiva, mi conflicto radicaba, en el detalle sutil, de que en mi vida
personal nunca hubiera acontecido nada especialmente extraordinario.
Para explicar mejor ese último
punto, permítanme comentar lo que he concluido acerca de la naturaleza tan
nebulosa y cambiante de fuerzas con las que coexistimos en nuestro alrededor.
No nos es muy difícil concebir que existe lo familiar y existe lo desconocido
en nuestro mundo, y precisamente, lo extraordinario, viaja de ambas formas en
nuestra vida. Como persona, e individuo pensante que soy, he sido testigo de
cosas extraordinarias, que seguramente para muchos quedan en el terreno de lo
sencillo; yo mismo, he labrado con mis propias manos tales acontecimientos:
actuar, escribir, divertirse, besar, amar, sufrir, todos son sucesos que a
veces pasan desapercibidos, pero están colmados de una naturaleza mística en
nuestro mundo. Esas cosas son extraordinarias, pero porque nuestra voluntad nos
permite decidir que así lo sean. Pero sabemos que nuestro mundo termina cuando
empieza lo otro, lo ajeno, lo desconocido. Igualmente existe lo extraordinario,
pero que no ocurre por voluntad propia o nuestra capacidad de elección, sino
que sencillamente sucede por la voluntad de algo prójimo a ti mismo, ya sea
otro ser humano, u otra entidad. No me refiero tajantemente a algo místico,
porque incluso un ser humano puede sorprenderte con cosas tan sencillas, como
cuando la persona que te gusta te corresponde o ante una crisis recibes el
apoyo de alguien más, lo cual se vuelve extraordinario. Pero explorando las
particularidades de lo desconocido, me referiré a lo que la mayoría se refiere
como apariciones, señales divinas, avistamientos, entre muchos otros. Siempre
he puesto especial atención a este tipo de casos, conservando en mí las
diversas posturas ya sean de la lógica o de la espiritualidad, pero yo mismo
nunca sentí la necesidad de adentrarme a esa corriente movediza siendo que,
como dije antes, nunca me había pasado nada. Hasta ahora.
Lo que me sucedió no fue, en
palabras sencillas, algo tan impresionante, pero me sentí fuertemente inundado
de varias sensaciones que me acompañan hasta la fecha. Todos alguna vez nos
hemos sentido como yo me sentí en aquellos momentos, cuando tus músculos son
incapaces de moverse en medio de la obscuridad, cuando las dudas te sumergen
una y otra vez en ese estado de inconciencia, y aunque luchas con todo,
terminas por sucumbir en el olvido, hasta que abruptamente te ves liberado.
Dicho fenómeno es lo que típicamente se conoce como “cuando se te sube el
muerto”.
Lo curioso es que no fue la
primera vez que me sucedía, siendo que antes me había sucedido pero en otro
lugar, en mi anterior residencia en la que vivía; y tengo bastante grabado
aquel encuentro. Si, y lo vuelvo a afirmar, porque mientras me encontraba en
aquel estado de petrificación, sentí conscientemente cómo algo se sacudía a mi
lado, como un animal furioso; ese movimiento, justo a mi lado, me asustó lo
suficientemente como para salir de mi shock inicial.
El segundo encuentro en ese
estado, lo que me sucedió apenas hace unas semanas, fue en la casa donde resido
actualmente. Pero hubo algo bastante interesante en esta ocasión, porque esa condición
de inmovilidad sobre mí comenzó en sueños, sintiendo en carne propia aquella
familiar tensión en mis músculos. La cosa fue que, al liberarme de la
petrificación, tuve la certeza momentánea unos segundos después, de que me
había despertado, que me encontraba en el mundo real. Digo, ¿a quién no le ha
pasado?, ¿cuántos de nosotros somos conscientes en sueños? Yo no sabía que era
un sueño, pero parecía que por primera vez, tenía certeza de donde estaba. Lo
raro fue que, el lugar donde estaba, era mi residencia anterior. Aquello más
que ser un dato interesante, de hecho no es algo nuevo en mí, siendo que muy
seguido sueño con mi primera casa, y no necesito ser experto para saber lo que
significa, pero concentrémonos en lo que vino después. Hubo un segundo
despertar, uno en el mundo real, donde me encontré nuevamente con la
petrificación en mi cuerpo, y la sensación de que algo me observaba. Aunque
rápidamente me libré de esas sensaciones, y encendí la luz de mi cuarto
encontrándome solo.
Tiempo después me puse a
reflexionar sobre lo sucedido, meditando seriamente sobre los sueños, los
cuales se habían transformado en formas amorfas dentro de mi cabeza, sabiendo
que estaban ahí pero sin poder definirlos totalmente, mucho menos recordarlos. Entonces
recordé el poema del ladrón de los sueños que coloqué al principio de este
tema, y además de formular nuevas aventuras dentro de mí mente, me formó
incógnitas bastante específicas sobre lo ocurrido.
El escrito de Jacinto Benavente,
posee una temática bastante peculiar, una postura bastante fantástica pero aún
así inherente a todo ser humano en el mundo. Se nos da a conocer esta simbiosis
con la verdad que trasciende en el mundo onírico y como esta resulta
esclavizada en el olvido mundano de la vigilia.
El sueño es universal. Por
millones de años, varios investigadores, escritores y filósofos han creado a
partir del enigma que representan los sueños en el alma de la gente. ¿Qué son
los sueños?, ¿para qué sirven? Es tanto como responder el porqué poseemos
imaginación o curiosidad. Lo cierto es que los sueños nos muestran como somos
realmente, cómo nos sentimos, en varios aspectos y niveles de nuestra
comprensión. Sin embargo, aunque hasta cierto punto algunas figuras dentro de
aquella realidad onírica puedan parecernos familiares, hay otras que permanecen
en el constante misterio de nuestro interior. Aquel es un punto donde fuerzas
propias y fuerzas desconocidas coexisten, y a veces logramos vislumbrar más de
lo que podemos.
Mi duda central, la que quizás
pueda parecerles un poco extraña, es la siguiente: ¿qué pasaría si existe el
ladrón de los sueños? En todo caso de que un ser así exista, ¿cuál sería su
objetivo?, ¿cuál sería su función en el universo? Como humano limitado e
imperfecto que soy, puedo afirmar muchas cosas; la sustancia de nuestros sueños
pueden proveerle de cierta energía; algunos sueños son retirados para evitar
catástrofe; algunos sueños son robados porque poseen una verdad esencial que
los humanos no entenderían. No sé, pueden ser muchas más, pero podemos afirmar
que busca algo con ciertas características. Aquella es mi teoría: existe un ser
que se pasea por los sueños de los seres humanos, y su visita nos provoca esa, dicho ser, o dichas entidades, una de dos: me inspeccionaron sin encontrar lo que buscaban, o fui despojado de un sueño que jamás recordaré.
¿Por qué afirmo lo de un sueño robado? Pues por otro detalle a resaltar, algo que no es tenebroso, pero si me llama la atención. Recuerdo una frase llegada en sueños, la cual escuché justamente en el momento en que desperté una mañana, semanas antes de lo acontecido con el ladrón de los sueños. Esta es la frase: petrificación tan única, provocando olvido y temor. Si realmente fui visitado
por dicha creatura
“El elegido ya viene”.
Estas palabras pudieron haber
surgido sencillamente por mi personalidad, siendo que aquellos que me leen
saben que a mi me encantan las historias de héroes, y que de hecho mi primera
historia habló de un elegido, mi primera encarnación literaria. En sí resultan
palabras inofensivas, que hablan de un “acontecimiento futuro”, pero nunca me
había pasado que una sencilla frase me llegara en sueños, mucho menos
recordarla durante tantas semanas. Sin embargo, si el ladrón de los sueños se
llevó algo de mí, que es más importante que estas palabras, eso me indica que
algo sucede o que puede suceder, algo indudablemente extraordinario, y de lo
que yo soy parte.
Ahora, ¿cómo puedo suponer tan
fácilmente dichas cosas? Pues sencillamente por lo mismo que he estado diciendo
desde antes: todo es una mera suposición de los acontecimientos, quizá una
mezcla simultánea de fenómenos mundanos que me atacaron en ese momento, una
serie de visiones oníricas derivadas de mi cansancio y diversas preocupaciones,
frases interesantes provocadas por mi chispa creadora.
Y aunque anteriormente afirmé
que son cosas que me han sucedido en verdad, por primera vez, si tratara de
encontrar cierto patrón a dichos acontecimientos, eso se volvería parte de una
interpretación muy personal. Aún así, estos fenómenos inesperados se agradecen
bastante.
Al no poder refutar esta teoría,
no negaré cierta tristeza al reconocer que todo lo acontecido cae más en los
terrenos de la casualidad mundana, pero como dije antes, lo extraordinario no
sólo se significa en lo desconocido.
Eso era lo que quería mostrarles. Espero haber invitado a la
reflexión, como también al placer de una experiencia inesperada. Soy el
Guardián Eterno, Maximilian de Zalce; hasta el próximo encuentro.
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