miércoles, 20 de julio de 2016

El viaje de la belleza.


Dedicatoria.

Agradecido por toda persona con el afán de conocer, y no condenar sin haber comprendido.


Índice.

PROPÓSITO.

INTRODUCCIÓN.

RESUMEN.


CAPÍTULO  CERO. Soliloquios al vacío.
-         Primer y último acto: La locura.


CAPÍTULO  1. ¿Cuál es mi maldito problema?


CAPÍTULO  2.  ¿Soy el único con el problema?


CAPÍTULO  3. Resolución de una eterna búsqueda.



PROPÓSITO.

“Así son las cosas”, “así son las personas”, “así es el mundo”, son frases a las que me he enfrentado toda mi vida, en continuas batallas de intelecto, integridad, dignidad y esencia. El fin de un camino, y algunos bien lo saben, para mí, siempre ha representado el inicio de algo nuevo, la exploración de un territorio desconocido, donde poderes invisibles al ojo habitual asechan con la intención de despertar la voluntad potencial en todos nosotros. El proyecto que tienen ahora mismo ante ustedes, no es más que otro de esos divertidos, alargados y excelentes viajes de conocimiento y dicha. No negaré, sin lugar a dudas, que una de mis motivaciones iniciales con este proyecto fue el de una rabieta sin límites, en uno de mis tantos enfrentamientos contra este titán irreconocible para algunos, llamado moral, pero que en sus falsos argumentos, desprovistos de una iniciativa sincera, reconocida y flamante, pude encaminar los inicios de una búsqueda, que me llevaría a la reflexión de las circunstancias móviles en mi interior.
En mi experiencia he consolidado, hasta el momento, una diferencia certera entre “moral”, y “ética”, pero no deseo aburrirlos, ni mucho menos insultar la honesta atención que bien han tenido en dedicarme al observar mi trabajo próximo, con la definición de dos frentes irreconciliables, para que finalmente aparezcan otros mil, sin llegar nunca a una solución. Pero claro, no olvidemos que una pregunta, puede ser la más bella solución. Mejor, me decidiré ir al meollo de este asunto, el cual no es otro que el de denotar mi enfado hacia el hermetismo de las personas, y la pérdida de los significados en la implicación de palabras, que permiten esgrimir, si así se desea y así se busca, universos maravillosos. La situación no es nueva para ningún ser humano en el mundo, siendo que incluso nosotros mismos somos culpables de tal pérdida, de tal irracionalidad en nuestros caminos, ¿pero porqué la falta de caminos reflexivos, han conducido a la humanidad, a todos los seres de la tierra, condenarse unos a otros, sin el menor ápice de comprensión?
Posiblemente esté exagerando, posiblemente esté confundiendo intenciones. Posiblemente sólo me guste escribir. ¿Pero escribir por escribir? ¡Ja! ¡Eso nunca, hermanos y hermanas! ¡Eso nunca, humanidad! Porque siempre, ¡siempre!...hay un porqué.
Quiero expresar, en últimas instancias, que todo lo referido a continuación de este trabajo, se exclama, perjura, despotrica y se dice sin el afán de herir o condenar a nadie, pero llegado el momento, siendo inevitable, tengamos en cuenta que la primera cosa que hay que condenar es a uno mismo, y sólo con el conflicto, llegaremos juntos a la verdad del atardecer, la auténtica belleza de nuestro interior.

Iniciemos juntos este viaje.


INTRODUCCIÓN.
Comunicación y comprensión.

“El erotismo de uno, es la pornografía del otro”, y nunca mejor dicho siendo que en nuestros días, viniendo con sorpresa de una sociedad que, supuestamente, ha avanzado a pasos gigantes en diferentes cuestiones del conocimiento, enfrentamos por desgracia una neurosis irrelevante, deseosa de quedarse en el hermetismo de su irracionalidad, su estupidez y conformismo. ¿A quién me refiero cuando hablo de la sociedad en general?, ¿de los niños?, ¿de los jóvenes?, ¿de los ancianos? Pues, si, hasta cierto punto, de todos ellos. Pero más importante, ¡de uno mismo! Siendo siempre el primer ejemplo, la posibilidad faltante en el entramado de la vida y todas sus circunstancias.
Personalmente, en mi comunidad, puedo ver y señalar con pesar y rabia, un retroceso irremediable hacia nuestras pulsiones más primitivas, sobre temerle a lo desconocido, o reaccionar de manera salvaje hacia lo que no nos parece. Es terrible ser testigo de cómo temáticas como la sexualidad, la religión, la política, la ciencia, el arte, y otros campos tan grandes en el saber, inherente y necesario de la humanidad, aún nos sean bastante desconocidos, por no decir condenables. ¿Qué no somos lo suficientemente sensibles como para ver que estamos ya, en la era de las posibilidades?, ¿nos es muy difícil concebir tanto el horror como la esperanza, como partes naturales en nuestra vida?, ¿nos es realmente imposible asimilar un final feliz, y un final trágico, en determinado momento de nuestra existencia? Aparentemente si, porque a cada paso, llego a enfrentarme ante esas ideas conservadoras no sólo en los medios de comunicación, no sólo en la información transmitida por las redes sociales, sino en la propia mirada de algunas personas con las que llego a toparme. Y desgraciadamente, aquella obcecación y repulsión de cosas nuevas, del cambio, es correspondida por el irrefrenable exceso de los otros, aquellos que fungen un papel destructivo en los alrededores de la existencia, en el nombre de una dichosa libertad.
¿Qué es la libertad, amigos míos?, ¿acaso lo es esta destrucción?, ¿lo es esta abstinencia? Tantos años de evolución no nos han ayudado a ser más sensibles, por desgracia.
Seguramente, ante esta problemática, más de uno alzará los hombros con indiferencia, y dirá sencillamente: “así son las cosas”. Pues si señores, ¡así están las cosas!, por lo que les preguntaré: ¿aún vale la pena remediar tal situación?, ¿vale la pena salvar al mundo, de sí mismo? Pues si no lo creyera…no estaría aquí, ¿verdad?
Más de uno, de principio a fin de estos pensamientos, dirá que no tiene relevancia esta percepción personal ante el delicado y complejo entramado de la vida de millones de personas, siendo que mi postura, es sólo movida por un propósito muy ajeno, casi imperceptible. Pues bueno, es aquí donde detengo mi marcha narrativa, y les digo con astucia: “créanme, se sorprenderían”. Una gran persona me enseñó que nuestro destino está forjado por nuestras propias decisiones, y cada una de ellas, sin importar apelativos juzgados por la mente humana, genera consecuencias, que debemos enfrentar al final.
Dejando a un lado mi acostumbrado optimismo, afirmaré con una de las máximas con las que rijo mi saber literario: el caos sigue viviendo, porque de lo contrario, ¿qué es el mundo, el universo, la humanidad y la existencia, sino un conjunto interminable de decisiones que chocan entre sí?
En algunos de mis tratados antiguos, cuando me aventuraba por las virtudes del ensayo y la expresión del pensamiento a través de verborrea sin límite ni pesadumbre, definí con sorpresa un concepto del cual agregué una implicación distinguible: equilibrismo. Sin desprestigiar lo que implica aquel nombre arte, en caminos más aunados al cuerpo y sus destrezas, definí tal palabra con la creencia de que una posibilidad certera para llegar al equilibrio, como especie incluso, es la comprensión, la cual, en nuestros tiempos, es una raza casi extinta.
El buen teatro logró enseñarme que la vulnerabilidad y la inocencia son factores decisivos en virtud de comprender al prójimo, sin embargo, uno al enfrentarse a una sociedad cada vez más insensible (¡alcen la mano todos! Yo ya la alcé), conlleva a una preparación más rigurosa. Obviamente podemos pasar páginas y páginas tratando de descifrar el cómo lograr tal objetivo, siendo que cuando uno comienza a quejarse sobre los diferentes males del ser en el mundo, es innegable volver a uno mismo como meollo del asunto, ¿qué procesos seguir?, ¿qué pautas instaurar?, ¿cómo hacer que la humanidad vuelva a buen puerto? Bueno, ¡maneras hay muchas! Y una de ellas es la comunicación, ¡la bendita comunicación!, la comus vivendi.
Los procesos comunicativos que nos hemos instaurado como sociedad, me apena decirlo, no son los mejores, por no decir que llegan a ser los más deplorables (¿todos siguen con las manos alzadas? Yo no he bajado la mía, aunque me es más difícil escribir así, he). Obviando el interesante proceso por el que la comunicación fue formándose desde los inicios de la humanidad, hasta nuestros días donde dejamos de lado cuestiones lógicas y circunstanciales, sólo para adoptar aquello que nos es necesario, o que creemos necesitar. Normalmente, escuchamos lo que queremos escuchar, e ignoramos tonterías sin importancia, y aquello desencadena una silenciosa división en nosotros con los demás. Y claro, no estoy diciendo que aquello no sea natural debido en ocasiones donde llegamos a toparnos con individuos poseedores de ideologías, que conllevarían a certeras decisiones destinadas a la destrucción de uno mismo, y sobre todo, de sus semejantes. En tales casos, deseamos ignorar, y al generalizar bastante, tendemos a alejar toda perspectiva diferente.
La comunicación me gusta definirla como un arte, un logro, y una responsabilidad, porque para que dos personas se entiendan, y se comprendan, toma bastante tiempo. Pensemos en amigos, novios, familiares, y nos daremos cuenta que un proceso de comprensión lleva bastante tiempo, a través de varias formas. Depende mucho de la persona, sin lugar a dudas, pero multipliquemos eso por las millones de personas en la tierra, y nos dará bastante tiempo. Se ha llegado a formar el absurdo mito de que la comunicación no existe, debido precisamente a que cada quien quiere entender lo que desea y lo que le conviene, pero me pregunto, ¿cómo podemos encasillar nuestra mente, creyendo el proceso comunicativo como algo unidimensional?, es mejor concluir que dicha comunicación no siempre se logra, y eso comienza con una incomprensión de uno mismo, al reconocer en el resto la propia igualdad a través de las diferencias. Pero como dije, es paso a paso.

RESUMEN.


Este noble trabajo, amén del novelizado inicio que decidí agregarle por cuenta propia, dispone de tres cortos capítulos, en los cuales intento desglosar la cuestión del sexo en el ser humano, y cómo esta puede definirse a través del caos o del equilibrio. La imperiosa necesidad de mostrar mi labor en un formato de tesina especializada, corresponde a las sencillas razones de formalidad gramatical, e ironía tajante. Siempre he visto en un lenguaje elocuente la capacidad de expulsar a su máximo esplendor, toda la magia que las palabras pueden dar, y denotar al mismo en un humor irónico, una realidad preciosa, duradera, no sólo hacia quien lea estos tratados, sino para quien los fabrica con astucia.


CAPÍTULO  CERO.
Soliloquios al vacío.
Primer y último acto
La locura.

—La era de las posibilidades se me antoja como un absurdo intento por justificar las complejidades defectuosas, aún sin resolver, de un joven cuya vida se ha desencadenado en un torbellino de ira y rencor hacia el mundo más allá de él. Indudablemente, sabiéndose toda su vida en un gran intento por encajar, y al conseguirlo, este deseo por sobresalir viéndose frustrado por diversas circunstancias, sin realmente apreciar su auténtica función como obstáculo purificador, le mueve a crear toda una amalgama de universos propios, dándose una excesiva libertad en cuanto al manejo válido de ciertas cuestiones, igualmente, justificado al concebirlo en universos alternos y alejados al real.
                                                                          
Me disculparás, pero ahí lo estás abordando desde una postura inclinada a una opinión objetivamente propia, por lo que te invito a que me escuches y comprendas que la era de las posibilidades funge como un testimonio planificado bajo la percepción de este chico. Estas cuestiones mencionadas sobre el odio y la ira, más que denotar carencias en el autor, son utilizadas para creación de algo completamente nuevo, cuya fórmula es utilizada una y otra vez en sus personajes, tanto en los protagónicos como en los antagónicos. Sabemos que lo esencial en cada historia es el conflicto, y este muchacho lo lleva a un punto de transformación, utilizando como símbolos todos los elementos dispuestos en cada narrativa, dando homenaje a la figura del ser humano desde el inicio de los tiempos.

—¡Eso desde luego no lo discuto! Obviamente tales cuestiones son reflejadas en cada historia, pero yo me refiero, con tu perdón, a una cuestión mucho más personal. ¿Qué hay de su vida?, ¿qué hay de sus relaciones personales?, ¿por qué tanta magia tiene que quedarse tan sólo entre líneas y no aplicarlo?, ¿es viable para el propósito de un supuesto “artista”, el que sus obras nunca sean vistas, y peor aún, no permitan una transformación real a quien las crea?

Haber, haber, haber, ¿quién carajos dice que no existe tal transformación? Si queremos inmiscuirnos en la vida privada de este autor, sabemos que éste pasaba semanas enteras sin pensar en otra cosa que en el enfrentamiento con uno mismo.

—Hay una gran diferencia entre la acción y el recuerdo, mi querido amigo.

¿Y qué la acción de escribir no amerita ya de por sí, un cambio dentro de la vida del autor?

Sin embargo, hay que concordar que no todas sus obras seguían un propósito magnánimo, sino una búsqueda meramente personal. El siempre dividió sus historias en clases: ficción personal, y ficción profesional. La primera versa sobre historias donde si manejaba mensajes que reflejaban su realidad, pero con el uso de personajes ya existentes en series, caricaturas, y demás, mientras que la segunda eran más creaciones enteramente propias, donde había un reflejo más cuidadoso de su entorno. Pero ambas obedecían al mensaje que la era de las posibilidades decía: realidad en la imaginación. Y como digo, nuevamente, era imposible que tales cosas, no influyeran de cierta forma en el autor, siendo que no conocemos todos los detalles de su vida privada. Sabemos hasta cierto punto que tenía problemas, y tenía una actitud un tanto indiferente en cuanto a su entorno, referido con las demás personas, la poca estima que les tenía, pero él sabía enfrentar esas cuestiones por medio de sus escritos.

—¡Indiscutible, por supuesto! Pero no deja de llamarme la atención que hubo muchas historias las cuales nunca se nos mostró. ¿Por qué evadir al público en general, esas cuestiones? Más allá de la era de las posibilidades, de Fuerza Guardiana, Batalla de Horrores, La Corona del Poder, Cantos Guerríceos, ¿qué es lo que existe entre las sombras dejadas atrás?, ¿por qué la necesidad, casi desesperada, de esconder tales fragmentos de historia? En mis investigaciones si pude toparme con trabajos de ambas índoles, los de ficción personal y profesional, ¡pero me topé con muchos otros!, ¿qué hay de sus ensayos?, ¿los pensamientos e historias escritos en sus bitácoras actorales, más allá de la cuestión técnica?, ¿historias que dibujaban personajes aún misteriosos para muchos?

Cierto, ¡interesante sin duda! A fin de cuentas estamos hablando de un simple jovencito, que dando significado a lo que le rodeaba a través de historias, no dudaba en el acto impulsivo de creaciones con tal de liberar una frustración escondida por… ¡yo qué sé!, ¡otras cuestiones! Algo que me llamó mucho la atención, de lo que dijeron, fue que este chico tenía la intención de encajar, y cuando lo hacía, el creía que debía resaltar, pero al no lograrlo, igual se frustraba. ¡La era de las posibilidades conlleva ello también!

¡Exacto! ¡Exacto! ¿Qué no recuerdan “El guardián y su sombra”?

En efecto: uno de los miembros fundadores de Fuerza Guardiana.

¡Pero más allá de ser un fundador! Es una pieza clave para comprender todo este movimiento vital del que hablaba él en sus historias. La historia de Andrew Hurcán Blake, con su homólogo sombrío, el antiguo Guardián Cruwail, nos refiere este constante encuentro y pérdida de sí mismo ante el devenir de la vida. Nos habló cómo el primer borrador de esta historia pretendía ser la historia de un joven entre los veinte y treinta años, pero luego, se decidió por un hombre más allá de la adultez, en una edad entre los treinta y cuarenta años. ¿Por qué? ¡Pues porque él lo veía como la edad en que el ser humano empezaba a tener conflictos en su vida! El anhelo por revivir los primeros instantes de la infancia son más marcados, representándose en sueños, ilusiones del ayer.

Preciso, sin lugar a dudas, pero no nos desviemos tanto del tema. “El guardián y su sombra”, con sus otras cinco obras “La rebelión de Durantio”, “La redención”, “La última guardiana mágica”, “Heroína”, y “Legión de verdades”, tenían un propósito trascendente, ¿pero qué propósito conllevaba, por ejemplo, una historia como Sexonario?

¡Ese es preciosamente mi punto! En mis estudios a fondo en sus bitácoras actorales, existen palabrejas, unas más que otras, con respecto a su frustración de no haber acabado tal proyecto, debido a la falta de comprensión de algunos, como también al regaño de terceros al enterarse de tal historia. Tal momento lo marcó a tal punto, de ser reservado en varias formas, y una de ellas, en el ámbito sexual. ¿Cuántas novias ha tenido el chico?, ¿encuentros amorosos? Hablamos de alguien que fue virgen hasta la edad de… ¿qué?, ¿cuarenta años? Y por ende, él tenía la escritura como único método de inmortalizar tales demonios.

Puede ser, amigo mío, ¡puede ser! Pero tampoco olvidemos que él siempre ha definido el escribir historias cómo un constante hacer transformador, y tal punto llegó esa creencia, de terminar realizando dicho “Sexonario”, pero con un enfoque diferente. La capacidad de tomar esos demonios internos, y construir algo totalmente distinto, algo nuevo que le permitía crecer como individuo.

¿Entonces porqué ocultarlo?

Él de hecho no lo ocultaba tanto como quieres creer. ¿Acaso ya olvidaron su pícara historia de “Sofía, la Linterna Verde”? Él mencionó en algunos escritos esta comodidad casi mística por los personajes femeninos, ¡le encantaba escribirlos!, ¡crearlos en primera persona!, y definitivamente Sofía fue uno de sus primeros y mejores trabajos en ese ámbito. ¡Y él no escondió eso! De hecho, lo compartió con muchos allegados.

Sin recibir muchas retroalimentaciones, debo decir. Y tampoco olvidemos su famoso cuento de “Elena”, la historia de un amor inmortal, donde tampoco se daba medias tintas. Y en muchas ocasiones, pasó a ser muy abierto en cuanto a su postura sexual de dominación femenina, en esta confidencial relación ama-sumiso. ¿Qué tiene eso de malo?, ¿por qué tiene que ser un tabú hoy en nuestros días?

¡Sin embargo, querida mía! Hay  que tener en cuenta que antes no lo era, ¿o sí? Eso es lo que me interesa de momento, ¿qué sucedió en ese intervalo?, ¿qué lo hizo moverse de la noche más obscura, al día más brillante?

Amigo mío, ¿y dices haber estudiado con detenimiento aquella bitácora?, incluso eso se puede resolver en su poco conocida historia, “El viajero”. ¿Qué no ha tenido conflictos amorosos?, ¡te sorprenderías!

Pero cómo todo, eso ha provocado un crecimiento magnánimo en su ser.

Lo cual no lo vuelve virgen de ningún error ni equivocación alguna. Recordemos que sus historias como “Víllanus”, “La fuerza unida”, “Linternas Guardianas” incluso, como también “La mesías”, “El luchador supremo”, y “una historia más”, en muchos momentos impecables de esas historias, refleja una inspiración por la lucha de contrarios simbolizadas en las historias de su niñez. Ambos aspectos son latentes, dentro de sí, en un eterno conflicto, pero de tal conflicto, nace la transformación.

¿Pero hacia donde transformarse? Esa es la gran pregunta.

—La grandísima pregunta…

Sin lugar a dudas, la más grande pregunta.

No olvidemos que este chico era muy dado a las “encarnaciones literarias”, es decir, a encarnarse el mismo dentro de las historias, interactuando con sus propias creaciones. En sus anotaciones podemos ver que él realizó, oficialmente, cinco de ellas, tales como “La legión de verdades”, “El elegido de la Ira”, “El necroquibista”, “Sólo contra mis demonios”, y su obra póstuma de la infancia, “Al terminar un camino se empieza otro”. Además, al haber investigado, hizo muchos otros de los cuales nunca fueron mostrados al público.

Pues porque es el mismo asunto: aspectos que no deseaba mostrar por “x”, o “y”, circunstancia.

Y cabe aclarar, aunque estuvo en duda al principio, inició una historia donde los héroes dibujados en “Al terminar un camino se empieza otro”, volvían para hacer de las suyas, precisamente donde se quedaron. Él ya había hecho un final de tales historias, en su primero “Apasionario”, en el cual los dividió por libros, concluyendo las aventuras de sus primeras encarnaciones literarias, y en la nueva historia que compartió, agregó muchos detalles de aquel final, y se siguió hasta concluir.

Y “Sexonario” no estuvo tan oculto, siendo que la encarnación literaria que hacía allí, era una parte fundamental de otras historias, fungiendo tanto como héroe y villano, entrenando muchos héroes para la primera, segunda y tercera parte de “Fuerza Guardiana”.

Indudablemente. Recordemos que su principal inspiración fueron series como Pokemon, Digimon, Dragon Ball Z, Yu-gi-oh, entre otros, los que le permitieron bosquejar sus primeros héroes, para con el tiempo pulirlos en figuras solitarias, concentradas, llenas de conflicto e intriga.

Con el tiempo, él ha creado maravillas…

Sin mencionar que se rumorea que sigue por ahí, escribiendo nuevos proyectos.

Pues creo que podemos concluir, ya para cerrar este bloque, que todas nuestras posturas son igual de válidas.

¡Vaya!, quién te viera tan atento al conceder en lugar de imponer, mi buen compatriota.

Lo que hace la reflexión, querida.

Y no olvidemos que hemos analizado los de sus primeros años. Aún falta más por ver, y cómo esa transformación genera más posibilidades, con todos sus conflictos, decires, conclusiones, y aceptaciones que implique. Ahora vámonos, que ya me dio hambre.

Si, ya se nos hizo tarde. ¿Les apetece un cafecito a ambos?

Ándale, te lo acepto. Pero luego a los tacos, ¿va?

Si, al final pasamos por la heladería que nos gusta.

Pues no se diga más.

Me leíste el pensamiento.

Pues allá vamos.


CAPÍTULO  1.
¿Cuál es mi maldito problema?

Soy un privilegiado observador de la belleza humana, y como tal, me gusta concebir mi silenciosa labor en razón de captar la beatitud en múltiples caminos, desde los complejos rincones de la ciencia, el ocultismo, el arte, y la filosofía, hasta temas más inmediatos como lo son las bromas, ciertas circunstancias, y los terrenos divinos de la carne. El problema que deseo plantearles no es otro que ya he planteado en múltiples ocasiones a lo largo de esta narración, el mismo maldito problema de siempre: yo mismo. Pero se preguntarán, espero, ¿por qué?, pues debido a que en últimas instancias, viéndome abrumado por la belleza femenina en particular, he sido constantemente criticado al buscar tal visión en trayectorias…quizá no muy apreciadas por el resto de la gente.
Quiero dejar muy en claro, en este momento, que en la vida se pueden experimentar múltiples cosas, sin embargo, hay algunas de éstas, que por una lógica natural, no deben experimentarse, debido al daño irreversible que provocan en nosotros. La pornografía, es, sin lugar a dudas, uno de los tantos “males”, que nos aquejan como seres humanos. Pero, amigos míos, querida humanidad, pongamos nuestras manos al pecho, y preguntémonos a nosotros mismos… ¿sinceramente nos hemos preguntado, a profundidad, el porqué de tal situación?, ¿sabemos con una certeza inquebrantable la razón de porque esto sucede en el mundo?, ¿de quién es realmente la culpa?, ¿del gobierno?, ¿de los padres?, ¿de nuestros educadores?, ¿de nuestros líderes comunitarios?, ¿de nuestros ídolos y creencias?
¿A qué se debe que una industria como la pornografía, ya sea de pago, o en sentido gratuito, ocupe el primer lugar en cuanto a visitas en la red?, ¿por qué, gente de toda índole, siente tal curiosidad? Y debe hacerse hincapié que a diferencia de otras “adicciones”, en este caso tenemos enormes ventajas sobre este tema, cómo el sólo apagar la computadora, o sencillamente apartar la vista de la pantalla…pero la auténtica pregunta es el porqué no lo hacemos, ¿por qué elegimos proseguir con esa visión, a un punto excesivo en nuestra vida? Ese es mi punto.
Soy consciente de antemano sobre la perspectiva radical, delicada y debatible del tema, siendo que como tal se extiende hasta los territorios del crimen organizado, por lo que trataré de expresarme con la mayor claridad en cuanto a esas cuestiones.

Desde el alba del tiempo, al menos en el planeta tierra, el ser humano ha convivido con varias cuestiones que rigen nuestro comportamiento hasta presentes días, y uno de esos factores decisivos, milagrosa y afortunadamente, es la sexualidad. Tal dicha ha sido para la humanidad, a lo largo de su historia, algo más allá que un mero acto reproductivo, ligándose incluso a una cuestión divina, donde el hacer el amor, conllevaba una implicación significativamente religiosa, la cual ha sido deformada más allá del tiempo, incluso generando diversas perspectivas alrededor del globo.

“Es evidente que el sexo ocupa un papel central en nuestra cultura. La biología y la neurociencia han descubierto que buena parte de los comportamientos que moldean nuestra evolución y determinan nuestra arquitectura neural están motivados o son generados por el sexo (tal que muchas de las habilidades más impresionantes de la mente humana son como la cola del pavorreal: herramientas de cortejo). Hoy en día es difícil concebir la salud mental y física sin el ejercicio de una sexualidad plena. Freud encontró en el sexo --o en su carencia-- la causa omnímoda de todos nuestros padecimientos psíquicos --de eso saltamos al presente donde revistas de belleza y salud atestan los supermercados y kioskos con la ubicua promesa de una mejor vida sexual o de un secreto que te hará conseguir la imagen paradigmática de lo sexy y por lo tanto el grial secular de satisfacer todos tus deseos y/o conseguir una pareja ideal.
Aunque estemos en desacuerdo con este reduccionismo pansexual, y entendamos que existen otras cosas  --algunas caras más sutiles-- que mueven al mundo además del sexo --no sólo el Eros sino el Logos--, no podemos dejar de reconocer la fuerza primordial de la energía sexual. Probablemente no sólo nacemos para encontrar una pareja y reproducirnos, existen otros factores intelectuales, emocionales o espirituales que entran al crisol --el mundo quizás no sólo sea el hechizo de la biología, de los genes (que inventan cosas como el amor para que copulemos y transmitamos su información), para perpetuarse a sí mismos. Pero no hay nada tan incontrovertiblemente cierto, nada que abarque y convulsione tanto, ni ejerza una atracción tan fuerte --más allá de sofismas, credos, metafísica, idiosincrasias, dogmas y palabras-- como el sexo (o solo la muerte es tan real; el amor es impalpable como el cielo). Es por este magnetismo universal del deseo --imperio concreto del cuerpo: caballo real que arrastra al auriga fantasma de la psique-- que el sexo se disuelve y se destila como poder. Poder que es permisividad (capacidad de hacer y transformar el mundo, y también de dejar ver al otro ese mundo: el sexo es lo más cercano a la transubstanciación) y prohibición (control, negación, neurosis, impenetrabilidad). Un poder, el sexo, que opera y oficia también sobre lo secreto --los asuntos de estado y recámara, lo que no se puede comunicar de otra forma, la intriga y el estigma-- y trafica con la divisa fundamental del mundo: la energía.
No es extraño, entonces, que casi todas las culturas hayan imbuido su sexualidad de magia y tabú, de potencia y castigo. La palabra tabú viene del tongoleno y significa justamente prohibición. La prohibición primordial es la negación sexual (ese primer no), específicamente el incesto --una de las bases de la civilización según Freud. Para Levi-Strauss este tabú fundamental parte de que en sociedades primitivas existía una economía sexual de intercambio de mujeres. El tabú al incesto permite que se puedan ofrecer hijas y hermanas a cambio de otras mujeres --o de otros bienes. El romper con este tabú trae no sólo un castigo de la tribú, también un castigo invisible o supernatural --algo también práctico ya que el sexo generalmente se da manera secreta fuera de la mirada del grupo. Esto significa que el sexo toma un carácter de sagrado o execrable, es por eso que merece, al ser violado el orden impuesto, un castigo supernatural”.

ALTERCULTURA.

De la cuestión sexual, evidentemente, se puede decir muchísimo, describir con precisión los rituales realizados a tal causa, como los tabúes generados consecuentemente. Pero no es de mi interés referir cada uno, sino el reflexionar el cambio significativo de tal cuestión, de una libertad mística, hacia una represión indudable. ¿Pero a qué se debe todo ello?, ¿por qué el tema del sexo se ha vuelto tabú en nuestra sociedad?, ¿por qué se ha satanizado tanto esa cuestión? Pues las cuestiones son varias, sin lugar a dudas, y debo afirmar sin temor, que tal intolerancia hacia la sexualidad, se debe a una antigua cadena de casualidades malinterpretadas pero tristemente aprendidas de generación en generación. Como el sexo también ha dado paso a cuestiones preciosas de la vida, también se ha presentado en actos atroces y horripilantes, y aquellos individuos que presenciaron estos últimos, son los que han fabricado un mensaje a través del miedo al día siguiente. No es de extrañar que el asunto de la pornografía se demonice, debido que en ella podemos encontrar obvias conexiones con el tráfico de infantes, la trata de personas, que comercializan con el sufrimiento, fomentando un excesivo e insano placer ante la observación de acciones indescriptibles. Y joder, ¡se tiene  toda la razón en ese punto!, todo aquello tiene un sentido, pero al haberse generalizado a una magnitud gigantesca, se olvidan aspectos más sencillos del mismo, más comunes y corrientes al respecto. Al haber estos dos grandes frentes en este asunto, en muchas situaciones llegamos a presentir un sinsentido en los discursos que nos son lanzados con respecto a la cuestión de la sexualidad. Es cierto que dicho tema se ha visto desde la política, desde el arte, desde la ciencia, y nunca mejor dicho, desde la misma religión, y ante esta lucha de perspectivas, encontramos discrepancias, y no llega a tener sentido para nosotros. Hace mucho tiempo, durante mis días en la universidad, realicé un trabajo investigativo sobre la distorsión de la realidad a través de internet, haciéndome la pregunta de si aquel medio distorsionaba la realidad.

Y la respuesta era obvia: un rotundo “no”.

¿Por qué? Pues porque tal falta de sentido no se debe a la religión, ni a la política, ni a la ciencia, ni mucho menos al arte, ¡a ninguno en sí!, siendo que todos ellos son ramas vivientes del conocimiento humano, y como tales no poseen las limitaciones que todos nosotros tenemos al actuar. Así es, damas y caballeros, el verdadero responsable, es el ser humano. Por ende, como he estado predicando, el responsable es uno mismo.
En el trabajo ya mencionado me debatí seriamente sobre una definición de control, y pude concluirlo como “un mutuo acuerdo entre todos y ninguno”, pero, ¿un mutuo acuerdo a qué? Pues sencillamente, a no hacer, a no hablar, a no elegir a conciencia. El internet desde sus inicios se nos mostró como una herramienta que prometía facilitar la llegada de información a los seres humanos en sociedad, pero poco a poco, fue transformándose en una Matrix de perspectivas, una sutil arma de distracción, control social, y generadora de división ideológica, ya si hablamos de temas más serios. Publicidad, Blogs, Entretenimiento, Redes sociales, todas perspectivas con el único propósito de dar rienda suelta a lo que reprimimos en la realidad, en el día a día, donde el control quiere radicar en todos, pero finalmente, no recae en ninguno. Pero claro, recalquemos que los responsables de tal situación, son las mismas personas, tanto en la fomentación, como en la indiferencia, con el único objetivo de condenar, sin la más mínima intención de comprender. Sería muy bonito recuperar aquella implicación liberadora que los antiguos durante tanto tiempo, inculcaron en los rituales de sexualidad, pero obviamente, ¿cómo discernir de manera clara y concisa, entre lo excesivo y lo placentero, entre lo criminal y lo artístico? Quizá, tal vez, replantearnos el cómo definimos ciertas tendencias, para así convivir en armonía. Pero el día en que logremos eso, desgraciadamente, es muy lejano aún.


CAPÍTULO  2.
¿Soy el único con el problema?


Lo pornográfico fácilmente se ha definido en la mente de muchos como lo obsceno, lo asqueroso, el decir estúpido y sin ingenio de “utilizar a la gallina entera, en lugar de algunas plumas”. Sin embargo, he descubierto, no sin sorpresa, cómo tales acusaciones se han visto truncadas al quedar demostrado, que las líneas que separan a la pornografía de lo erótico, no están muy bien definidas. En una película pornográfica podemos encontrar la sutileza del erotismo, y en lo erótico podemos toparnos con momentos más allá de los esperados. ¿La diferencia podría radicar en el propósito con los que son creados dichos materiales? Posiblemente, ¡aunque claro!, no es mi intención definir cada uno, sino que, una vez más, lanzar la pregunta, ¿por qué la gente, en primeras instancias, se aventura a esa clase de videos?, ¿qué encontramos de atractivo en el erotismo, o en últimas instancias, en la pornografía?, más allá de lo instintivo, ¿qué nos atrapa de aquel mundo?, ¿la liberación?, ¿el éxtasis?, ¿la sensualidad?, ¿promesas dudosas de satisfacción?, ¿seguridad por recibir sin dar nada a cambio?
Pues las razones, como podemos ver, pueden ser múltiples, pero aún la línea de lo moderado a lo excesivo es muy grande, y muchos llegan a contraer conflictos severos en cuanto a no poder dejar de observar tal material. ¿Por qué se genera tal adicción? Obviamente por la insuficiencia que dejan al aire las primeras sensaciones, las cuales uno busca simular nuevamente con más videos, con más encuentros en dicho mundo. Pero aunque nos quede claro la parte adictiva, un factor real y serio, debemos comprender que se trata ya de una consecuencia a esas alturas… ¿por qué la gente ve pornografía entonces, en primer lugar? Insistiré una vez más en la máxima de que existen cosas que no se necesitan experimentar para vivir plenamente, pero si alguno de ustedes, compañeros, amigos y amigas mías, desconocidos aún para mí, sienten curiosidad por el tema pornográfico, permítanme darles un consejo, aquel que nadie supo darme, y el que tuve que encontrar por cuenta propia, comprendiendo que ante tal encrucijada, se tiene la opción de apagar la computadora o simplemente girar la vista de lo que se esté viendo.
La pornografía es una constante búsqueda por la satisfacción, aquellas sensaciones que añoras en tu vida diaria, pero que por desgracia, no puedes recrear por más videos que veas. Debido a ello, es lógico que se le compare a una droga, siendo que nunca es suficiente, nunca encuentras esa auténtica satisfacción…al menos, no después del primer video con el que te topas, o que deseaste buscar. Sé que la situación puede parecerles incómoda, rara, inesperada, incluso entrometida, pero debo recordarles que la razón de mi presencia en este ensayo, no es otro que el de una enérgica rabieta por aquellas personas que desean condenar algo, sin dar un auténtico sustento, ligado a una sola y limitada perspectiva.
A todas aquellas personas que se sienten culpables de haber mirado pornografía, o que la ven en estos momentos y sienten que no pueden parar, les pido que se detengan un segundo, un solo segundo, y se pregunten esto seriamente: ¿recuerdan el primer video que vieron?, si, aquél que les hizo alcanzar una auténtica satisfacción, y los introdujo a un mundo totalmente nuevo. Bueno, pregúntense, ¿qué había en ese video que les gustó tanto?, y una vez que lo definan, descubrirán algo de ustedes mismos, algo que intuían, o que simplemente resulta inesperado, y eso, créanme, delimitará abismalmente la búsqueda por la satisfacción.
Debo confesar, sin miedo alguno, que eso mismo me sucedió a mí. Lo sé, sorpresa total, pero es cierto. Llegó una época en mi vida que me afectó demasiado la cuestión sexual: era temeroso, y no sabía a quién acudir, mucho menos después de las respuestas que obtuve. Me hice las mismas preguntas que les hice a todos ustedes, y entonces, al buscar, al investigar lo que en verdad me gustaba, pude definir muchos rasgos de mí mismo, y finalmente, encontré la auténtica satisfacción: el placer de encontrarme a mí mismo. Sé que suena demasiado optimista para estándares factibles, en especial que intento comparar una situación privada con un método eficiente que otorgue resultados precisos, a una humanidad conformada de seres tan diferentes, tanto tenebrosos como extraordinarios, con la creencia inquebrantable de que algo que me sucedió a mí, podría servirles a todos ustedes. Quizá, ¿por qué no? Porque cuando uno sabe lo que le gusta, y el porqué le gusta tal o cual cosa, se siente mucho mejor, más seguro consigo mismo, y se deslinda la idea de que es la peor persona al haber visto pornografía, ¡ninguna persona lo es!, simplemente, en el mejor de los casos, eres curiosos, pero no sabías donde exactamente buscar. Y comprenderán que al darle su momento y espacio a esa cuestión, no habrá motivo para que tal cosa afecte sus demás actividades, y podrán alcanzar la plenitud, y desarrollarse al grado de vivir experiencias extraordinarias, tanto en la cuestión sexual, como en muchos otros ámbitos.


CAPÍTULO  3.
Resolución de una eterna búsqueda.


Es muy posible que las conclusiones que podría dar a continuación, no son las más impresionantes, y a lo mejor, ni siquiera las más esperadas, pero sin lugar a dudas, son las más honestas, siendo que todo lo que dije fue la pura verdad, y no sólo con el propósito de desahogar mi rabia, sino con la certeza, la firme convicción…de ayudar a alguno. Lejos de religiones, corrientes filosóficas y posturas políticas, la sexualidad existe, y lejos de refrenarla, hay que darle su lugar, con tiento y el cariño debido. Si te topas con temas pornográficos, o temas eróticos, no olvides preguntarte, cómo en todo lo demás, la razón de hacer aquello, y si lo decides, aventurarte a conciencia, atreverte, pero si no te gusta, nadie te obliga a continuar. Además, no irte al extremo de imponer tu visión del mundo por sobre los otros, porque hay gente que se siente incómoda ante esas cuestiones, y a nadie se le debe obligar ante tales temas. Recuerda esto siempre: El erotismo de uno, es la pornografía del otro.
Así que, por favor, con sus respectivas y extraordinarias excepciones, siéntete seguro contigo mismo de qué es lo que quieres, qué es lo que te gusta, pero no lo enseñes a otros de manera impulsiva, ni mucho menos, mantenerlo a la vista de toda la gente, no por vergüenza de lo que eres, sino por comprensión de que todos somos un universo distinto. Ahora si que, como me sucedió antaño: “por moral, a ver esas cosas en su casa”, je, je.
Y como en todo, siempre existen las tinieblas, porque el asunto de la esclavitud en esos días, para comercializar esos videos, es un asunto grave, y como pregunté antaño: “¿cómo definir a conciencia donde culmina lo generoso, y empieza lo excesivo?, ¿a qué conciencia, a qué divinidad, a qué ente dador podemos encomendarnos para manejar libremente estas cuestiones?, ¿qué estirpe superior y heroica nos guiará a través de la noche más obscura, encontrando la auténtica luz en esta sociedad, que cuyo avance parece guiarnos hacia los instintivos y retrógrados inicios de la humanidad? Como siempre, depende de uno mismo. El que esté libre de culpa, que tire la primera piedra.
La belleza tiene muchos caminos, tanto en la mujer como en el hombre, tanto en la ciencia como en la política, tanto en el arte como en la geometría, tanto el cuerpo como el espíritu de cada uno. Y podríamos aprovechar tantas posibilidades distintas, si tal vez, sólo tal vez, no fuéramos tan indiferentes, tan rencorosos…tan solitarios.
Pero como siempre, aunque un viaje termine, muchos más empiezan. Agradezco humildemente su atención, y recibiré sonriente tanto la bofetada como la sonrisa. Hasta que nuestros caminos se crucen.

Maximilian de Zalce.

La edición y utilización de la imagen principal es por motivos de enseñanza y entretenimiento.
En sí, los elementos para su creación, no me pertenecen.
Todos reservados a sus respectivos creadores.
Por lo demás, agradezco su amable atención.